Con Pascual Serrano en el II Taller Internacional |
Las nuevas tecnologías, internet, las redes sociales han llegado a la
ciudadanía con una aureola de democratización, participación e igualitarismo que
conllevó una fascinación progresista unida a la ya de por sí inherente de la
tecnológica. No solamente se trataba de aparatitos, formatos y soportes
fascinantes tecnológicamente -como toda tecnología innovadora-, sino que además
resultaban -en tanto que igualitarias y baratas- libertadoras en la medida en
que parecía que rompían el monopolio de la difusión de los grandes grupos de
comunicación y las grandes empresas. No se podía pedir más. No negaremos que
parte de todo esto es verdad, pero no basta con esa conclusión, existen muchos
más elementos en torno a las nuevas tecnologías de los que debemos estar
alertados y preparados; y es necesario poner en tela de juicio ese mito
progresista respecto al nuevo fenómeno comunicacional.
Debemos de plantearnos si las redes sociales son un
elemento de socialización o, por el contrario, de aislamiento. Ya sabemos que el
39% de los usuarios de redes pasa más tiempo socializado a través de estos
canales que con otras personas cara a cara. Y en cuanto a las motivaciones que
les llevan al uso de las redes y los contenidos y temáticas que les ocupan, el
exhibicionismo de la intimidad, la vanidad y el egocentrismo priman en redes
como Facebook por encima del interés por formarse cultural o intelectualmente.
Se piensa que los formatos de estas redes son un fenómeno de revolución popular
de signo progresista, pero, como en la mayoría de los productos culturales
promovidos por el mercado moderno, el dominio sigue siendo de la frivolidad, un
estudio de Twitter mostró en 2012 que los picos de actividad coincidieron con
los goles de la Eurocopa, cuando los usuarios usaban la red social para
celebrarlo[1]. El futbolista Fernando Torres tenía 318.714
seguidores en Twitter y lo único que había escrito en la red era un tuit, en
inglés, medio año antes diciendo algo así como “Todavía no he empezado en
Twitter, pero esta es mi página oficial y ya está lista para cuando llegue el
momento oportuno”. De modo que había cientos de miles de personas siguiendo a
alguien que no decía nada.
La importancia que se da a las redes sociales es tal
que se dice que algunos medios seleccionan a sus colaboradores y columnistas
según el número de seguidores que tienen en las redes sociales. El profesor
francés Salim Lamrani demostró
que la bloguera anticastrista de fama mundial Yoani Sánchez,
colaboradora en numerosa prensa europea, había inflado su Twitter con
miles de seguidores falsos.
El supuesto igualitarismo democratizador de las redes
sociales ha tenido, no se puede negar, elementos positivos, como el fin del
oligopolio de la agenda y la selección informativa de los grandes medios, pero
también tiene su cara negativa. Se trata de la ausencia de brújula que nos
oriente para distinguir lo valioso de lo irrelevante, lo riguroso del rumor, lo
verdadero de lo falso, el especialista del improvisador, el análisis del
brillante del comentario de bar. Que yo pueda pontificar sobre política con la
misma autoridad que Kissinger o de economía con la misma contundencia que
Friedman nos puede enorgullecer a los críticos del control de la información por
parte de los poderes, pero no supone necesariamente sustituir el pensamiento
dominante del establishment por el pensamiento alternativo crítico. La catarata
de internet nos ofrece sin distinción el estudio riguroso, el dato valioso, el
argumento elaborado, la tesis consparanoica sin fundamento, la cifra falsa, la
suplantación de un testigo, el megalómano mentiroso, el vanidoso cansino, la
trivialidad banal. No quisiera que se me confundiera y se pensase que estoy
defendiendo el elitismo, la historia está repleta de supuestos especialistas y
doctos que sólo eran unos mediocres pero, para cambiar y mejorar el mundo, es
necesario orientarse en la niebla y el vocerío estruendoso puede ser tan estéril
que también puede colaborar con la reacción e impedir el cambio. Mi propuesta
no es renunciar a las redes sociales ni a otras muchas opciones que nos abre la
red, sino tener claras sus limitaciones e intentar rectificar la deriva de sus
contenidos y el perverso uso mayoritario que la ciudadanía le está
dando.
