No
podía ser de otra manera. Según una fuente del Pentágono -por supuesto cubierta
por el más descarado anonimato-, dijo hoy que el Boeing 777, del vuelo HM370 de
Malasya Airlines, podría demorarse años en ser localizado definitivamente.
El
asombrado periodista de Reuters escuchó al funcionario anónimo aceptar que
"hasta el momento, todo esfuerzo ha sido inútil y habría que ampliar el
área de búsqueda".
Este
anuncio es la antesala de un posible abandono de las labores de búsqueda en el Océano
Índico, luego de haber invertido millonarios recursos por lograr localizar los
restos del avión.
Ante
el reclamo airado sobre la suerte del vuelo MH370, las autoridades malasias,
títeres de la gran parodia montada por la inteligencia norteamericana, se
vieron obligadas a afirmar ante CNN que darían publicidad los resultados
preliminares de una investigación interna realizada por ellos. Otra manera
descarada de ganar tiempo ante la opinión pública internacional.
Lo
cierto es que cada día se fortalece más la tesis manejada por mí, así como
otros analistas, de que el avión fue desviado por EE UU hacia Diego García, por
encontrarse en el mismo una bomba sucia que amenazaba a Rusia y a China, en una
operación oscura promovida por la CIA.
Mientras
EE UU calle y Obama realice una gira por la región -explicando o no la suerte
de los 239 viajeros-, crece el repudio ante tal indiferencia.
No
cabe la menor duda de que la conspiración continúa y se trata de alejar el
interés de los medios sobre el asunto. Indicios indican que la base aérea de
Diego García ha aumentado la vigilancia y resulta aún más imposible acercarse a
ella. Esta fuente anónima del pentágono no ha hecho otra cosa que confundir,
alejar las esperanzas inmediatas y tratar de que la suerte del vuelo MH370 pase
al olvido o sea relegado ante otros acontecimientos, como lo son hoy el aumento
de las tensiones entre Rusia y EE UU.
Diversas
fuentes de inteligencia anuncian que el gobierno de Obama prepara un auto
ataque contra intereses norteamericanos para desviar la atención aún marcada
sobre la desaparición del Boeing 777. Otras apuestan por el estallido de un
conflicto bélico entre naciones asiáticas.
Lo
cierto es que EE UU no tiene manera de explicar cómo todos sus sistemas de
vigilancia NORAD perdieron al avión, lo que confirma que siempre lo tuvieron en
su mira y su ruta fue monitoreada hasta su lugar de destino.
Las
víctimas colaterales de esta conspiración -los 153 ciudadanos chinos, los 50
malasios, los siete indonesios, los seis australianos, los cinco indios, los
cuatro franceses, los tres estadounidenses, los dos neozelandeses, los dos
ucranianos, los dos canadienses, el ruso, el holandés, el taiwanés y los dos
iraníes que viajaban con pasaportes
robados-, son simplemente daños colaterales. También lo es el dolor de las
familias desoladas. Otros, sin embargo, como los Rostchild y los Rockefeller, han ganado jugosas ganancias con este criminal asunto.
Una
vez más ha vencido el poder de la conspiración.
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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