El FBI y su complicidad en el asesinato de Kennedy
Muchas veces el ex
presidente John F. Kennedy fue centro de varias conspiraciones en las que el
FBI, al menos, tuvo una sospechosa participación, sobre todo partiendo del
supuesto de las serias contradicciones existentes entre los hermanos Kennedy y
el entonces jefe del Buró, J Edgar Hoover. El propio The Washington Post
confirmó que el presidente iba a ser asesinado en mayo de 1961, por un
operativo de la CIA en Argelia, nada menos que cuando éste visitara al
presidente francés, general Charles de Gaulle, en París. Según la denuncia,
estuvieron implicados varios agentes de la CIA como el cubano José Luis Romero,
Frank Sturgis y a Bernard Barker. Existieron, sin lugar a dudas, evidencias de
que Hoover conoció de este plan e hizo mutis al respecto, frustrándose el mismo
por los servicios secretos francés y norteamericano, y la existencia de varios
imprevistos.
Otro intento de asesinato,
casi silenciado, fue el que se iba a realizar contra él en La Florida. El 11 de
enero 1962, el detective A. Tarabochia, escribió a su supervisor, el teniente
de la Policía de Miami de apellido Bromley, acerca de un plan para asesinar al
presidente Kennedy, con previo conocimiento del agente del Servicio Secreto
Ernesto Aragón, el cual implicaba a un dominicano nombrado Rafael Anselmo
Rodríguez Molins, residente en Chicago, quien viajaría a Miami con el fin de
atentar contra la vida de JFK durante una posible visita del mismo a West Palm
Beach. Para tal fin, se vinculó al contrarrevolucionario de origen cubano Pablo
Armando López Estrada, ex miembro de Bragada 2506 y en esos momentos radicado
en Nueva York.
Al día siguiente,
Tarabochia, ya a cargo del Caso, identificado como 2415 E, esclareció en otra
nota a su supervisor que López Estrada, vecino de 42-26 81 Street, apartamento
5H, Jackson Heights, en Nueva York, era mantenido económicamente por una
organización denominada Consejo Revolucionario Cubano. Misteriosamente, el caso
fue cerrado sin explicaciones posteriores, lo que se dio a conocer al jefe de
la División de Miami, T.A. Buchanan.
La implicación de la CIA y
de varios contrarrevolucionarios de origen cubano contra el presidente Kennedy
en varias conspiraciones, tuvo como raíz esencial el hecho de que la CIA prácticamente
lo embarcó en relación con la frustrada invasión por Playa Girón, manteniéndole
relativamente desinformado de las peculiaridades de la agresión contra Cuba y
sus posibles resultados, y Kennedy, en respuesta, se enfureció y despidió a
algunos altos oficiales de la Agencia involucrados directamente con el fracaso
y muy ligados a la mafia terrorista anticubana, particularmente al entonces
director de la Agencia, Allan Dulles, el 27 de septiembre de 1961, el que, a su
vez, fue el fundador de la misma. El camino del despido afectaría a otros altos
jefes como Richard Mersin Bissell, Frank Bender, Howard Hunt, Bernard Barker
muchos otros.
Por su parte, los
contrarrevolucionarios cubanos no le perdonaron a Kennedy su negación a enviar
aviones de guerra norteamericanos para apoyarlos y otras formas de intervención
directa de EE UU en el conflicto de abril de 1961. Por tanto, Kennedy siempre
fue visto como el culpable de la derrota deshonrosa de la Brigada 2506 y del
fracaso de la Operación Pluto, así como un peligro potencial para la CIA y los
planes en los que ésta los involucraba.
De tal forma, no
imaginando los riesgos que corría, 35avo. Presidente de los Estados Unidos,
John F. Kennedy, labró su propio camino hacia la muerte, al ganarse tan
poderosos enemigos que no vacilaron en confabularse para acabar con su vida un
fatídico mediodía del 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, hace casi 48
años. Con su muerte, empero, se abrió un enredo tal de especulaciones sobre los
móviles y sus potenciales asesinos, recayendo las sospechas principales en la
CIA, la Cosa Nostra, la contrarrevolución cubana, Richard Nixon, la
ultraderecha conservadora norteamericana e, incluso, en el propio J Edgar
Hoover, Director del FBI. Decenas de miles de páginas con diferentes especulaciones
e implicados han sido redactadas por las tres investigaciones oficiales
llevadas a cabo en torno a su asesinato, la de la Comisión Warren, las
investigaciones del fiscal Jim Garrison y el Comité Selecto de la Cámara sobre
Asesinatos (HSCA), sin llegar al fondo de la verdad y limitándose a reducir la
culpabilidad a una sola persona: Lee Harvey Oswald. Sin embargo, en 1979, la
HSCA se vio obligada a admitir la posibilidad de la existencia de otro tirador,
y, por tanto, la posibilidad de la existencia de una conspiración.
