Trio de terroristas: José Basulto, Orlando Gutierrez y Ramón Saúl Sánchez |
Ayer apareció lloroso frente a los medios que han dado cobertura
mediática a un aniversario más sobre el incidente del 24 de febrero de 1996,
que provocó como resultado el derribo de dos avionetas de hermanos al Rescate.
Basulto, cínicamente, se ha prestado a revivir este acontecimiento con cinismo
y descaro. ¿Qué fue realmente lo que sucedió? ¿Quién es este siniestro
personaje? ¿Por qué ha sido un cómplice de las agresiones de la CIA contra Cuba
y continúa viviendo impune a pesar de sus crímenes? Ofrezco a mis lectores la
verdad absoluta sobre estos hechos en un viejo trabajo que data del año 2003.
Apenas al nacer, aquel
8 de agosto de 1940, la estrella de José Basulto León estaba predestinada a
titilar entre las que integran la bandera norteamericana. Su padre fue un alto
funcionario de una compañía norteamericana radicada en Cuba —la Punta Alegre
Sugar Sales Company—, y ese contexto favoreció a que se desarrollara en él un
fuerte sentimiento pronorteamericano y anexionista, el cual marcaría su
personalidad y convicciones. Toda su vida, pues, recién desde su adolescencia,
se vinculó al vecino país del norte. Cuanto apenas contaba los 17 años de edad,
marchó a los Estados Unidos para cursar estudios de aviación. Allí materializó
no sólo sus sueños de llegar a ser un afamado aviador, sino también la
posibilidad de integrarse, como uno más, al sistema de vida americano.
El triunfo de la
Revolución lo sorprendió cuando contaba con 19 años de edad y sintió el
cosquilleo inicial, experimentado por muchos, hacia la nueva experiencia que
vivía la Isla. Pronto se daría cuenta de su error: las medidas revolucionarias,
encaminadas a terminar con una larga época de desigualdades, afectó a los
intereses familiares tan ligados a los burgueses yanquis. Para su padre,
representante de los explotadores tradicionales, la opción era clara, quedarse
y vivir la nueva realidad o irse del país en busca de nuevos aires mientras se
esperaba la caída de los profanadores. Y Pepin tomó también su decisión:
se sintió predestinado a acabar con todo aquello y devolver a los suyos lo
perdido.
En enero de 1960, ya
en Estados Unidos, se vinculó de inmediato a la Agencia Central de Inteligencia
de los Estados Unidos (CIA). La promisoria aventura a la que se ligaba le
permitiría no sólo canalizar su ímpetu juvenil, sino convertirse en alguien
admirado por sus nuevos jefes. Fama y poder, aventura y reconocimiento,
ingredientes suficientes para desbordar un espíritu inmaduro e inestable.
Cuatro meses después, Basulto se vería incorporado a un riguroso entrenamiento
en varias instalaciones operadas por la Agencia, el que tuvo su inicio
en Usepa Island (en Fort Meyer), siguiendo por Fort Peary (Virginia) y Camp
Trax (Retalhuleu, Guatemala). Allí fue entrenado como un terrorista: recibió
clases de criptografía, guerra irregular, armamento, demolición comunicaciones,
técnicas de inteligencia y contrainteligencia, etc. Finalmente, en febrero de
1961, está listo para cumplir las misiones que se le ordenaran. Y la orden no
se hizo esperar.
Las mentiras de
Basulto
En un mensaje a los
integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias leído el 2 de marzo de 1996,
durante un largo y aburrido discurso pronunciado en el hangar de Hermanos al
Rescate, situado en la base de Opa-Locka, Miami, Basulto se atrevió a
pronunciar una de sus más sobresalientes mentiras. Lo hizo, cuidando que la
nariz in crescendo no derrumbara el micrófono ante su pinochezca
perorata:
Yo, José Basulto,
como militar fiel que fui y que ha renunciado a la violencia. Quiero hablarles
de combatiente a combatiente, de cubano a cubano.
Un poco antes había
dicho la misma idea que ahora repetía:
Nos mantenemos firmes
en nuestra convicción no violenta. Resistiremos a la dictadura, ejerceremos
nuestros derechos conculcados, practicaremos la desobediencia civil, pero nunca
seremos los causantes de la violencia.
Sorprende creer que
quien pronunció estas palabras fue el mismo individuo que el 24 de agosto de
1962 tiroteó el ahora nombrado teatro Carlos Marx (en esos momentos teatro
Blanquita) y el hotel Rosita de Hornedo, ubicados en calle 0 y primera avenida,
en Miramar.