Un objetivo ideológico
Hemos de considerar que si bien la aparición de
internet ha supuesto una libertad de información -y de desinformación- sin
precedentes y el fin del oligopolio de la distribución de esta información, en
la red siguen siendo desproporcionadamente poderosos los mismos que fuera de
ella. Las grandes empresas desarrollan métodos de presencia e influencia
abrumadora sobre el contenido de internet: a través de colaboradores pagados en
foros y webs, mediante influencia en buscadores, inversiones en diseños y
tecnología que desarrollan sus proyectos en internet. Tampoco olvidemos que lo
más leído en la red en cuanto a información siguen siendo los grandes medios
tradicionales, incluso son los más referenciados en las redes sociales. Según
datos del Instituto Nielsen NetRatings publicados por Le Monde y citados por
Ignacio Ramonet, “de entre los doscientos sitios web de información online más
visitados de Estados Unidos, los medios tradicionales representan un 67% del
tráfico” y “el 80% de los enlaces que encontramos en las webs informativas, los
blogs o las redes sociales norteamericanos remiten a medios de comunicación
tradicionales”. Concluye Ramonet que “en internet, el fenómeno de la
concentración de información y de la escasez de pluralismo, aunque de naturaleza
diferente, no es menos importante que en la prensa tradicional”[2].
Por otra parte, y recordando a Guy Debord, el formato
espectacular de imagen, color, movimiento, interacción y superficialidad de la
información actual ya es, en sí mismo, ideología: “El espectáculo es la
ideología por excelencia, porque expone y manifiesta plenamente la esencia de
todo sistema ideológico: empobrecimiento, servidumbre y negación de la vida
real”.[3]
Son numerosos los elementos de ideologización que
encontramos en los nuevos formatos y el nuevo patrón informativo que se está
imponiendo. Para empezar los motores de búsqueda ya incorporan un sesgo
reaccionario y conservador. Sus criterios priman lo mayoritario, lo popular, el
consenso dominante, no solo a la hora de priorizar las temáticas, sino también
las tesis sobre esos temas, los autores, los portales informativos. En una
biblioteca uno encontraba el libro del pensador reaccionario al lado del
pensador rupturista, en cambio Google nos ofrece los primeros diez enlaces del
autor y el medio dominante y el alternativo o contracorriente aparece mucho
después. Los grandes medios pueden disponer de técnicos y complejas estrategias
informáticas para lograr un buen posicionamiento en los motores de búsqueda, en
algunos casos incluyen en sus contenidos determinadas palabras claves que saben
que son las más buscadas por los internautas. Tenemos así otra nueva forma de
adulteración de la información que se intoxica para triunfar en
Google.
Propietarios
Para aproximarnos al ideario de los principales
interesados en el nuevo modelo informativo tecnológico podemos hacer un somero
repaso de los accionistas de las principales empresas, es decir, quienes
financian y reciben beneficios de este modelo.
En primer lugar tenemos al gigante Google, que cotiza
en el Nasdaq y es propietario, entre otras empresas y servicios, de Youtube y de
Motorola Mobility. Entre sus accionistas, junto a los fundadores Sergey Brin y
Larry Page, se encuentra Eric Schmidt, miembro del Club Bilderberg, fue el
presidente y director general de Google hasta abril de 2011. También Ram
Shriram, antes directivo de Netscape y de Amazon. Entre los inversores
institucionales, básicamente se encuentran grandes fondos de inversión de
capital riesgo como FMR LLC, The Vanguard Group, Inc., State Street Corporation
y otros más.
En cuanto a Facebook sabemos que recaudó unos 18.000
millones de dólares con su salida a Bolsa, esa operación la gestionó Morgan
Stanley, que estuvo al frente de la operación junto Goldman Sachs y JP Morgan.
