Antecedente surgió de declaración prestada por Pedro Espinoza en el
proceso por el cual los jerarcas de la DINA y Colonia Dignidad fueron
condenados a cuatro años de presidio por asociación ilícita. Así, se
confirma que oficiales de la CIA estuvieron varios meses entrenando a
sus pares chilenos tras el 11 de Septiembre.
Quien fuera el segundo hombre de la extinta Dirección de Inteligencia
Nacional (DINA), Pedro Espinoza, aseveró que luego del golpe de Estado
la Central de Inteligencia estadounidense (CIA) entrenó a agentes
chilenos, lo que efectuó en un lugar emblemático: en la Escuela de
Inteligencia que la DINA montó en “Casa de Piedra”, la que fuera la
mansión que en la precordillera poseía el mítico Darío Sainte-Marie, más
conocido como “Volpone”, amigo personal de Salvador Allende y dueño del
diario El Clarín.
Hasta antes de las declaraciones de Espinoza, que se recogen en la
condena de cuatro años de presidio por asociación ilícita dictada ayer
por el juez especial Jorge Zepeda en contra de los máximos jerarcas de
la DINA y Colonia Dignidad, sólo existían algunos dichos de Manuel
Contreras en este sentido, quien –en una entrevista con la periodista Nancy Guzmán– afirmó que entre julio y agosto de 1974 ocho oficiales de la CIA habían entrenado a su gente, sin entregar mayores precisiones.
Sin embargo, hoy se conocen nuevos e insólitos detalles al respecto,
como el hecho de que el lugar que la DINA escogió para dichos efectos
estuviera revestido de un gran simbolismo para la izquierda chilena, tal
como lo ilustró un reportaje de Jorge Escalante al
respecto: “Desde antes del golpe militar de 1973, Darío Sainte-Marie
Soruco, ‘Volpone’, es un buen amigo de Salvador Allende. Sainte-Marie es
el dueño del Consorcio Publicitario y Periodístico S.A. y de la Empresa
Periodística El Clarín. Clarín es el diario que más
ejemplares llegó a vender cada día en la historia del periodismo
chileno. Sobre 300 mil. Ácido. Punzante. Irreverente. Lengua de
serpiente. Inclinado hacia el crimen, historias policiales, amores
escandalosos, de corte popular. Con el triunfo de Allende en 1970, se
vuelca a un diario político que sustenta al gobierno de la Unidad
Popular”.
La orden de Pinochet
En sus declaraciones ante Zepeda, Espinoza (condenado, entre otros
crímenes, por el homicidio del ex canciller Orlando Letelier) relató que
en mayo de 1974 se desempeñaba como jefe de seguridad de la Junta
Militar cuando Pinochet lo llamó y “le ordena dirigirse donde el
coronel Manuel Contreras y este le comunica que necesitaba su ayuda para
organizar una escuela de inteligencia, también le señala que disponían
de una casa en el sector del Cajón del Maipo, más arriba de San José”.
De este modo, se confirma que luego del golpe de Estado la CIA seguía prestando cooperación directa a la DINA en un recinto en el cual, de un modo u otro, estaba presente la Colonia Dignidad, lo que es coherente con antecedentes previos sobre operaciones de inteligencia en las cuales coincidían agentes norteamericanos, alemanes y chilenos. Eso sucedió, por ejemplo, en el caso de Charles Horman y Frank Teruggi, norteamericanos detenidos y asesinados en Chile tras el Golpe. El segundo de ellos, como lo prueban documentos del FBI, comenzó a ser vigilando en Chile en 1972 luego que, desde Alemania, se entregara a la inteligencia estadounidense la dirección en que vivía en Santiago, en medio de una operación conjunta entre el FBI y la CIA que se llamaba “Caos” y que estaba destinada a vigilar a estadounidenses “izquierdistas” en un listado de 20 países, entre ellos Chile.
