jueves, 20 de diciembre de 2012

105 AÑOS DE IMPUNIDAD, GUERRA PREVENTIVA, DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL, DE TERRORISMO DE ESTADO, DE UNA VERGÜENZA NACIONAL



En la historia de Chile está registrada la participación de la Fuerzas Armadas en los procesos sociales y políticos, desde el propio inicio de nuestras guerras independentistas a la fecha, en un mayor o menor grado de intensidad, desde una suerte de neutralidad hasta una intervención plena y casi siempre instigado por elementos ajenos a la institución, en resguardo de intereses de la clase poderosa, los ricos, dueños, en la cruda realidad, de los destinos de nuestro país.
Sin duda, una de las más relevantes de estas intervenciones  ha sido la matanza de la escuela Domingo Santa María de Iquique, crimen ocurrido el 21 de diciembre de 1907 hace 105 años. Fueron masacrados, de acuerdo a estimaciones, unos 3000 o más trabajadores de la industria del salitre junto a sus familiares. Hombres, mujeres y niños, cayeron bajo la metralla y la fusilería al mando del Jefe de la Guarnición de Iquique, el  General Roberto Silva Renard, amparado por las órdenes del Ministro del Interior Rafael Sotomayor y el gobierno de Jorge Montt, representado  en la región por el Intendente Carlos Eastman y por supuesto con la complicidad y el contubernio de los poderosos dueños del salitre, en su mayoría ingleses y que prácticamente se habían convertido en los dueños del norte de Chile, de la provincia de Tarapacá, dueño del movimiento financiero, Banco de Tarapacá, del transporte ferroviario y de la Compañía del Agua.  En esos años, el salitre era la fuente principal de ingreso económico de Chile.
La Matanza fue la trágica culminación de la llamada Gran Huelga del Salitre o la Gran Huelga de Tarapacá que prácticamente comenzó el 4 de diciembre de ese año, 1907, cuando los trabajadores de la empresa de ferrocarriles salitreros se declaran en huelga para pedir un mejor salario, pago con cambio  de un peso por 16 peniques, y lo resolvieron, luego otro sector de trabajadores salitreros solicitaron igual beneficio, pero no se les dio, siguieron en huelga y fueron apoyado por trabajadores de otras oficinas salitreras de primero fue la de San Lorenzo, luego el Cantón de San Antonio, Santa lucia y luego otras y otras más y así se fue expandiendo el movimiento y como no había solución, decidieron bajar al Puerto Grande. Allá en Iquique se juntaron alrededor de 15 mil trabajadores salitreros con sus familiares y contaron con el apoyo de otros trabajadores del propio Iquique. Llegados en primera instancia al Hipódromo, Sport Club, para luego ser concentrados en la escuela Domingo Santa María de Iquique y en la Plaza Manuel Montt ubicadas al costado de la misma, en donde ocuparon una carpa de circo que se encontraba en ella.
¿Qué querían? Sólo pedían cosas justas, y muy razonables dadas la situación y condiciones de su trabajo, bajo una explotación casi infrahumana. Pedían en primer lugar salarios dignos con cambio de 18 peniques, no fichas, mejoras en salud, educación, prevención de accidentes entre otras cosas más.
Fue una matanza sin piedad y a pesar de que los huelguistas sabían o sospechaban lo que iba a suceder, no abandonaron sus posiciones. Los criminales, mencionados anteriormente, no recibieron castigo ni otra cosa parecida muy por el contrario fueron premiados y promovidos, Silva Renard fue ascendido a General de División. Una total impunidad para un ejército que ya se había profesionalizado y ya se le inculcaba lo que conocemos hoy como doctrina de seguridad nacional, Así mismo fue, fue una medida preventiva .Era un mal ejemplo y no se podía mellar el prestigio del patrón
Se les masacró, no por lo que habían hecho sino por lo que podían hacer, por temor a los trabajadores, a los que no se les iba a dar ninguna solución a sus peticiones. Fue una acción de terrorismo de estado, no tenían otro recurso  para detener el movimiento huelguístico, no fue una acción producto de pánico ni algo fuera de control de parte de las fuerzas militares, fue una acción premeditada, consciente y planificada por el gobierno y en defensa de los intereses del imperialismo inglés, representado en esos momentos por los dueños de la industria salitrera.
Estos hechos determinaron un natural retroceso del desarrollo del movimiento obrero, de su proceso de organización y esto lo analizaba Don Luis Emilio Recabarren en enero 1908: “Hasta hoy los obreros no han podido seguir un camino más seguro. Son en su mayor parte ignorantes, sin orientaciones científicas sobre la lucha de clases, sin métodos, sin una organización siquiera regular, son muy pocos realmente inteligentes y con una prensa aunque numerosa, pero falta de rumbos precisos en esta clase de luchas. Así se explica que sólo han pensado en la violencia, y cuyo método ensayado ya en repetidas ocasiones y estrellado contra las bayonetas y los cañones, debe señalar un cambio de táctica más inteligente, menos violento, más eficaz, menos bulliciosa; la organización poderosa y perfecta del proletariado en el terreno económico, político y cooperativo para sustituir inteligentemente por estos tres caminos a la actual sociedad”. Y así ocurrió, tras grandes y sacrificados esfuerzos  la clase obrera, trabajadora, gana conciencia y vuelve a surgir, se une y  se organiza y pronto surgen nuevas organizaciones de trabajadores como la Federación Obrera de Chile, la FOCH, en 1909 y el Partido Obrero Socialista, Partido Comunista, en 1912.
La contradicción fundamental de esta historia se mantiene hoy. Los menos siguen apropiándose de nuestros recursos y de las riquezas que producen, son capitales extranjeros, los más, los trabajadores, siguen siendo los explotados que sufren desigualdades e injusticias. Hoy los que son gobierno también usan los mismos medios y métodos para mantener tal situación: criminalizan las luchas populares, el movimiento social, los agreden. Represión y metralla es lo que se merecen, según ellos, por alterar el orden público, el orden de las  cosas, el orden que resguarda sus intereses. Pero ante todo esto todavía hay y habrá hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por cambiar esta situación y también hay solidaridad de otros pueblos como también ocurrió aquella fatídica tarde del 21 de diciembre de 1907.
Si una cosa hay que resaltar, además de lo ya dicho, es el alto grado de internacionalismo obrero que se dio en aquel momento. En la industria salitrera compartían todas esas penurias bolivianos, peruanos y argentinos, así como de otros países como España y debemos recordar que el líder de este movimiento, José Briggs, era norteamericano. Los trabajadores bolivianos y peruanos  requeridos por sus cónsules para que abandonaran la Escuela, ya que los iban a masacrar, unánimemente respondieron: “con los chilenos vinimos, con los chilenos morimos”.
Esta historia, de los inmolados, los masacrados, los explotados, los perdedores, siempre presente, nos recuerda la imperativa deuda de cambiar la situación a nuestro favor, es peligroso sin dudas, para nosotros pero también para ellos: los ganadores de hoy. Es peligroso pero es un deber insoslayable para los que estamos comprometidos con ya más de 100 años de lucha por conquistar una sociedad mejor, el Socialismo.

Dr. Alex Soza Orellana
Partido Comunista de Chile en Cuba
La Habana, 19 de diciembre del 2012.

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