martes, 26 de febrero de 2013

REPORTAJE// CIA central de inteligencia, ¿o de escándalos?

La agencia ha estado por más de seis décadas en el banquillo de los acusados por sus operaciones encubiertas, intromisión o el uso de métodos de tortura como la penetración por el ano de objetos contundentes a detenidos. Recientemente, su director tuvo que renunciar por un “affair”, mientras los aviones no tripulados o drones son investigados por matar a inocentes.

Con cuchillos y tijeras le cortaron la ropa, luego lo tiraron al suelo, donde lo pisotearon por la espalda. Después fue penetrado violentamente por el ano con un objeto.
Antes, había sido secuestrado, golpeado, amarrado, cegado temporalmente con un flash y privado de alimentos.

Khaled El Masri, un vendedor de vehículos de nacionalidad libanesa, pero residenciado en Alemania, fue encarcelado y torturado en una prisión de la CIA en Afganistán, en 2003, por supuestamente pertenecer a las filas de Al Qaeda. Pero aquello se trató de un error de la agencia de inteligencia de Estados Unidos. El Masri fue confundido con un terrorista que tenía un nombre parecido, además, inexplicablemente, la CIA nunca corroboró un informe de Macedonia que lo señalaba como miembro del grupo comandado por Bin Laden.

El caso de El Masri es solo una de una larga cadena de errores y escándalos que acumula la CIA desde su fundación en 1947, que irónicamente nació como respuesta al fracaso de la inteligencia por no haber alertado el ataque a Pearl Harbor (Hawaii) seis años antes.

Escándalos sexuales, apoyo a golpes de Estado con especial enfoque en Latinoamérica, desaparecidos, experimentos ocultos en seres humanos, financiación de atentados y hasta fracasos en la identificación de ataques terroristas contra Estados Unidos complementan los descalabros de la agencia, permanentemente en el banquillo de los señalados, aunque siempre libre de culpa.

El Masri al menos recibió, 10 años después de su amarga experiencia, 80 mil dólares en compensación. Su caso fue conocido por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, que recopiló en un informe de 97 páginas todos los abusos cometidos contra él. El libanés perdió a su esposa, sufre de ataques de paranoia y ahora está preso en Alemania por asaltar al alcalde de su ciudad durante un arranque de rabia.

Pero no todos tienen la suerte, si puede llamarse así, que tuvo El Masri de ver la luz del día para contar lo que le sucedió. Otros nunca aparecieron y se habrán llevado su historia sin que el mundo la conociera.

Por su puesto, la agencia con sede en Washington ha sumado también a su expediente una cadena de aciertos clave para la seguridad de Estados Unidos e, incluso, del mundo entero. Así por ejemplo, el año pasado se informó que la CIA desmanteló un plan de Al Qaeda en la Península la Arábiga para cometer un atentado suicida contra un avión con destino a EE UU, a propósito de cumplirse un año de la muerte de Bin Laden.

Al indagar en la página web de la agencia, que puede leerse en inglés, español, francés, ruso, chino y árabe, nos encontramos con el “acerca de la CIA”: “Para realizar su misión, la CIA se compromete en la investigación, el desarrollo y el despliegue de alta tecnología con propósitos de trabajos de inteligencia. Como una agencia separada, la CIA sirve como una fuente independiente de análisis de tópicos de interés, y también trabaja de cerca con las otras organizaciones de la Comunidad de Inteligencia para asegurar al consumidor de inteligencia —ya sean los funcionarios que dictan las políticas de Washington o el comandante en el campo de batalla— que reciba la mejor inteligencia posible”, dice parte del texto.

Sin embargo, más recientemente la CIA ha estado en el ojo del huracán también por la utilización de los aviones no tripulados, mejor conocidos como drones. El 6 de febrero se supo que la agencia opera una base secreta de drones en Arabia Saudita, desde hace casi dos años.

Los aviones no tripulados han realizado asesinatos selectivos dirigidos contra militantes sospechosos de pertenecer a Al Qaeda en países como Pakistán, Yemen y Somalia. Grupos de derechos humanos los han condenado por representar una guerra ilegal, clandestina y que, en ocasiones, perjudica a ciudadanos inocentes. El responsable de Naciones Unidas para el Contraterrorismo y derechos humanos, Ben Emmerson, por su parte, hace casi un mes dijo que inició una investigación por la muerte de civiles como consecuencia de ataques de drones.

Los líos de falda han estremecido igualmente los muros de la impenetrable agencia. David Petraeus, el anterior director de la CIA, considerado un héroe de las guerras de Irak y Afganistán, dimitió en noviembre pasado luego que el FBI le descubriera una relación extramatrimonial con su biógrafa Paula Broadwell, una exmayor del Ejército estadounidense, casada, igual que él. A partir de ese momento, la reputación del general de cuatro estrellas dejó de brillar. La infidelidad en el Ejército se paga caro.

 

De mayor repercusión y sostenido en el tiempo, dada sus características, ha sido el escándalo de la CIA relacionado con las torturas en la cárcel de Guantánamo, una base estadounidense que funciona como centro de reclusión desde el 2002, bajo la presidencia de George W. Bush. El centro ha sido utilizado para detener e interrogar a talibanes e integrantes de Al Qaeda e identificar a los responsables de los atentados del 11-S.

En 2008, Michael Hayden, exdirector de la CIA, admitió que en Guantánamo se utilizó como método de interrogatorio el tormento de toca, que provoca sensación de ahogamiento.