Su fundador, Mark Zuckerberg, posee el 18,4% de la compañía. Entre los
principales accionistas y directivos se encuentra Goldman Sachs, un banco que,
como se recordará, estuvo implicado en la crisis financiera de Estados Unidos en
2008. También estuvo involucrado en el origen de la crisis financiera de Grecia
de 2010-2011, ya que ayudó a esconder el déficit de las cuentas griegas del
gobierno conservador. Otro accionista de Facebook es Erskine Bowles (también es
miembro de la junta directiva), fue alto cargo de la administración Clinton y
ahora de la de Obama como presidente de la Comisión Nacional de Responsabilidad
Fiscal y Reforma. Además es miembro de la junta directiva de General Motors,
Morgan Stanley y Norfolk Southern Corporation. También tenemos a Sheryl
Sandberg, quien trabajó para Google y el Banco Mundial. Fue jefa de gabinete en
el Departamento del Tesoro en la Administración Clinton. Pertenece al directorio
de empresas como Walt Disney y Starbucks. Y Reed Hastings, director ejecutivo de
Netflix, un proveedor de internet estadounidense, y miembro del consejo de
administración de Microsoft, además del de Facebook.
La mayoría de los accionistas de Twitter proceden de
firmas de capital de riesgo como Spark Capital, Union Square Ventures, Kleiner
Perkinsm Benchmark Capital, Institutional Venture Partners, T. Rowe Price, y DST
Group. La empresa está obsesionada con que no sean más de 500 para no tener que
cotizar en bolsa y no hacerlos públicos. Se sabe que entre los accionistas de
Twitter se encuentra el príncipe saudí Alwaleed bin Talal, quien anunció en
diciembre de 2011 que había adquirido una participación de 300 millones de
dólares. Skype ha sido comprada recientemente por Microsoft y Tuenti es
propiedad en su mayoría de Telefónica.
A todo lo anterior podemos añadir los intereses
empresariales de los consorcios de fabricación de teléfonos móviles, la
industria de la informática y las operadoras de telefonía e internet. En
conclusión, una vez más, detrás de las empresas de los nuevos formatos de
comunicación, están los grandes grupos de inversión mundiales junto con algunos
multimillonarios de la nueva economía, es fácil deducir la ideología que
promoverán.
Censura
La propiedad privada de las empresas tecnológicas y sus
soportes tecnológicos modernos les permiten todo tipo de censura que,
asombrosamente, es aceptada por ciudadanía y los poderes públicos. Se considera
a redes sociales como Facebook y soportes como Youtube ejemplos de logros en la
democratización de la información sin percibir que se trata de empresas privadas
que, mediante un teclazo desde sus centros de control, pueden eliminar un
contenido díscolo y hacer desaparecer a un usuario con la resignación de una
sociedad que nunca se plantea que estamos ante un ataque a la libertad de
expresión. Facebook veta imágenes que no le gustan y expulsa de sus páginas a
colectivos que le parecen indeseables. En junio de 2012, Facebook censuró una
portada de la revista de humor española El Jueves alusiva a Merkel y Rajoy y
comunicó al administrador que la había colgado que se le sancionaba con 30 días
sin poder subir contenidos a la red social.[4] Si la revista se seguía distribuyendo con
normalidad en los quioscos y, en cambio, en la red social Facebook no se
permitía y se sancionaba al usuario estábamos sufriendo, de manos de las redes
sociales, un retroceso de la libertad de expresión.