ESCLARECIENDO UN POCO
LA VERDAD.
JKK estaba obligado a
visitar Texas por razones políticas, fundamentalmente, ante las venideras
elecciones para la presidencia en 1964, y su periplo incluía las ciudades de
Houston, San Antonio, Fort Worth y Dallas. Unos días antes había visitado la
Florida con ese mismo propósito. Era cuestión vital para él aumentar una
popularidad seriamente cuestionada, sobre todo en los estados sureños.
La limusina descapotada, un
Lincoln Continental de 1961, conducida por William Greer, y que tenía como
pasajeros a Kennedy y su esposa Jacqueline, al igual que a John B. Connally,
gobernador del estado y a su esposa, así como al agente del servicio secreto,
Roy Kellerman, se adentró en la calle Houston, pasando por la Plaza Dealey
sobre las 12.30 del mediodía y tratando de girar en la intersección con la
calle Elm, para luego pasar frente al Almacén de Libros Escolares de Texas.
Allí, precisamente allí, se produjo el magnicidio. Tres disparos anunciaron
para el norteamericano común que alguien, quien aún permanece en el más oscuro
anonimato, atentó contra la vida de su presidente. Uno de los dos que
impactaron en su cuerpo, fue el que le hirió mortalmente y le privó de la vida
30 minutos después.
Después del aterrizaje del
avión presidencial (Air Force One) en la Base Aérea de Andrews, a las afueras
de Washington DC, el cuerpo de Kennedy fue trasladado al para su autopsia.
La autopsia fue realizada
por tres médicos de la Armada, ante una treintena de testigos, entre ellos dos
oficiales del FBI, en el Hospital Naval de Bethesda. Por su parte, el informe
del FBI sobre la autopsia de JFK fue realizado por los agentes especiales
Sibert y O'Neill. Un apresurado informe del Buró, cargado de incongruencias,
fue entregado a la Comisión Warren el 9 de diciembre de 1963, basándose en la
teoría de que los tres disparos fueron hechos únicamente por Oswald, abriendo
camino para que dicha Comisión excluyera la existencia de una conspiración
contra el presidente, en un informe dado a conocer en septiembre de 1964, y
ocultando tácitamente la verdad sobre los hechos. A pesar de todo, aún persiste
la sospecha no poco infundada de que se ha querido tapar la verdad, tal como lo
demostró una encuesta de la ABC News, realizada en el 2003, en la que más del
70 % de los norteamericanos reconocen la existencia de una conspiración contra
Kennedy como motivo de su desaparición física.
EL FBI CHANTAJEÓ A KENNEDY
DE MANERA SISTEMATICA
J Edgar Hoover se dedicó a
chantajear permanentemente a JFK en relación con sus asuntos de faldas
extramatrimoniales. En varios dossiers, que guardaba celosamente, implicó al
presidente con varias féminas, entre ellas Mimi Beardsley Alford, una joven
becaria de la Casa Blanca con la que mantuvo relaciones entre 1962 y 1963. Sin
embargo, el asunto más escabroso para JFK era la relación mantenida con una
supuesta agente nazi, corresponsal de un periódico de Copenhague, de apellido
Arvad. Otros nombres se vincularon románticamente con JFK hasta alcanzar más de
una treintena, entre los que sobresalieron Alicia Darr Clark, Angie Dickison,
Marlene Dietrich, Judith Campbell Exner, Durie Malcolm, Mary Meyer, Marilyn
Monroe, Ellen Rometsch (supuesta espía soviética), Pamela Turnure, Marion
Fahnestock, entre otras. Por tales motivos, Hoover trató de usar a Kennedy a su
antojo y para mantenerse indemne en las esferas del poder. Tuvo a su favor, y
supo usarlo, un gran poder: el de la información.
Con independencia de que han
existido varias teorías sobre el asesinato del Presidente John F. Kennedy, que
involucran a un sinnúmero de personas y entidades, como son los casos del
Sistema de Reserva Federal, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la KGB,
la Mafia, al director de la Oficina Federal de Investigación (FBI) J. Edgar
Hoover, al Vice-presidente Lyndon B. Johnson, a Richard Nixon, a Fidel Castro,
a George H. W. Bush, a la mafia anticubana de Miami, a sectores
ultraconservadores sureños, al Pentágono y a otros potenciales conspiradores,
no cabe la menor duda que el FBI manipuló deliberadamente las pruebas y que
sirvió de soporte desinformativo para ocultar a los más posibles culpables: la
CIA, la Cosa Nostra y la mafia contrarrevolucionaria radicada en Miami y Nueva
Jersey, todos ellos mancomunadamente actuando en una macabra y bien urdida
conspiración.
