Pedro
Martínez Pírez
Un formidable
movimiento de solidaridad con Cuba se produce en estos momentos desde varias
naciones del mundo, en especial de Nuestra América.
Son constantes las
informaciones que dan cuenta del arribo de barcos y aviones que traen ayuda
humanitaria para los damnificados del huracán Sandy en las provincias de
Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo.
Y simultáneamente
crece la solidaridad de los pobladores de otras provincias cubanas con sus
hermanos y hermanas de la región oriental.
Lo primero fue la
rápida movilización desde el occidente cubano de brigadas para restaurar los
servicios básicos que fueron virtualmente destruidos por los fuertes vientos del
Sandy y las torrenciales lluvias asociadas al meteoro.
En las últimas
horas, y especialmente desde la capital cubana, se gesta un sólido movimiento
para canalizar donaciones de artículo de uso personal, útiles del hogar y
recursos financieros, para contribuir a restañar las heridas dejadas por el
devastador paso del ciclón y restablecer los servicios básicos en esos
territorios.
También se producen
hermosas iniciativas entre los cubanos residentes en el exterior para asistir a
sus compatriotas damnificados, como una muestra de la unidad indestructible
entre la Nación y la Emigración.
A Cuba le sobran
méritos en el terreno de la solidaridad interna e internacional, para en este
momento en que lo necesita, recibir la ayuda humanitaria para los habitantes de
una región que sufrió el feroz castigo de Sandy, un huracán que ha hecho
historia en las Américas.
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