Quizás sea la mejor expresión de la archifamosa división entre el 1% y el
99%: en Estados Unidos, encontrar un puesto de trabajo en una empresa en la que
la mitad de sus empleados tienen que recibir cupones para comprar comida es el
doble de difícil que ser admitido en Harvard, o el triple que entrar en el
máster de dirección de empresas (MBA) de Stanford, el más caro del país.
El ejemplo más obvio es el de la cadena de supermercados Walmart. A finales
de 2013, esa empresa abrió sus dos primeros centros comerciales en el Distrito
de Columbia, es decir, en la ciudad de Washington. Recibió 23.000 solicitudes de
empleo, para sólo 600 plazas. O sea, el 97,3% de los candidatos fueron
rechazados.
Como contraste, Harvard, la escuela más exclusiva de la llamada Ivy League
sólo rechazó al 94,2% de los aspirantes a entrar en una de sus licenciaturas. El
MBA de la universidad californiana de Stanford aceptó al 7% de sus candidatos.
El que sea mucho más duro entrar en Walmart, que es famosa en EEUU por su dura
política laboral, muestra la situación del mercado de trabajo en el país. Como
declaró la semana pasada la presidenta de la Reserva Federal, Janet Jellen, «en
cierto sentido, el mercado laboral es más duro ahora que en cualquier otra
recesión».
Es cierto que la tasa de paro está estabilizada en el 6,7% desde principios
de año. Y también que la población activa está volviendo a crecer, lo que indica
que los estadounidenses saben que, si se busca trabajo, éste acaba por aparecer.
Pero en el sector más bajo de la economía sigue habiendo una inmensa reserva de
personas con escasa cualificación y que son parados de larga duración cuyos
salarios no aumentan y para los que tampoco existen nuevas oportunidades. De
hecho, según datos del Departamento de Trabajo de EEUU, por cada seis meses
adicionales en paro las posibilidades de encontrar un empleo disminuyen en un
45%.
De hecho, el 28% de los empleos en Estados Unidos son de bajos salarios,
según un estudio del Instituto de Economía Política, que define esos puestos de
trabajo como aquellos en los que el sueldo es inferior a la mitad de la renta
mínima necesaria para sostener a una familia de cuatro personas. En 2010, cuando
la crisis del mercado laboral estaba en su apogeo, el porcentaje era exactamente
el mismo. En 2020, de acuerdo a ese estudio, seguirán suponiendo el 28% de todos
los empleos.
Encima, el poder adquisitivo de los salarios de esos empleos de baja
remuneración está cayendo: entre 2008 y 2011, descendió un 2,3%, más del doble
de lo que descendieron las pagas de los trabajos considerados de nivel medio,
según un estudio de la consultora californiana Sentier.
Los Walmart de Washington reflejan esa situación. La capital estadounidense
es una de las ciudades más caras del país. Para pertenecer al 1% más rico hay
que tener unos ingresos anuales de 447.500 euros, es decir, casi el doble que
para el conjunto de Estados Unidos. Y, sin embargo, su tasa de paro es del 7,5%,
casi un punto porcentual por encima de la media nacional.
En ese paraíso del 1%, no es de extrañar que 23.000 personas hayan aspirado a
trabajar en una empresa que en promedio paga 6 euros y 36 céntimos a la hora
(sin descontar impuestos y cotizaciones) a sus cajeras, lo que supone una media
aproximada de 14.000 euros anuales.
El Mundo.
Tomado de http://www.gatoencerrado.net
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