Luego del asesinato de
Kennedy se desataría una descontrolada ola de asesinatos y sospechosas
desapariciones de todos aquellos de los que, de alguna manera, se creía
estuvieran implicados en el magnicidio. El primero de ellos fue Lee Harvey
Oswald, presunto culpable de la muerte de JFK, quien fue ultimado por Jack Ruby
al mediodía del 24 de Noviembre, ante los ojos estupefactos de la prensa y en
la propia entrada de la estación policíaca de Dallas. Curiosamente, Oswald fue
declarado muerto en el mismo lugar en que muriera Kennedy y alrededor de la
misma hora, facilitándoles a los interesados que, con el deceso del presunto
homicida, se cerrara aparentemente el caso policial por el homicidio del
presidente. La policía de Dallas ignoraba, por supuesto, algunos hechos
importantes relacionados con Oswald:
1) Aunque Oswald era
monitoreado permanentemente por el FBI y su presencia en Dallas fue conocida
por el Buró mediante el agente especial James P. Hosty, quien era el agente
encargado de vigilarle permanentemente.
2) Oswald trabajaba desde
mediados de 1963 para Reilly Coffee Company, cuyo dueño tenía vínculos
estrechos con los grupos contrarrevolucionarios Alpha 66 y el Directorio
Estudiantil Revolucionario (DRE), y cuyas oficinas estaban situadas casi
aledañas a la sede del FBI y el Servicio Secreto en Dallas.
3) La CIA y el propio FBI
habían creado para Oswald una fachada como simpatizante de la Cuba
revolucionaria, dedicándolo a repartir volantes en defensa de la Isla y usando
una oficina que, en realidad, era subvencionada por la CIA y por un agente del
FBI nombrado Guy F. Banister. Precisamente cuando Oswald repartía estos
supuestos volantes pro Cuba, se formó una trifulca, en realidad un montaje,
entre éste y el contrarrevolucionario Carlos Bringuier. Luego de ser
arrestados, ambos fueron liberados de inmediato por el FBI.
4) La policía de Dallas
ignoraba, igualmente, que Oswald era acreedor de un expediente CIA identificado
como 201-289248 CI/SIG, el cual fue creado el 9 de diciembre de 1960, y que lo
vinculaba a los servicios de Contrainteligencia de la misma.
LOS PRINCIPALES SOSPECHOSOS
EN LA MUERTE DE KENNEDY.
Muchos son los sospechosos
de estar envueltos en la conspiración que dio al traste con la vida de Kennedy
y muchas han sido, igualmente, las teorías sustentadas por diferentes
investigadores, algunas de ellas sin fundamento real y otras que, sin embargo,
esclarecen al menos el ambiente de contradicciones entre los grupos de poder en
EE UU en esa época. Algunas de ellas son:
1) Una de las teorías
implicaron al entonces vice-presidente Lyndon B. Johnson, vinculado a sectores
conservadores tejanos y que asumió directamente la presidencia al morir JFK. No
era oculto para nadie que Johnson atravesaba un mal momento político y corría
dos serios peligros en esos momentos: en primer lugar, Kennedy valoraba no
incluirlo en su fórmula para las presidenciales de 1964 y, por otro, estaba
inmerso en serios problemas legales al estar sujeto a cuatro investigaciones de
envergadura: una por violación de contratos gubernamentales, otra por
prevaricación, otra por lavado de dinero y otra por soborno. Corría,
indudablemente el riesgo de ser sometido a un impeachment, es decir, a su
expulsión del cargo como vicepresidente. Desde luego, al asumir la presidencia,
paralizó dichas investigaciones.
Un hecho particular pone en
el brasero de la conspiración a Johnson, pues él fue quien organizó el cambio
de ruta de la caravana presidencial en Dallas y la CIA comunicó a Oswald este
cambio de recorrido casi de inmediato.
2) Otra teoría vinculó a la
conspiración nada menos que a Richard Nixon, basándose en su seria frustración
por la derrota sufrida ante Kennedy en la campaña presidencial de 1960. Uno de
los implicados en el magnicidio de Dallas, Frank Sturgis, reconoció el 7 de
mayo de 1990, ante un periodista del San Francisco Chronicle, que Richard Nixon
estuvo interesado en escamotear la verdad sobre el asesinato de Kennedy, a la
par que reconocía su participación en este hecho, cuando declaró: "… la razón
por la que nosotros robamos en Watergate fue porque Nixon estaba interesado en
parar las filtraciones de noticias relacionadas con las fotos de nuestro rol en
el asesinato del Presidente John F. Kennedy."