Incorporado a varias
organizaciones contrarrevolucionarias como el Directorio Revolucionario
Estudiantil (DRE), la Brigada 2506 y el Ejército de Liberación Anticomunista
(ELA), siempre se caracterizó por la búsqueda de protagonismo. Si no descollaba
en algún grupo, se marchaba de inmediato a otro en busca de reconocimientos y
de bonanzas económicas. En ocasiones, metió las manos en los bolsillos de su
propia gente, siendo expulsado del ELA en 1969 por indebido manejo de los
fondos de esta organización. Esta mala fama le acompañará toda la vida. Sus
socios de correrías, como Andrés Nazario Sargent lo tildan de mercenario
voluntario manejado por los americanos. A fin de cuentas, Basulto sacó
provecho al negocio del terrorismo: hoy posee una casa que vale cerca del medio
millón de dólares.
Este amante del
pacifismo que pretende empequeñecer a Ghandi, se infiltró en Cuba el 21 de
noviembre de 1963, cerca de Santa Cruz del Norte, una vez que culminó un curso
de adiestramiento en Fort Benning, en el cual tuvo como compañeros a Jorge Mas
Canosa, Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez Mendigutía, William Schuss
Alvarez y otros. En los años 70 y 80 continúa su deambular por diferentes
organizaciones terroristas, entre las que se destacan Agrupación Católica
Universitaria, Brigada 2506 y Junta Patriótica Cubana. Desde las mismas
organiza diferentes acciones violentas contra la Isla.
En el año 1982 planeó
introducir explosivos en Cuba para perpetrar un atentado contra Fidel Castro.
Un año después se dedicó as reclutar a individuos con vistas a formar comandos
terroristas para ser infiltrados en la Isla.
Apenas tres años
antes de sus declaraciones a favor de la no violencia, Basulto preparó varias
acciones hostiles contra Cuba:
● Intento de sabotear
torres de alta tensión en San Nicolás de Bari, en la Habana, en 1993.
● Gestionó la compra
de un avión modelo Delfín L-29 para atacar instalaciones militares cubanas.
(Octubre de 1994)
● Intento de emplear
un arma teledirigida para atentar contra objetivos en Cuba. (Octubre de 1994)
● Intento de atentar
contra la refinería de Cienfuegos en 1994.
● Intento de atentar
contra Fidel y varios dirigentes cubanos haciendo uso de un arma antipersonal
desconocida.
Creo, amigo lector,
que estos datos son suficientes para desmentir el pretendido pacifismo de
Basulto. Aquí bien vale recurrir a aquel refrán que aprendimos desde jóvenes: Árbol
que nace torcido, jamás su tronco endereza.
Otra de las mentiras
de Basulto es la relacionada con sus vínculos con la CIA. Cada vez que alguien
le pregunta al respecto, se apresura a negarlo y asumiendo un aire de persona
ofendida. Así reaccionó ante la pregunta de Hernán Calvo Ospina y Katlijn
Declerq sobre su pertenencia a esa tenebrosa agencia:
¡Esa es otra
acusación que me hace el gobierno de Cuba! ¡Pero no sólo a mí, sino a todos os
dirigentes del exilio para desacreditarnos! Y para ello han volcado toda su
maquinaria de relaciones públicas internacionales.
Nuevamente fue
víctima de sus propias mentiras. Está demostrado que viajó a Centroamérica y a
Brasil cumplimentando instrucciones de sus jefes de la CIA. Asumiendo la
pertenencia de una misión humanitaria, fachada indudable de la agencia,
Basulto se involucró a la operación Irán-contras y en esas actividades estuvo
vinculado a uno de los mayores fraudes contra el seguro de los Estados Unidos,
motivado por el desvío de cerca de 30 millones de dólares destinados a ese fin
y desviados para ayudar a la contra nicaragüense. Junto a él participaron Félix
Rodríguez, Adolfo Calero y Miguel Recarey.
Es indudable,
entonces, que Basulto estaba vinculado a la CIA en esos momentos y recibía, al
igual que Posada Carriles—con fachada parecida en ese tiempo—, el salario de la
agencia. Fue, a no dudarlo, mantenido en sus actividades a favor de la contra
por los propios contribuyentes norteamericanos. En pago a esa manutención,
todos ellos se dedicaron a invadir de droga a las ciudades norteamericanas.
Prueba de ello fue su pertenencia al Comitee Ramsom of Centroamérica, una
probada fachada de la CIA para sus operaciones encubiertas en el área.
Existen otros dos hechos
que corroboran la permanencia de Basulto a la CIA en los últimos tiempos:
● Fue comprobado que en 1962 era atendido
directamente por Carl Jenkins.
● Varios oficiales
del FBI comentaron de manera indiscreta las intenciones de Basulto de adquirir
un avión del tipo Maule, capaz de aterrizar en una reducida pista de
sólo 400 metros de longitud, con vistas a realizar acciones violentas contra
blancos militares en Cuba. Entre ellos, dejaron por sentada la posibilidad de
que fuera una operación de la agencia dada la pertenencia de Basulto a la
misma.