Por sus instalaciones han pasado más de 700 personas de 40 países, muchos de ellos torturados, sin juicios ni derecho a la defensa. A partir de las primeras denuncias, hace más de 10 años, las condiciones internas de los detenidos mejoraron considerablemente.

Privación del sueño, humillación sexual, temperaturas extremas, palizas, desorientación acústica y visual, encadenamientos en dolorosas posiciones y utilización de perros adiestrados para causar pánico son algunas de esas torturas copiadas, por cierto, de viejos rivales como China y la Unión Soviética.

También la CIA y el gobierno de Bush sufrieron el desprestigio que les provocó la invasión de Irak (2003), un conflicto bélico no autorizado por la ONU y justificado por la presencia de armas de destrucción masiva en el país árabe, pero que en realidad nunca existieron.

Hace unos años, el profesor y experto en relaciones internacionales, Gerson Gómez Acosta, escribió: “La lista de errores se hace llamativa con el fracaso para predecir el derrumbe de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría. Así como la incapacidad de adaptarse a un mundo con desafíos que ya no le ofrece la rivalidad con los regímenes comunistas, y la acostumbrada politización de los datos de inteligencia: su exdirector George Tenet (1997-2004) deliberadamente corrompió los datos de inteligencia para justificar la guerra de Irak”.

La sombra de los escándalos siempre ha perseguido a la CIA, así como la siembra de intrigas que hasta películas, series o documentales han inspirado.
La noche más oscura, es el nombre de una cinta estrenada en 2012 y dirigida por Kathryn Bigelow. La producción abre con una larga secuela de torturas y, en una cárcel del organismo en Pakistán se somete a un hombre (Ammar) con un sinnúmero de vejaciones. Tras pasar por el ahogamiento simulado, Ammar le pide a la agente (protagonista) que le ayude. “Te puedes ayudar a ti mismo diciendo la verdad”, le contesta ella.

CIA, guerras secretas, es un documental de tres capítulos (2003) sobre el rol de la agencia en el entramado escenario internacional. En el primer capítulo se puede ver, entre otros acontecimientos, cómo la inteligencia norteamericana estuvo presente en el derrocamiento del presidente de Guatemala, Jacobo Árbenz Guzmán, en 1954. En el siguiente episodio, se desvela que la CIA suministró información errada al expresidente Jimmy Carter sobre Irán. La falta de tino provocó que Washington no se tomara en serio la revolución islámica. Un resumen sobre hechos más recientes, en el último capítulo, dice: “Nadie creyó que Saddam Hussein invadiría a Kuwait, así que el nuevo fracaso se añadió al largo historial de la CIA. Cuando Bill Clinton llegó destituyó a toda la cúpula de inteligencia y se despreocupó de las operaciones clandestinas. El atentado de las Torres Gemelas de 2001, también tuvo como origen a Bin Laden, pero se hizo la vista gorda por lazos e intereses petrolíferos con la familia saudí reinante de la que Bin Laden formaba parte. Todo esto fue contado por el Washington Post. Cuando Clinton decidió darle importancia a Bin Laden autorizó, incluso, su asesinato, pero no lo pudieron encontrar. Los intereses y conexiones petrolíferas de la familia Bush hace pensar que durante un tiempo, el Gobierno de EE UU lo formaban compañías petrolíferas y no cargos electos”.

Las operaciones encubiertas de la central de inteligencia en Latinoamérica dan para un libro aparte. Archi conocido son los lazos entre la agencia, Orlando Bosch y Luis Posada Carriles en la organización del atentado explosivo (1976), en pleno vuelo, de un avión cubano. En el hecho murieron 73 personas.

De vuelta a Guatemala, en 2011 se supo que médicos norteamericanos realizaron, bajo custodia de la CIA, experimentos en unos 500 mil ciudadanos guatemaltecos, sin su consentimiento, en los años 40. Los ensayos buscaban datos sobre reacciones a medicamentos contra la sífilis, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual. El presidente Barack Obama pidió disculpas al país centroamericano por aquellas pruebas.

La CIA también organizó y financió el desembarco por Bahía de Cochinos para derrocar a Fidel Castro (1961). Pocos años después desplegó campañas en República Dominicana y Brasil que terminaron con el derrocamiento de sus respectivos presidentes.

En la década de los 70, el mandatario Richard Nixon destinó 10 millones de dólares para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende, que también cayó.

Por cierto, Nixon utilizó a la CIA en el llamado caso Watergate. El escándalo de espionaje en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata obligó al expresidente republicano a renunciar a la Casa Blanca.

También la CIA apoyó a la oposición nicaragüense para enfrentar el triunfo de la evolución sandinista, organizó grupos paramilitares en El Salvador y hasta patrocinó a Manuel Antonio Noriega en Panamá, quien luego sale del poder a la fuerza por sus lazos con el narcotráfico.

En años recientes, Venezuela, Bolivia y Ecuador han denunciado la participación de la CIA en actividades desestabilizadoras.

Los poderes para investigar sin necesidad de autorización judicial, es decir, por cualquier vía legítima o ilegítima, han puesto a la CIA en el banquillo en innumerables oportunidades. ¿Agencia de inteligencia o de escándalos? ¿O ambas?

Por  Juan Pablo Crespo

Tomado de  http://www.panorama.com.ve/portal/app/push/noticia55985.php


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