3) Una de las teorías con
mayor fundamento fue la que ha implicado a lo largo de los años a la Agencia
Central de Inteligencia (CIA), tras la posición férrea de Kennedy ante la misma
luego del fracaso de la invasión de Playa Girón. Sin embargo, JFK cuestionaba a
la Agencia por planear tenebrosas conspiraciones para asesinar a líderes de
otras naciones. Kennedy dispuso de evidencias de que la CIA había participado
en los asesinatos del dictador dominicano Leónidas Trujillo, del presidente
vietnamita Ngo Dinh Diem, del presidente congolés Patricio Lumumba y del líder
cubano, Fidel Castro. Iracundo, le expresó a su ayudante Clark Clifford, su
deseo de desaparecer a la Agencia: “Algo muy malo está ocurriendo dentro de la
CIA y quiero saber qué es. Quiero desmantelar en mil pedazos a la CIA y
moverlos a los cuatro vientos.”
Aunque Kennedy sacó
prácticamente al Jefe de la CIA, Allen Dulles de su cargo en septiembre de
1961, luego Johnson lo exoneró y lo colocó, nada menos, que como uno de los
miembros de la Comisión Warren para investigar el asesinato del presidente que
lo separó de su cargo. ¡Vaya, paradoja!
Todos estos desmanes
criticados por Kennedy en su momento, salieron a luz pública, aunque solo en
parte, entre 1975 y 1976, tras las investigaciones del Church Committee del
Congreso norteamericano. La verdad es que durante décadas la CIA ha estado
haciendo todo lo imposible por evitar la desclasificación de sus archivos
secretos relacionados con el asesinato de ex presidente norteamericano John F.
Kennedy, sabiéndose copartícipe de los conspiradores y de soporte de los
contrarrevolucionarios de origen cubano, matones de la Cosa Nostra y agentes de
la CIA involucrados en el magnicidio.
Como lobos tras su presa,
varios mafiosos italianos como John Roselli, Chauncey Holt y otros; junto a
terroristas de origen cubano como Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez
Mendigutía, Antonio Veciana Blanch, Jorge Mas Canosa, Ceferino Eladio del Valle
y sus congéneres del DRE, Alpha 66 y la Operación 40; así como los oficiales de
la CIA Frank Sturgis, David Sánchez Morales, David Attle Phillips, Howard Hunt,
Barry Seal, William Harvey, Gerry Hemming y Porter Goss, se involucraron en el
mayor silencio para lograr su terrible y tenebroso cometido.
4) Otra versión involucró a
J Edgar Hoover y al FBI como confabulados en la conspiración contra Kennedy,
sobre todo porque el Director del Buró mantenía estrechos vínculos con la Cosa
Nostra en EE UU y era reticente a desplegar una acción radical contra la misma.
Dos elementos de presión pudieron haber sido usados por la mafia italiana contra
Hoover: el chantaje permanente de Meyer Lansky por saberlo homosexual y el
hecho de que Hoover recibiera sobornos mediante un representante de los
mafiosos nombrado Clint Murchison. Sin embargo, Kennedy aprobó las acciones
anti mafia de su hermano Bob, a cargo de la Secretaría de Justicia, persecución
que superó notablemente a la administración anterior. Bob Kennedy sometió a los
principales jefes de la mafia en Chicago, Tampa y Nueva Orleans, así como al
corrupto líder del sindicato de los Unión Teamsters, Jimmy Hoffa, a cerca de 12
juicios. A partir de allí, la Cosa Nostra buscaría a los aliados perfectos: la
CIA, el FBI y la contrarrevolución cubana, para matar a Kennedy.
5) Existen también teorías
que involucran a Israel en una conspiración Kennedy, supuestamente por la
reticencia de éste al programa nuclear secreto de los sionistas y por una
aparente posición de condescendencia de JFK hacia los países árabes.
7) Por último, el Servicio
Secreto de los Estados Unidos tampoco escapa a las indagaciones de quienes
escarban tras las herméticas puertas de la conspiración contra JFK. No fue
casual que algunos agentes de este órgano no estuvieran en sus puestos de
protección adosados a la limusina presidencial para proteger con sus cuerpos al
mandatario de la acción de un francotirador. También se sabe hoy que parte del
Servicio Secreto se había quedado disperso en las otras ciudades que como
Miami, Houston, San Antonio y Fort Worth, fueron visitadas con anterioridad por
el presidente, dejando la parte principal de su custodia al ineficiente cuerpo
policial de Dallas. El Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos (HSCA)
arribó a la conclusión de que el Presidente Kennedy no recibió protección
adecuada en Dallas, pecando el Servicio Secreto de falta de profesionalidad al
no analizar la información de que disponía sobre la potencial peligrosidad del
ambiente en Dallas, así como por emplear a agentes que no estaban adecuadamente
preparados para proteger al Presidente de un francotirador.