Las noticias de grupos sociales que ven eliminada su
página de Facebook son constantes, en abril de 2011 diferentes colectivos que
protestaban en el Reino Unido contra los recortes de su gobierno denunciaron el
cierre de sus páginas en esta red[5]. Ese mismo mes unos activistas españoles del
15M denunciaban que el anuncio de su manifestación, con más de veintitrés mil
asistentes confirmados, era borrada de varias de sus páginas.[6] Youtube elimina vídeos bajo cualquier
argumento insostenible, como sucedió con la cuenta del portal Cubadebate por un
vídeo que denunciaba el apoyo financiero que recibía el terrorista Luis Posada
Carriles[7], autor intelectual de la explosión de un
avión civil cubano que provocó la muerte de 73 personas. Algunos usuarios
también denunciaron que les borraron vídeos de Youtube, al igual que su cuenta
de usuario, argumentando que violaban derechos de autor cuando se trataba de
imágenes de televisiones públicas que las emitían y las cedían para libre uso.[8] Las denuncias de los afectados por esas
acciones nunca tienen gran trascendencia ni ninguna viabilidad legal puesto que
son empresas privadas que, desde su casi monopolio del servicio y con una imagen
internacional de comunicación libre y gratuita, aplican la censura con
regularidad. Por su parte, los internautas cubanos denunciaron que Google ha
vetado a los habitantes de ese país el uso de su servicio Google Analytics, a
través del cual los administradores de páginas web conocen las estadísticas de
accesos. En cambio la empresa sí puede seguir utilizando esos datos para sus
cálculos y negocios.[9] Es ingenuo creer que nos van a dejar su
logísticas, es como si un grupo de Panteras Negras se quisieran reunir en un
local de McDonalds.
El modelo de funcionamiento de las redes puede ser
claramente reaccionario y conservador. Obsérvese, por ejemplo, que en Facebook
aparece siempre la opción “me gusta”, pero no existe la correspondiente “no me
gusta”. “Se trata de impedir, obviamente, la sanción de marcas y productos que
puedan ser futuros anunciantes o inversores. Pero también se inscribe de lleno
en ese ciberoptimismo por el que se incita a la producción constante
(inteligencia colectiva) y se desprecia la crítica y, sobre todo, la inacción,
la huelga, la renuncia”.[10]
Ciberactivismo
“El riesgo de internet es pensar que se vive la
democracia en directo, cuando sólo es una democracia virtual. Internet no es más
que la continuación de la utopía de querer hablar directamente con todo el
mundo; el problema es pensar que eso va a resolver nuestros problemas reales”[11].
Nuestro activismo político se despeña por una pendiente
hacia la virtualidad de los manifiestos y firmas en la red, el sexo ha alcanzado
la higiene absoluta y la desinhibición total gracias al mundo virtual, los
amigos no están en el bar sino en el facebook, seguirán contabilizados aunque
mueran mañana. Las autopistas son virtuales porque son las “autopistas de la
información”. Pero mientras sucede todo esto, las guerras y las hambrunas nada
virtuales con sus muertos no virtuales y los armamentos y criminales que las
provocan, tampoco virtuales, siguen existiendo. Del mismo modo, nuestro salario
y nuestras prestaciones sociales nos las están disminuyendo de forma real,
mientras seguimos conectados al mundo virtual. La ofensiva tecnológica-virtual
parece diseñada para sacarnos de la realidad auténtica y meternos en una
realidad virtual con el objetivo de neutralizarnos. Existen juegos en internet
para niños -y adultos- en el que el sistema te premia con “créditos” para
comprar objetos virtuales previo envío de SMS con un coste en euros reales. Es
decir, cambian con toda impunidad dinero real por dinero virtual. Del mismo modo
actúa gran parte de la revolución tecnológica: nos roba nuestra vida real, sobre
todo si puede ser potencialmente crítica y subversiva, y nos la cambia por vida
virtual. Ese es uno de los objetivos de la denominada brecha digital, mientras
los empobrecidos del mundo mueren de hambre, los que tienen para comer son
aprehendidos y llevados al mundo virtual, el mundo feliz de Aldous Huxley donde
no tendrán por qué preocuparse de los pobres. Toda esta catarata tecnológica
tiene como objetivo principal el aislamiento del individuo.
Exponer esta tesis en Cuba, donde sus ciudadanos sufren
grandes dificultades para el uso de internet debido al bloqueo de Estados Unidos
que impide que la isla acceda con normalidad al ciberespacio puede parecer
inoportuno, pero yo vengo de una Europa abducida por las redes y creo necesario
advertir a los cubanos de esa posibilidad.
