Con todos los sondeos que lo ubican
como favorito para ganar en primera vuelta en las elecciones de
mañana domingo, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se
encamina a consolidar una década de gobierno socialista en la
nación sudamericana.
Según diversas encuestas difundidas
en los últimos días, el mandatario de izquierda y en el poder desde
2007, obtiene un promedio del 57 por ciento de los votos válidos
del electorado, lo que le asegura un triunfo.
Las cifras otorgan una cómoda
victoria del gobernante de entre otros siete candidatos que aspiran
llegar al poder y pujan, aún con escasas posibilidades, por forzar
a una segunda vuelta.
Encuestadoras privadas descartan
ese escenario por la amplia ventaja del mandatario ante su
principal rival, el ex banquero de derecha, Guillermo Lasso, quien
obtiene entre el 9 y 20 por ciento de apoyo.
Los otros aspirantes registran un
respaldo por debajo del 6 por ciento en las encuestas.
Analistas sostienen que ello es el
reflejo de una oposición debilitada y sumida en una crisis con
nuevas fuerzas políticas locales que no han logrado convertirse en
una alternativa al "correismo", que parece ser invencible.
Para ser elegido en primera vuelta,
el vencedor deberá superar el 50 por ciento de los votos o el 40
por ciento, con una ventaja de 10 puntos frente a su rival
inmediato.
Correa, llega a los comicios con
seis años de gestión a cuestas en los que ha puesto en marcha
muchos programas sociales y obras de infraestructura, que le han
permitido ganar el apoyo de la mayoría de ecuatorianos.
Esa, es su principal fortaleza
aupada además por su carisma y un discurso alejado de la izquierda
radical, que han calado entre miles de seguidores, en los que se
apoya para defender la llamada "Revolución Ciudadana", su proyecto
político.
De ganar la Presidencia, algo de lo
que está convencido, Correa ha prometido profundizar su revolución
que pregona el "cambio" y la construcción de una "Patria
nueva".
"La esencia de la Revolución
Ciudadana es cambiar el Estado burgués a un Estado integral" o
"Estado popular", ha dicho el mandatario quien propugna el llamado
socialismo del siglo XXI, al igual que su aliado venezolano Hugo
Chávez.
"Hemos avanzado y mucho, el país es
otro, nadie lo puede negar, ni los más acérrimos opositores. El
Ecuador vive un verdadero cambio de época, es la Patria nueva",
sostiene Correa.
TRAYECTORIA
Correa, un economista de 49 años
formado en Estados Unidos, es un líder carismático que maneja un
discurso populista, y a la vez, desafiante, que asusta a la
oposición y desconcierta a la prensa, que lo acusa de atentar
contra la libertad de expresión y no ser tolerante a las
críticas.
Nacido en el puerto de Guayaquil y
de origen humilde, Correa se define como un ciudadano de clase
media-baja, que pudo estudiar gracias a becas y logró graduarse en
la Universidad Católica belga de Lovaina la Nueva y doctorarse en
la Universidad estadounidense de Illinois.
Su aparición en la escena política
surgió en 2006 cuando llegó al ministerio de Finanzas durante el
gobierno interino de Alfredo Palacio, del cual fue separado por sus
posturas radicales contra los organismos internacionales de
crédito.
Desde entonces, labró su imagen
política y fundó el movimiento Alianza PAIS (AP) para postularse a
la presidencia, que ganó ese mismo año sin el apoyo de los partidos
políticos, pero rodeado de grupos de izquierda y del sector
indígena, ahora ex aliados.
Una vez en el poder promovió la
redacción de una nueva Constitución, que fue aprobada en un
referendo en 2008, que le habilitó para ser reelegido un año
después en comicios anticipados.
Enemigo del neoliberalismo, al que
acusa del retraso de su país en regímenes anteriores, gobierna con
un estilo propio caracterizado por una personalidad temperamental
que le ha ocasionado múltiples confrontaciones.
Quienes no comulgan con sus ideas y
políticas lo tildan de "autoritario" y "dictador", pero Correa se
burla de tales críticas.
Durante su gobierno ha mantenido
una férrea lucha contra la prensa privada a la que califica de
"corrupta" y "poderes fácticos" por supuestamente manipular la
información para desprestigiarlo.
Esa lucha, lo que le llevó a
entablar un juicio por injurias al diario local "El Universo", que
fue sentenciado con el pago de una multa de 40 millones de dólares
y tres años de cárcel contra sus directivos.
La arremetida derivó en una ola de
críticas de organizaciones internacionales contra el gobernante,
quien terminó por perdonar la condena.
En sus seis años de gestión,
suspendió el pago de la deuda externa que consideró ilegítima,
expropió bienes a los banqueros, obligó a las petroleras privadas a
cambiar sus contratos en beneficio del Estado y enfrentó la
oposición de los indígenas a la extracción de petróleo y minerales
de sus territorios.
Asimismo, duplicó la inversión en
gasto social, impulsó la construcción de proyectos estratégicos,
como hidroeléctricas, y cambios en el sistema educativo.
Su principal logro político fue
haber ganado seis procesos electorales consecutivos, que incluyeron
la aprobación de la nueva Constitución de corte socialista y un
referendo para reformar la justicia y regular a la prensa.
A lo largo de su gestión quedó
huérfano de los grupos que lo apoyaban, pues consideraron que se
alejó de los postulados de la revolución ciudadana.
A nivel internacional, Correa,
quien es un duro crítico de Estados Unidos, ha logrado posicionarse
como un líder latinoamericano, pero ha descartado convertirse en el
sucesor de su colega venezolano Hugo Chávez, ante una eventual
ausencia de éste por el cáncer que padece.
"No me interesa en absoluto ser una
figura política representativa, ser líder regional, créame que ya
tengo suficiente trabajo dentro del país", ha dicho.
CAMPAÑA PRESIDENCIAL
Para la campaña electoral rumbo a
los comicios de febrero, Correa pidió una licencia por 30 días a la
Asamblea Nacional (Congreso).
Liderando mítines y recorridos por
todo el país, el mandatario ha desarrollado largas jornadas
promoviendo los cambios que ha logrado su revolución y la consigna
de "no volver al pasado".
Correa ha alentado a votar en
plancha por la lista oficialista para la Asamblea Nacional, que
también se renovará con 137 escaños en los comicios, para contar
con una mayoría que le asegure la aprobación de leyes clave de su
plan de gobierno, algo que no ha podido lograr por un "boicot" de
la oposición.
El jefe de Estado perdió en los dos
últimos años el control de la Legislatura por discrepancias con
varios de sus asambleístas y aliados.
Tomado de http://spanish.china.org.cn
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