LA MAFIA ANTICUBANA Y EL
ASESINATO DE KENNEDY
Varios grupos
contrarrevolucionarios estuvieron involucrados de alguna forma a los planes de
asesinato contra Kennedy, contratados por la CIA y la Cosa Nostra, luego de
recibir la consiguiente bendición del FBI que los monitoreaba permanentemente
e, incluso, tenía agentes encubiertos dentro de ellos. Uno de ellos fue el DRE,
o sea, el Directorio Revolucionario Estudiantil, organización que alcanzó gran
notoriedad por ser una de las canteras principales de la CIA para llevar a cabo
su guerra sucia contra Cuba, así como para realizar todo tipo de acción que le
orientaran sus jefes de la Agencia. El DRE estuvo inicialmente integrado por
terroristas del calibre de Alberto Muller, Ernesto Travieso y Juan Manuel
Salvat, quienes lo fundaron en febrero de 1960. Una vez que sus jefes escaparon
hacia Miami, recibieron de inmediato el sostén de la CIA, particularmente por
parte de David Atlle Phillips y Howard Hunt, quienes les facilitaron recursos,
medios de guerra y entrenamiento necesario para realizar alzamientos de
bandidos en las zonas montañosas, ataques piratas a pueblos costeros, así como
otros tipos de acciones de corte terrorista. El propio Muller fue capturado
luego de infiltrarse en Cuba en 1961 y permaneció en prisión hasta 1980. Otro
de sus jefes, Juan Manuel Salvat, junto a José Basulto, lanzó un ataque desde
una lancha artillada contra el edificio Rosita Hornedo, situado en calle 0 y
Primera avenida, en Miramar, en agosto de 1962.
Los estrechos vínculos de la
CIA con los miembros del DRE, particularmente a través de George E. Joannides,
posibilitaron que varios de sus miembros estuvieran involucrados de diversas
maneras en el asesinato de Kennedy, pues llegaron a mantener contactos,
incluso, con Lee Harvey Oswald en New Orleans durante el mes de agosto de 1963.
Muchos de sus miembros como Carlos Bringuier, José Basulto, Jorge Mas Canosa.
Existen otras versiones que
implican a la mafia anticubana de Miami en el atentado contra JFK sostenida por
el investigador cubano más identificado con los pormenores de la conspiración
contra Kennedy, el general Fabián Escalante Font, ex viceministro del
Ministerio del Interior de Cuba, quien ha ofrecido, en varios libros y
entrevistas, diversos elementos que confirman, sin lugar a dudas, la
confabulación del CIA con la contrarrevolución cubana para cometer el
magnicidio de Dallas. Tal es el caso de "La Guerra Secreta: Operaciones
Encubiertas de la CIA Contra Cuba, 1959-1962", y "El Complot",
escritos por Escalante en los últimos años.
Según este investigador,
solo los miembros de la llamada Operación 40, un operativo de la CIA creado con
la bendición del Consejo Nacional de Seguridad, poseían las habilidades
requeridas para perpetrar el magnicidio, destacándose entre ellos los norteamericanos
David Sánchez Morales, David Attle Phillips, Howard Hunt, Barry Seal, William
Harvey, Frank Sturgis, Gerry Hemming, John Rosselli y Porter Goss. Por su
parte, entre los cubanos pertenecientes a este operativo de la CIA se
encontraban Luis Posada Carriles, Orlando Bosch Ávila, Félix Rodríguez
Mendigutía, los hermanos Novo Sampoll, José Dionisio Suárez Esquivel, José
Basulto León, José Miguel Battle, Pedro Luis Díaz Lanz, Gaspar Jiménez
Escobedo, Rafael Quintero Ibarbia, Ricardo Morales Navarrete, Eugenio Rolando
Martínez, Antonio Veciana Blanch, Rolando Mansferrer Rojas, Pedro Crispín Remón
Rodríguez, Antonio Cuesta del Valle, Manuel Artime Buesa, Herminio Díaz García,
Eduardo Arocena Pérez, Jorge Mas Canosa, Jorge Robreño, Juan Manuel Salvat Roque,
Andrés Nazario Sargent, Virgilio González, José Joaquín Sanjenis Perdomo,
Virgilio Paz Zamora, Alvin Ross Díaz, Manuel Rodríguez Orcaberro y Eladio
Ceferino del Valle. Esta larga lista de criminales estuvo involucrada en el
asesinato de Kennedy mediante un complejo operativo que incluyó desde la
planificación, organización, financiamiento y ejecución del atentado magnicida,
hasta tareas de distracción, aseguramiento y eliminación de las posibles trazas
y brechas dejadas tras la consumación del plan.