Espectáculo y alineación
Los nuevos soportes y formatos están desarrollando un
modelo informativo superficial y simplista de la realidad y del pensamiento. Si
lo analizamos desde el punto de vista ideológico, estaremos de acuerdo en que la
superficialidad sintoniza más con un ideario que no pretenda cambiar las
estructuras de poder vigentes, que fomente el acomodo de los ciudadanos al
modelo dominante. En cambio, un ideario que pretenda desarrollar el análisis
inductivo, el pensamiento crítico, que ponga en tela de juicio las estructuras
de poder, requiere una información y un pensamiento más elaborado, más profundo
y argumentado.
Redes físicas
Frente a las redes virtuales, debemos apostar por
construir redes reales. Para ello, el primer paso es reconocer que las virtuales
nunca pueden sustituirlas, tanto si pretenden fortalecer lazos de amistad como
si buscan organizar a la ciudadanía socialmente para cualquier objetivo. Las
redes de internet son precarias, coyunturales e impiden establecer lazos firmes
entre sus miembros. Aunque resulte una obviedad, no hay que dejar de insistir en
que los “amigos” de Facebook no son amigos. Unas redes firmes, sólidas y
duraderas requieren personas que se encuentren físicamente en el mundo real, que
se enfrenten a situaciones de la vida real en lugares físicos, cara a cara, que
discutan sobre problemas comunes, objetivos y planes de acción. Todo ello sin la
mediación de máquinas. Las redes sociales y el mundo virtual han socavado el
histórico derecho de reunión y lo han sustituido por un hecho social
alucinatorio: la falsa conciencia de reunión, la ‘ilusión de reunión’. La
conciencia espectadora, presa de la pantalla, tras la cual ha sido deportada la
propia vida, sólo encuentra interlocutores ficticios que desemboca en un autismo
espectacular[12]. En palabras premonitorias de adónde nos ha
llevado internet, Guy Debord afirmó que “la ‘misión histórica de instaurar la
verdad en el mundo’ no pueden realizarla ni el individuo aislado ni la
muchedumbre atomizada”. Y, hoy, cada uno de nosotros, frente a nuestro
ordenador, no somos otra cosa que muchedumbre atomizada. La alternativa según
Debord era el Consejo Obrero como forma desalienada de la democracia. Sí, un
término, el de Consejo Obrero, que puede parecer arcaico, pero que no es otra
cosa que el encuentro físico de seres humanos oprimidos con el objetivo de
liberarse y de cambiar el mundo. Vicente Romano, en su Ecología de la
Comunicación, plantea que hay que “reivindicar, proteger y fomentar los espacio
experimentales, los lugares públicos, contra la retificación (red,
tejido) telemática de la sociedad”[13]. En su opinión, “es menester el entorno
natural y social vivo, en vez de los sistemas tecnológicos rígidos en los que
los seres humanos están fijos en el sentido del diálogo persona-máquina. Para
ello reivindica “espacios sensorialmente perceptibles en donde pueda desplegarse
la profusión social y humana al instante”. Romano los denomina “lugares del
tiempo”, y son “lugares del encuentro, de entrar en contacto: mercados, plazas,
campos deportivos, patios, cafés, iglesias, etc.” Es importante insistir en que
la comunicación no presencial es imaginaria. La presencia real, en cambio, es
física, orgánica, material. Estamos donde estamos, y en ningún otro sitio, e
interactuamos donde estamos de verdad. Tendemos cada vez más a atenuar la
diferencia que existe entre esos dos tipos de presencia.[14] El escritor Isaac Rosa nos puso el
ejemplo de las movilizaciones de los mineros españoles en el verano de 2012:
·
Mientras nosotros escribimos posts y tuits de denuncia
contra los recortes (yo el primero), ellos se encierran en los pozos, paralizan
el tráfico, levantan en pie de guerra comarcas enteras, y finalmente echan a
andar por la carretera. Mientras nosotros pintamos ingeniosas pancartas y
componemos simpáticos pareados para gritar en manifestación, ellos se enfrentan
a cuerpo con la Guardia Civil. Mientras nosotros retuiteamos y damos miles de
“me gusta” para apoyar las reivindicaciones de los colectivos más castigados,
ellos van pueblo por pueblo dando y recibiendo abrazos, compartiendo comidas y
techo. Mientras esperamos al próximo aniversario para volver a tomar las plazas,
ellos se plantan en la Puerta del Sol tras haber hecho suyas las plazas de todas
aquellas localidades por las que pasaron.