Se trataba de “Casa de Piedra”, lugar que, como lo expuso un reportaje de Ciper Chile publicado el 2007,
no sólo fue utilizado con fines de entrenamiento, sino también como uno
más de los recintos secretos de tortura de que dispuso la DINA, un
sitio que, además, siempre estuvo en el ojo de los organismos de
seguridad, al punto que el ex cabo de Ejército Carlos Labarca Sanhueza
relató al juez Zepeda que dicha vivienda fue allanada al día siguiente
del golpe, operación en la cual él participó.
El documento judicial explica
que a fines de 1974 Labarca llegó por segunda vez a “Casa de Piedra”, a
esas alturas ya convertida en la Escuela de Inteligencia, y al mando
del teniente Armando Fernández Larios y del entonces mayor Pedro
Espinoza Bravo.
Labarca no se guardó mucho ante el juez. Confidenció que “en la
implementación de la citada escuela tuvieron una destacada participación
colonos de la llamada Colonia Dignidad, quienes instalaron una antena
de transmisión y equipos de radio, de alta frecuencia, muy adelantados
para la época, pues se comunicaban directamente y sin problemas a Parral
y otras ciudades. Este equipo era operado desde Santiago por Fernández
Larios y Pedro Espinoza, quienes se comunicaban, en clave, diariamente
con los colonos. Cuando los colonos venían a Santiago, concurrían a
‘Casa de Piedra’ y ellos probaban los equipos y se comunicaban a Parral o
a la casa que tenían cerca del Estadio Nacional”, aludiendo a la casona
que los germanos poseían en Ñuñoa.
Labarca dijo haber visto allí a Paul Schäfer y otros alemanes, y
también confesó haber participado en un curso de inteligencia ofrecido a
la DINA por estos, el cual se realizó en Parral. Al respecto, dijo al
tribunal que “no recuerda bien la fecha en que, de la agrupación de Casa
de Piedra, unas seis a siete personas visitaron Colonia Dignidad, en
grupos de dos o tres, por el lapso de una semana, aproximadamente,
acompañándolos Fernández Larios. En dicho lugar participó en un curso de
nociones de explosivos dictado por el mismo colono gordo llamado ‘Mauk’
(Gerhard Mücke), junto a otros colonos más jóvenes. Les exhibían
películas, fotos y documentos relacionados con la Segunda Guerra
Mundial, donde se podía apreciar las destrucciones de tanques, puentes,
etc., además de las actuaciones de los servicios de inteligencia
alemanes” (Mücke es uno de los condenados por Zepeda, junto a Kurt
Schnellenkamp, Karl Van Den Berg, Gerd Seewald, Espinoza, Manuel
Contreras y Fernando Gómez Segovia, jefe de la DINA en Parral).
De lo que Labarca no se olvidó, sin embargo, es de la impresión que
le causó el lugar. El fallo cuenta que el militar “quedó demasiado
sorprendido, al igual que sus compañeros, por el nivel de avance de
Colonia Dignidad a esa época. Tenían tecnología que ellos no conocían,
potentes equipos de comunicación, citófonos en todas las habitaciones,
equipos de cámaras y videos, las puertas totalmente automatizadas se
abrían y cerraban solas. Tenía la impresión de que eran constantemente
vigilados, pues siempre estaban en las habitaciones que les habían
asignado”.
La versión de Espinoza
No obstante, Pedro Espinoza relativizó todo lo anterior. El ex
jerarca de la policía secreta especificó que él recién llegó hacia julio
de 1974 a la Escuela de Inteligencia de “Casa de Piedra”, donde –según
él– sólo estuvo un año, asegurando además que la Colonia no tenía nada
que ver allí, a diferencia de lo planteado por Labarca.