Realmente, ni existen
evidencias sobre su participación como tirador, sino más bien como factor de
distracción, no fue solo Lee Harvey Oswald quien disparó contra Kennedy aquel
fatídico mediodía de noviembre. Varios fueron los tiradores, agrupados en dos
equipos: uno dirigido por Jack Ruby y el segundo por Frank Sturgis, en los que
se agrupaban francotiradores experimentados como Luis Posada Carriles, Eladio
del Valle y Herminio Díaz, de origen cubano, así como los agentes de la CIA
Howard Hunt y Frank Sturgis.
Otro grupo
contrarrevolucionario implicado en el plan magnicida contra JFK fue Alpha 66,
uno de cuyos jefes, Manuel Rodríguez Orcarberro, viajó a Dallas dos meses antes
del magnicidio, usando la casa de Jorge Salazar, ubicada en el 3126 Harlandale
Avenue, en Dallas, como centro de mando de la operación. De esa vivienda
salieron al menos varios de los asesinos con sofisticados fusiles dotados de
mirillas telescópicas y otro armamento de apoyo, entre los que se encontraban
Eladio Ceferino del Valle y Herminio Díaz García.
Alpha 66 era atendido
directamente por David Attle Phillips o Maurice Bishop, quien orientó la
participación de operativos de Alpha 66, como Antonio Veciana Blanch y los ya
nombrados Eladio Ceferino del Valle y Herminio Díaz García, en la conspiración.
El propio Veciana reconoció posteriormente haber tenido contactos con Lee
Harvey Oswald. Otro elemento probatorio de la participación de Alpha 66 en la
conspiración es un documento del gobierno norteamericano, con referencia
R-759-2-91 / 2, del 9 de enero de 1963 09, en que se hace referencia a una
carta que Veciana envió a Elizabeth T. Babcock, vecina de Woodbury, Long
Island, New York, donde relató las acciones de Alpha 66 contra Cuba y su
desacuerdo con la política de Kennedy hacia la Isla. Babcock entregó la carta
al FBI y la misma llegó directamente al Fiscal General Robert Kennedy, quien
hizo caso omiso al peligroso papel de Alpha 66 y su violación de la Ley de
Neutralidad, así como a las amenazas contra su hermano.
Muchos de ellos se convertirían,
a su vez, en cabos sueltos, a los que había que hacer desaparecer, como fueron
los casos de Ceferino Eladio del Valle, John Roselli, David W. Ferrie y otros.
En el caso de Ceferino Eladio del Valle, también conocido como
"Lado", éste fue sospechoso de estar emparentado con el asesinato de
JFK, por su larga trayectoria vinculada al batistato y a las actividades de la
CIA contra Cuba, así como en actividades de tráfico de armas. Su asesinato en
el centro comercial Plaza Central, ubicada en Avenida 37 del NW y la calle 7,
ocurrido el 23 de febrero de 1967, luego de haber sido sospechoso de haber sido
uno de los implicados en el magnicidio, levantó serias suspicacias sobre la
existencia de una conspiración contra Kennedy y la implicación de terroristas cubanos
en la misma. Su muerte estaba encaminada a hacer desaparecer una huella sucia
tras la maquinación. En resumen, un cabo suelto menos.
Por su parte, John Rosselli,
quien actuó como coordinador entre la CIA y el capo mafioso Santos Trafficante,
fue salvajemente asesinado y descuartizado el 9 de agosto de 1976, sin que se
conocieran sus asesinos. Estos colocaron sus miembros, al viejo estilo de Jack
el Destripador, dentro de un barril de petróleo que apareció flotando en
Biscayne Bay, en Miami. Otro implicado, David W. Ferrie, había manifestado
públicamente su odio hacia Kennedy en un discurso realizado en Nueva Orleans en
julio de 1961. Estuvo vinculado con el Frente Revolucionario Democrático Cubano
de Nueva Orleans, llegando incluso a robar cuantiosas armas y explosivos de un
depósito oficial en Houma, Luisiana, para preparar agresiones contra Cuba.
Temiendo la CIA que Ferrie
hablara sobre su participación en la conspiración contra Kennedy, fue asesinado
el 22 de febrero de 1967 en su apartamento en la ciudad de Nueva Orleans.
Aunque el dictamen No. W67-2-255 del médico forense de Nueva Orleans, Ronald A.
Gales MD, asumió oficialmente que la causa de la muerte fue un aneurisma de
Berry, aparecieron dos sospechosas notas del occiso declarando que se suicidaría.
El cuerpo de Ferrie, marcado con etiqueta de identificación NOPD # 1440, se
llevó a la tumba el secreto de las verdaderas causas de su deceso. No hay dudas
que la mano de la CIA intervino para deshacerse de este eslabón comprometedor.