La lección está clara: ante el ataque total contra los
trabajadores, estos no son tiempos de hashtag, sino de barricada. Frente a la
solidaridad efímera de la red social y la indignación inofensiva, son tiempos de
caminar juntos, de compartir encierro o marcha, de encontrarse en las calles, de
abrazarse como ya no nos abrazábamos, como estos días se abrazaban los mineros
con quienes los esperaban a la entrada de cada pueblo.[15]
Con este evento Cuba ha demostrado ser nuevamente
pionera. Al reunirnos aquí ha convertido en tangible y real el mundo virtual que
yo estoy criticando. Aquí algunos se han calificado de “cibermambís”, pero yo
quiero precisar que los cubanos lograron su independencia de España con mambís
reales, si se hubieran quedado en cibermambís, todavía gobernaríamos los
españoles. Y Fidel Castro no vino en un “cibergranma” vino en el Granma,
un barco físico y real.
Jugar en terreno enemigo
Nadie deberá pensar que vamos a negar el gran avance
que ha supuesto internet en numerosos aspectos. Desde el ámbito de la educación
al de la comunicación entre las personas y, por supuesto, en el periodismo.
Especialmente, y ese logro nunca debemos olvidarlo, para terminar con la
exclusividad informativa que tenían las grandes empresas. La generación puente
de periodistas críticos que conocimos la profesión antes de internet y después,
podemos constatar la dificultad que teníamos antes para difundir algún texto y
lo sencillo que es ahora. Hace veinte veinte años no conseguíamos un medio donde
colocar nuestra información, ahora lo difícil es conseguir que el medio pueda
ser descubierto por los lectores. En cualquier caso, una de las paradojas a las
que nos enfrentamos ante las nuevas tecnologías, los modernos hábitos de la
información y las redes sociales es que, por muchas críticas que les señalemos,
no podemos mantenernos al margen porque nos veríamos barridos del panorama. Muy
a nuestro pesar, nos vemos obligados a jugar en un terreno enemigo y
empobrecedor pero si no lo hiciéramos nos encontraríamos expulsados del juego
directamente. Esto es muy importante para Cuba, necesitada de mejorar sus
servicios de conectividad y desarrollo tecnológico.
