La culpabilidad de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
estadounidense en la inestabilidad que vive hoy Ucrania quedó demostrada
recientemente con la visita secreta a Kiev de su jefe, John Brennan.
El derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich con un saldo de
cerca de 100 muertos se suma al listado de operaciones sucias de esa
compañía y que incluye Guatemala e Irán (1954), Playa Girón en Cuba
(1961) y la denominada Operación Cóndor durante las dictaduras militares
en Latinoamérica.
La referencia pública del defenestrado Yanukóvich a una misteriosa
visita a Kiev de Brennan pareció el domingo pasado un producto de la
ficción.
De inmediato ocurrieron intercambios de chistes vía Facebook sobre la
base de la supuesta imaginación del aún legítimo mandatario, quien
recibe protección en Rostov del Don, Rusia.
Yanukóvich denunció que Brennan llegó a Kiev para ordenar a las
autoridades golpistas emplear las armas y con ello "provocar un
derramamiento de sangre en Ucrania".
Una fuente sin identificar, según la agencia, precisó que Brennan se
reunió con el ministro de Interior Arsén Avakov y el autodesignado
presidente interino, Alexander Turchinov, antes de que este ordenara a
las Fuerzas Armadas incorporarse a la represión contra quienes reclaman
el ruso como lengua cooficial y más derechos para su región.
Washington mantuvo silencio, pero tras la insistencia de Moscú de
explicaciones convincentes acerca de la visita urgente divulgada por la
prensa, el Departamento de Estado confirmó la estancia en la capital
ucraniana del zar del espionaje norteamericano.
Poco después, mediante un decreto, el autoproclamado mandatario y
presidente del Parlamento a la vez, Turchínov, ordenó una operación
represiva de gran envergadura con la participación del Ejército y la
inconstitucional Guardia Nacional, integrada por elementos neonazis del
bloque Sector Derecho y Autodefensas de Maidán.
En las acciones contra ciudades de la región de Donetsk, declarada
República Popular, intervienen decenas de blindados y medios aéreos, y
según los milicianos populares, el número de muertos ya rebasa las
decenas.
Las autoridades golpistas mantienen estricto control sobre los medios
de prensa ucranianos y obstruyen la presencia de los extranjeros en la
zona de conflicto, donde los partidarios de la federalización mantienen
la resistencia.
Al referirse a la influencia de la CIA sobre los gobernantes
actuales, el presidente del Centro ucraniano de Análisis sistémico y
pronósticos, Rostislav Itschenko, aseveró que el operativo represivo en
el sureste no es casual y guarda relación con la presencia de Brennan en
Kiev.
Itschenko indicó que prácticamente todos los jerarcas de las
estructuras represivas de Ucrania trabajan de una manera u otra con el
sistema de inteligencia de Estados Unidos.
El gobierno actual depende completamente de Washington, de ahí que
resulte difícil creer que una decisión tan seria (la operación militar)
no haya recibido un guiño de sus superiores, certificó el experto.
Subrayó el analista que con la venia de los norteamericanos, el poder
de Kiev aplica una política de represión contra sus oponentes y se
mantiene solo con los métodos de fuerza, pese a que la mayoría de la
población se opone a los golpistas.
Coincidió Itschenko en que justamente esa política y la renuencia a
dialogar con los sectores populares y sus oponentes políticos
desencadenaron el movimiento de protestas en el sureste del país.
Por su parte, el exjefe del Servicio de Seguridad de Ucrania,
Alexánder Yakimenko, recordó que Valentín Naliváichenko, designado su
sustituto por los golpistas, fue reclutado por la CIA hace varios años.
Naliváichenko fue contratado cuando era cónsul general de la Embajada
de Ucrania en Washington, y mantuvo contactos con la CIA después de
dejar el trabajo diplomático, los cuales se estrecharon de 2006 a 2010,
etapa en que por primera vez dirigió el Servicio de Seguridad de
Ucrania, dijo el denunciante.
Para Yakimenko, las huellas de la CIA están no solo en la represión
masiva puesta en práctica en el este del país, sino también tras las
protestas que desembocaron en el derrocamiento de Yanukóvich, con saldo
de cerca de 100 muertos, incluido el uso de francotiradores, quienes en
su opinión fueron contratados por los opositores.
Escrito por
Jorge Petinaud/Prensa Latina
CubaSí
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