Por supuesto, casi todos los
confabulados han tratado de protegerse a su manera, principalmente chantajeando
a la CIA, al FBI y a las administraciones norteamericanas para salvar sus
pellejos o, al menos, evitar cualquier tipo de acción legal contra ellos. El
caso más sonado es el de Luis Posada Carriles, quien se encarga de chantajear
descaradamente al gobierno estadounidense para evitar su deportación de EE UU
so pretexto de decir todo lo que ha callado hasta ahora. Sus socios de
correrías hicieron lo mismo a su debido momento. En una entrevista concedida a
Gaetón Fonzi, el terrorista Antonio Veciana Blanch le confesó en esa
oportunidad: "Yo tengo información muy gorda, pero esa la guardo porque es
mi seguro de vida". Lo mismo haría Rafael Quintero Ibarbia, otro servidor
de la CIA vinculado a la Operación 40 y al asesinato de Kennedy, quien ya
falleció, aunque siempre se mantuvo temeroso de que ésta lo eliminara. Por eso
la sirvió sin rechistar, aunque no dejó de declarar: “Si yo alguna vez digo lo
que yo sé sobre Dallas y Bahía de Cochinos, eso sería el mayor escándalo que
jamás haya sacudido a la nación."
Otros, por su parte, como
Orlando Bosch, según consta en JFK Document No. 009363, p.2, negó haber
participado en el viaje a Dallas o estar en dicha ciudad, aunque no negó haber
mantenido contactos con la CIA en 1962. Ese mismo artilugio, u otras
invenciones, fueron usados, ante el Comité Selecto de la Cámara de
Representantes en 1978, por Gerry Patrick Hemming, Frank Sturgis y Pedro Luis
Díaz Lanz. Contradictoriamente, la agente de la CIA, Marita Lorenz, implicó a
varios de ellos en un testimonio ante el HSCA, en una declaración jurada en el
día 31 de mayo de 1978, donde relató haber estado presente en una reunión
efectuada en casa de Orlando Bosch Ávila, en septiembre de 1963, en la que
participaron Lee Harvey Oswald, Frank Sturgis, Pedro Luis Díaz Lanz y el propio
Bosch. Según ella, el 15 de noviembre de 1963 partió de Miami una caravana de
dos autos con destino a Dallas, Texas, en la que ella viajó junto a Gerry Patrick
Hemming, los hermanos Novo Sampoll, Pedro Luis Díaz Lanz, Frank Sturgis,
Orlando Bosch y Lee Harvey Oswald. En un punto del viaje fueron contactados por
Jack Ruby.
OTROS PLANES MAGNICIDAS
CONTRA KENNEDY PREPARADOS POR LA MAFIA DE MIAMI.
Mucha verdad de oculta en
los archivos de la División Miami del FBI y la policía de esa ciudad, capaces
de involucrar a la contrarrevolución de origen cubano en planes magnicidas
contra Kennedy. Uno de ellos, oculto y casi ignorado, se fabricó el 18 de
noviembre de 1963, protegido hoy de ser desentrañado a la luz pública por la
férrea censura del Estatuto de la Florida 119.07.3 (d), en ocasión de la visita
de JFK a Miami para asistir a la inauguración de un evento de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP). El bochorno sufrido por la derrota de la
Brigada 2506, la devoradora frustración de ver viva a la Revolución Cubana, así
como la negativa del presidente de brindar apoyo aéreo o de involucrar
directamente a EE UU es la invasión de Playa Girón, generó un odio irracional
hacia su persona y su administración. Fue el momento en que muchos pensaron en
que única manera de limpiar la afrenta, era matando a Kennedy.
De acuerdo con un reporte de
la Oficina del Sheriff de Miami y del departamento de Seguridad Pública,
emitido el 19 de noviembre de 1963 por el Teniente L J Van Buskirk de la
Sección de Inteligencia Criminal, tres días antes del asesinato de Kennedy, y
mientras éste visitaba esa ciudad, se dio a conocer que, en correspondencia con
el caso identificado como 71498 F, se había recibido una tarjeta el día
anterior con amenazas al presidente. La citada tarjeta, recibida el 16 de
noviembre, decía: “Los comandos cubanos tienen bombas listas para matar a JFK”.
El 30 de diciembre de 1963,
ya consumado el magnicidio, el entonces jefe del Servicio Secreto de Estados
Unidos, James J. Rowley, se enteró, solo entonces, que Orlando Bosch Ávila,
jefe del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) había preparado una
protesta contra Kennedy, lo que había sido informado en un mensaje interno del
FBI denominado NBR 6225 y escrito por el Agente Especial L F de Freese. Según
cita el documento, se identifica a Bosch de la siguiente manera: “Orlando Bosch
Ávila, nacido en Cuba el 18 de agosto de 1926, entró en Miami, Florida, el 28
de julio de 1960, y se le asigna el Servicio de Inmigración N º A 11 881 810.