Si alguien cree que pretendo que el lector abandone su
tablet, sus redes sociales, su iPhone o cualquier otro artilugio de los cuales
parece que reniego, se equivoca. Mi intención no es otra que adjuntar una
especie de advertencia de efectos secundarios, peligros de sobredosis, medidas
de prevención y recomendaciones para el buen uso. Podríamos establecer un
paralelismo con respecto a otros entornos perversos, como el de las armas. Los
movimientos populares, los regímenes democráticos y participativos no pueden
estar a favor del uso de la violencia y del armamento, pero no pueden permanecer
en el tablero internacional sin medios de defensa porque serían derrocados
inexorablemente. De ahí que debemos responder a quienes nos califican de
incoherentes e hipócritas a los que criticamos las modernas tecnologías y sus
formatos comunicacionales y al mismo tiempo las utilizamos. Efectivamente, es
como ese pueblo pacífico, humano y solidario que odia las pistolas, pero que
sabe que las necesitas para defenderse. Yo mismo uso mi teléfono móvil como la
mayoría de los ciudadanos, envío SMS, mantengo un blog, dispongo y consulto mi
cuenta de Twitter; no se trata de cargar contra la tecnología, sus ventajas son
indiscutibles y su presencia y utilización inevitables. La cuestión no es hacer
que desaparezca, sino qué hacer y cómo con lo que existe. El hecho de que
algunos denunciemos sus elementos adversos, intentemos desmitificarlas y
advirtamos del daño que pueden estar causando no deben impedir que las
utilicemos, porque, como ya hemos señalado, están aquí, no podemos renunciar a
ellas y además apreciamos sus ventajas. Lo mismo que no podemos exigir a un
ecologista que no viaje en avión a ver a su familia que vive a dos mil
kilómetros o al comunista que no se coma una mariscada, tampoco los que nos
preocupamos por la involución de la información con los nuevos formatos y
tecnologías vamos a volver a la máquina de escribir o renunciar a internet. No
somos la versión moderna de los ludistas ingleses que se oponían a la revolución
industrial en el siglo XIX. Nuestro objetivo es intentar nadar y avanzar en este
océano que nos ha tocado vivir y, para ello, buscar propuestas e iniciativas
viables y que permitan combinar lo positivo de nuestros tiempos con los valores
intemporales. Incluso en los contenidos supuestamente irreverentes y subversivos
de nuestros medios alternativos debemos recordar que solo pueden tener sentido
si tienen como objetivo la transformación del mundo, de otro modo, como también
nos descubrió Debord, estarán condenados a convertirse solo en
espectáculo.
Por Pascual Serrano
*Intervención en el II
Taller Internacional “Las redes sociales y los medios alternativos, nuevo
escenario de la comunicación política en el ámbito digital”. La Habana, febrero
2013. Estas palabras están extraídas del libro “La jibarización de la
información”, cuya publicación está prevista en marzo de 2013 en la editorial
Península.
Notas:
[1] “Eurocopa 2012: Twitter celebra los
goles de la televisión”. Periodistas 21, 2-7-2012
[2] Ramonet, Ignacio. La explosión del
periodismo. Clave Intelectual, Madrid, 2011.
[3] Debord, Guy. La sociedad del
espectáculo. Pre-Textos, Valencia, 2010
[4] El Jueves, 14-6-2012 http://www.eljueves.es/2012/06/14/facebook_veta_nuestra_portada_merkel_rajoy_plan_sadomaso.html#
[5] The Guardian, 24-4-2012 http://www.guardian.co.uk/technology/2011/apr/29/facebook-accused-removing-activists-pages
[6] Barrapunto.com, 12-4-2011 http://barrapunto.com/~manje/journal/35852
[7] Cubadebate.cu, 13-1-2011 http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/01/13/censura-de-youtube-a-cubadebate-desato-movimiento-solidario/
[8] lubrio.blogspot.com.es, 13-6-2012 http://lubrio.blogspot.com.es/2012/06/rcn-y-venevision-usan-youtube-para.html
[9] La pupila insomne. 19-6-2012 http://lapupilainsomne.wordpress.com/2012/06/19/google-roba-datos-de-sitios-cubanos/
[10] Baños Boncompain, Antonio,
Posteconomía. Hacia un capitalismo feudal, Barcelona, Los libros del
lince, 2012
[11] Citado por Rivière, Margarita. La
fama. Iconos de la religión mediática. Crítica, Barcelona, 2009.
[12] Debord, Guy. La sociedad del
espectáculo. Pre-Textos, Valencia, 2010
[13] Romano, Vicente. Ecología de la
comunicación. Hiru, Hondarribia, 2004
[14] Benasyag, Miguel y Del Rey, Angélique.
Nunca más solo. El fenómeno del móvil. La oveja roja. Madrid,
2007
[15] Rosa, Isaac. “Soy minero”. Eldiario.es,
11-7-2012 http://www.eldiario.es/zonacritica/2012/07/11/soy-minero/
http://lapupilainsomne.wordpress.com/?like=1&_wpnonce=521e639737&wpl_rand=52280d6461
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