El presente artículo debí enviarlo este viernes, pero ante el
duelo general por la muerte de ese gran escritor que es García Márquez,
el más grande desde Cervantes, decidí aplazarlo.
En todos los lugares del mundo se ha recordado y despedido a Gabo con
admiración y cariño. En todos, menos en Miami. Hasta el postrer minuto
de su vida y el primero de su muerte, la derecha cubanoamericana del sur
de la Florida no ha dejado de calumniarle. No le perdonan lo mismo que
no le perdonaron a Mandela: su amistad entrañable y leal con la
Revolución Cubana y con Fidel.
Mi artículo sobre estas actitudes miserables lo dejo pendiente. Ahora
paso a referirme al último episodio de corrupción de esos mismos
delincuentes que no respetaron a Gabo, ni respetan las leyes de los
Estados Unidos.
Después de reiterados silencios y resistencias, el actual alcalde de
Hialeah Carlos Hernández, de origen cubano, terminó aceptando ante un
gran jurado en una corte federal del sur de la Florida que recibió
dinero con intereses de usura del joyero Luis Felipe Pérez, alias
Felipito, quien cumple condena de 10 años por fraude.
“Usurero” quiere decir aquí “garrotero”; de la peor clase, porque
además de la fuerza para hacerse pagar, apela al chantaje asociado a la
política. Que nadie piense que la expresión “mafia de Miami” para
referirse a este sector es una metáfora. Es una verdad y de las más
exactas.
Lo que ha sucedido con el comportamiento político de un grupo de
alcaldes cubanoamericanos de Miami, que ahora toca en particular al
actual alcalde de Hialeah Carlos Hernández, es un hecho suficientemente
escandaloso como para que el Gobernador Rick Scott o el Fiscal del
distrito del sur de la Florida Willy Ferrer empiecen a tomar cartas en
el asunto.
Muchas personas en Miami se preguntan: ¿por qué a pesar de que Carlos
Hernández reconoció haber recibido pagos indebidos podría salvarse de
ser juzgado? A partir de investigaciones y averiguaciones que he estado
haciendo, parece que el alcalde Hernández recibió inmunidad al hacer esa
declaración como testigo del gobierno federal contra el anterior
alcalde Julio Robaina, también de origen cubano.
A la fiscalía no le interesa tanto Hernández como ganar el caso contra
Robaina. No obstante, la falta que aquel cometió se considera una
felonía en segundo grado, por lo cual pudiera recibir hasta 5 años por
cada cargo.
Ante la falta de claridad el programa La Tarde se Mueve (LTSM) del
pasado jueves ofreció el teléfono de la fiscalía para que se exigiera
esa información; para que dijeran si habían dado inmunidad al alcalde
Hernández o no.
Creo que pedir información es saludable. Si hay un pacto con
Hernández, pues entonces que se explique. Porque se trata de un oficial
electo y resulta escandaloso desde el punto de vista político y moral.
Mi opinión, y la de otras personas que siguen este proceso, es que lo
más conveniente para Hialeah es que Carlos Hernández deje de ser
alcalde. Como se sabe que es de baja catadura y no va renunciar para no
perder poder y prebendas, estaría bien que un grupo de vecinos de
Hialeah ponga una demanda para que salga del gobierno de la ciudad.
Aunque ahora haya reconocido su delito, Hernández mintió al respecto en
las anteriores elecciones que lo llevaron al cargo negando que hubiera
recibido dinero. Le mintió a sus electores y a la prensa.
Una comunidad de personas humildes y trabajadoras como la que reside
en Hialeah, no se merece un alcalde como Hernández; que sería el tercer
alcalde-delincuente-cubano en línea, luego de que fuera encausado el
alcalde de origen cubano Manny Maroño, de la municipalidad de Sweetwater
en el Condado Miami Dade; y después Julio Robaina.
Sobre el caso del ex alcalde Manuel Lázaro Maroño, más conocido como
“Manny”, ya tuve la oportunidad de compartir con los lectores el
artículo “La hipocresía y el doble rasero de la justicia en los EE.UU.”,
publicado el 18 de noviembre del pasado año.
(http://latardesemueve.com/archives/1628)
Y también he podido escribirles anteriormente sobre los desatinos del
alcalde Hernández en Hialeah, al relacionar el nombre de una de sus
calles a un culpable de narcotráfico, o entregar las llaves de la ciudad
al terrorista Luis Clemente Posada Carriles.
(http://latardesemueve.com/archives/1268).
Una decisión que si no fuera una farsa, podría haber llenado de
almacenes de explosivos a “la ciudad que progresa”, por aquello de “si
hace falta”. No debe olvidarse que recientemente Posada Carriles y su
grupo alardearon públicamente de que aunque no eran violentos en el
“Pacífico”, eso no impedía que sí lo fueran en el “Atlántico”.
Quiero terminar compartiendo con los lectores algo que tiene que ver
con la trabajosa realidad de la existencia de un programa radial
alternativo en Miami como La Tarde se Mueve. Lo he dejado para el final
porque tampoco deseo descentrarme de la raíz legal y moral de la
corrupción miamense con algo que me implica como persona y como
periodista. En el contexto de una reunión del ayuntamiento de Hialeah,
Julio Robaina utilizó su posición de alcalde (además de para establecer
la “tradición” de homenajear a Posada Carriles) para actuar contra La
Tarde se Mueve.
Hizo allí un evento para facilitar que el batistiano Roberto Martín
Pérez, marido de Ninoska Lucrecia Pérez Castellón, coincidiera con un
grupo de empresarios que se anunciaban en La Tarde se Mueve, como es el
caso de Serafín Blanco (dueño de las tiendas “Ño, que barato”) para
intimidarlos y exigirles que quitaran sus anuncios. Catorce anuncios de
la Tarde se Mueve fueron retirados bajo amenazas a sus dueños de
cerrarles negocios y sabotearles la clientela.
Si además de Manny Maroño y Julio Robaina la fiscalía decide encausar
a Carlos Hernández, Miami podría tener el record de tres alcaldes
presos por delitos cometidos mientras ejercían sus cargos. Si siguen
juzgando y encerrando a este tipo de personas, habrá una razón adicional
para que de ningún modo puedan regresar a Cuba.
Edmundo García*
*Edmundo García, periodista cubano residente en EE.UU., conductor del programa “La Tarde se Mueve”.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
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