En la actualidad labora como pediatra para el Servicio de Salud Pública del
Condado de Dade, y reside en el 2121 SW 11th Street, Miami, Florida.”
Unos días antes de la visita
de Kennedy a Miami, Orlando Bosch Ávila fue entrevistado personalmente en su
residencia y negó las acusaciones. Se le advirtió que sería responsable de
cualquier incidente provocado contra Kennedy en Miami. Sin embargo, según
Marita Lorenz, se hallaba confabulado con el magnicidio a realizarse unos días
después, el 22 noviembre de 1963.
Otro incidente preparado
contra Kennedy en su visita del 18 de noviembre de 1963 a Miami, fue llevado a
cabo por contrarrevolucionarios vinculados a la Brigada Invasora 2506. En ese
entonces, la Unidad de Inteligencia del Departamento de Policía de Miami,
reconoció disponer de información de que Enrique Llaca, Jr., así como Roberto
Torres Fernández, Antonio Franco, René Gutiérrez Quintanilla y Raúl Artiles,
integrantes de la Brigada 2506, previeron realizar manifestaciones contra
Kennedy. Enrique Llaca, Jr. y René Gutiérrez Quintanilla, fueron convocados en
la unidad de inteligencia del Departamento de Policía de Miami y se les
advirtió que se abstuvieran de realizar cualquier acto de hostilidad contra el
presidente.
El clima anti Kennedy
existente en Miami en 1963 llevó al Servicio Secreto, a la Policía
Metropolitana y al FBI a tomar fuertes medidas de protección hacia el
presidente. Un informe al jefe del Servicio Secreto de EE.UU., fechado días
después, detalla las medidas de seguridad adoptadas en Miami, tanto para
garantizar la seguridad del mandatario en el Aeropuerto Internacional de Miami,
el en Hotel Panamericana donde se realizó el encuentro de la SIP, así como
durante el recorrido por la Ciudad. En realidad, fueron superiores a las
adoptadas en San Antonio, Houston, Fort Worth y Dallas. ¿Casualidad?
En un informe dirigido a
James J. Rowley, Jefe del Servicio Secreto de EE.UU., el 30 de diciembre 1963,
por John A. Marshall, Agente Especial a Cargo del Secret Service, y por el
Agente Especial Ernest I. Aragón, se pudo conocer que previo a la visita de
Kennedy a Miami se realizaron reuniones de coordinación entre la CIA, el FBI y
la Policía de Miami para establecer el control de las actividades de los grupos
terroristas cubanos asentados en esa ciudad. De esta reunión salieron como
acuerdos:
1) Mantener un estricto
control sobre los integrantes de la Brigada 2506. En esta dirección, mantener
contactos con los jefes de la Brigada como Juan José Peruyero Rodríguez, Andrés
Aurelio Bassols Pozo y Rodolfo Corondo Quintana, para mantener controlados a
sus miembros.
2) Ejercer vigilancia contra
Pedro Díaz Lanz, quien había manifestado intenciones de acosar verbalmente al
presidente Kennedy y acusarlo de traicionar a “los exiliados”. En tal sentido,
se estableció vigilancia sobre el mismo y sobre su vivienda situada en el 120
St SW 71. Ave., Miami, Fla. Asimismo, como medida profiláctica, el funcionario
Charles Yeager presionó a Díaz Lanz para que se mantuviera alejado del
presidente durante su visita a Miami.
3) Otro objetivo de la
vigilancia de las autoridades de Miami fue el doctor Emilio Núñez Portuondo,
quien en un discurso durante un homenaje al antiguo propietario del Diario de
la Marina en el Bayfront Park de Miami, José Ignacio Rivero, atacó duramente a
Kennedy ante cerca de 6 000 personas. Díaz Lanz estuvo presente en el acto.
Todo ese flujo de
información anti Kennedy fue debidamente identificada por el FBI y el Servicio
Secreto, pero indudablemente respondía a un montaje de distracción elaborado
por los complotados en el futuro magnicidio de Dallas, quienes fortalecieron
excesivamente la protección del presidente en Miami, pero la dejaron debilitada
en Dallas. Todo salió, sin lugar a dudas, “viento en popa y a toda vela”.
Sin embargo, para bochorno
de la gran nación americana, la verdad total y completa aparecerá algún día no
muy lejano. Ese día se sabrá más del oscuro papel de la CIA y, particularmente,
el FBI, en el asesinato de John F. Kennedy.
Percy Francisco Alvarado Godoy
26 de mayo de 2010
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