Espinoza argumentó ante el ministro Zepeda que su conocimiento de la
Colonia partió en 1968, cuando se desempeñó en el Regimiento de
Artillería de Linares, aseverando que en 1975, mientras estaba en el
santuario de San Sebastián (en Yumbel), su padre se sintió mal, por lo
que optó por llevarlo al hospital de “Villa Baviera”, ocasión en la cual
supo que en ella se encontraba el teniente Fernando Laureani, de la
Agrupación “Vampiro” de la DINA, quien le manifestó “que había llegado
allí con un detenido que había trasladado desde Concepción”. Pero,
claro, Espinoza estaba de descanso, así es que “como él se encontraba de
vacaciones, no indagó más en ese asunto”.
Los amigos de la Colonia
En todo caso, Espinoza sabía bastante de la Colonia como para ser un
simple visitante. Dijo al juez Zepeda que hasta ese recinto “concurría
el señor Guzmán (Jaime), la ex Ministra de Justicia, doña Mónica
Madariaga, acompañada de su subsecretaria” y que “también concurrió en
una oportunidad a una recepción que se hizo en la casa que tenían los
colonos en la calle Campos de Deportes, donde asistió la señora Lucía
Hiriart de Pinochet, una hija de esta, el coronel Contreras, la señora
Mónica Madariaga y otras personalidades”.
Pero de las actividades de inteligencia de los alemanes, nada,
aseguró Espinoza al juez. En relación a los dichos de Labarca, explicó
que los acólitos de Schäfer sólo habían ido una vez a la casa de
“Volpone” para reparar los equipos de radio, “pues ellos tenían bastante
conocimiento al respecto”, aunque agregó un antecedente que contradice
sus dichos anteriores en orden a que los germanos nada tenían que ver
con la represión, al decir que “tomó conocimiento que en cierta
oportunidad, aproximadamente, agosto de 1974, los alemanes habían
detenido a una persona en la calle, junto con Armando Fernández Larios,
según el propio relato de este, y trasladaron al detenido a la colonia.
Esa fue la única actividad que conoció entre Fernández Larios y los
alemanes”.
Pese a ello, Espinoza insistió majaderamente en su declaración en
“que no tuvo contacto con alemanes, tampoco se mantuvo a personas de esa
u otra nacionalidad dictando cursos a los alumnos de la Escuela”, pero
ahí incurre en una segunda contradicción, pues a renglón seguido afirmó
ante el ministro en visita que “en los meses de julio o agosto de
1974, hubo personal de la CIA que hizo cursos de instrucción en la
Escuela de Inteligencia de San José de Maipo”.
Inteligencia extranjera
De este modo, se confirma que luego del golpe de Estado la CIA seguía
prestando cooperación directa a la DINA en un recinto en el cual, de un
modo u otro, estaba presente la Colonia Dignidad, lo que es coherente
con antecedentes previos sobre operaciones de inteligencia en las cuales
coincidían agentes norteamericanos, alemanes y chilenos.
Eso sucedió, por ejemplo, en el caso de Charles Horman y Frank
Teruggi, norteamericanos detenidos y asesinados en Chile tras el Golpe.
El segundo de ellos, como lo prueban documentos del FBI,
comenzó a ser vigilando en Chile en 1972 luego que, desde Alemania, se
entregara a la inteligencia estadounidense la dirección en que vivía en
Santiago, en medio de una operación conjunta entre el FBI y la CIA que
se llamaba “Caos” y que estaba destinada a vigilar a estadounidenses
“izquierdistas” en un listado de 20 países, entre ellos Chile.
Tras la desaparición de Horman, en tanto, y ya en plena dictadura,
existe constancia (en una de las fichas de inteligencia de Colonia
Dignidad) de que oficiales estadounidenses, no se especifica de qué
agencia, visitaron ese enclave junto a un oficial de la Armada chilena,
implicado en el caso Horman.
Además de la CIA, hay antecedentes respecto de un entrenamiento que
el Mossad israelí habría efectuado a suboficiales de la DINA, que está
relatado en el libro Mossad, escrito por el ex agente de dicho organismo, Víctor Ostrovsky.
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