Entonces, amigo
lector, aunque este señor lo niegue miles de veces, las pruebas y evidencian
confirman que sigue siendo un instrumento para ejecutar acciones de la Agencia
Central de Inteligencia de los Estados Unidos, lo que explica el porqué de su
arrogancia e impunidad al hablar de sus planes contra Cuba.
El arte de provocar:
otro negocio de Basulto
Tampoco hay duda
sobre la convicción de Basulto sobre la imposibilidad de que las fuerzas
contrarrevolucionarias puedan derrocar a la Revolución Cubana. Esta certeza lo
ha hecho diseñar una estrategia, compartida por Ramón Saúl Sánchez, de que el
derrumbe del gobierno de la Isla sólo es posible si intervienen los Estados
Unidos de América. Por ello, utilizando a la supuesta organización humanitaria
Hermanos al Rescate (HAR), se ha dedicado a gestar continuas provocaciones
encaminadas a caldear la beligerancia entre Cuba y los Estados Unidos de
América.
El 15 de mayo de 1991
inicia las operaciones de Hermanos al Rescate, solicitando al entonces
presidente de EE UU, George Bush, le fueran facilitados 3 aviones tipo O-2
—versión militar del conocido Cessna—, en ese tiempo propiedad de la fuerza
aérea norteamericana (USAF), para la supuesta labor de rescate de balseros
cubanos en el mar. ¿Podía Bush, viejo lobo de la CIA, dejar de complacer a uno
de sus más antiguos y serviciales agentes? Obviamente, no. A sus gestiones se
sumó la campaña capitaneada por Ileana Ross Lehtinen con vistas a “convencer”
al Presidente.
A partir de esa
fecha, con los aviones aun conservando las siglas de la USAF, Basalto se dedicó
a torpedear cualquier acercamiento entre Cuba y EE UU, creando las condiciones
para el aumento de las tensiones y beligerancia entre ambos países. Prueba de
ello lo son las constantes violaciones del espacio aéreo cubano, en abierta
provocación y realizando en estos vuelos tareas ilegales como difusión de
volantes contrarrevolucionarios, afectación del tráfico aéreo y otro tipo de
provocaciones. Entre estos podemos destacar:
● En mayo de 1992,
HAR se involucró en una operación ilegal de infiltración de terroristas al
norte de la provincia de Villa Clara.
● Violación del
espacio aéreo cubano por parte de aeronave de HAR, matrícula N8447, producida
el 18 de mayo de 1993.
● Varios aviones de
HAR sobrevolaron Ciudad de la Habana, lanzando bombas de humo, el 17 de abril
de 1994. Estas acciones se repiten en 7 ocasiones en los próximos meses.
● HAR prepara a un
grupo de terroristas que realizarían una acción violenta contra la refinería
“Carlos Manuel de Céspedes” de la ciudad de Cienfuegos. Estos planes se
desarrollaron en octubre de 1994.
● Hermanos al Rescate
organizó una flotilla compuesta por varias embarcaciones, seis avionetas y dos
helicópteros para promover una provocación contra el territorio y el espacio
aéreo cubanos. Llegaron, inclusive, a arrojar propaganda enemiga sobre la
ciudad capital de la Isla. Esto sucedió el 13 de julio de 1995.
● El 9 de enero de
1996, dos avionetas pertenecientes a HAR violaron el espacio aéreo cubano.
● Una nueva violación
del espacio aéreo cubano se produjo el 13 de enero de 1996, declarando
cínicamente el terrorista Basulto: Ellos dicen que yo estuve volando sobre
el territorio cubano, algo que todo el mundo sabe y que no he negado nunca.
● Tres avionetas de
HAR violaron nuevamente el espacio aéreo cubano el 24 de febrero de 1996 y dos
de ellas fueron derribadas por Migs cubanos. La única avioneta que no fue
derribada fue la piloteada por Basulto, quien huyó cobardemente empujando a sus
socios a la muerte segura.
Este último
incidente, fabricado deliberadamente por José Basulto, fue el colofón de
continuas provocaciones—más de 25 en los meses precedentes— desarrolladas
contra la soberanía cubana. Fue el ansiado pretexto buscado por Basulto para
enrarecer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Como resultado de estas
provocaciones y de la enérgica respuesta del gobierno de la Isla, EE UU
endureció su política hacia Cuba y fortaleció aún más el permanente bloqueo
contra las Isla. La aplicación de la Ley Helms Burton fue el fruto inmediato de
la política provocadora de este terrorista.
El verdadero retrato
de un terrorista:
Ambicioso y apegado
al dinero, Basulto tiene una larga hoja de antecedentes oscuros que lo ligan al
narcotráfico y a otros delitos como la estafa y la apropiación ilícita. Su
expulsión del Ejército de Liberación Anticomunista en 1969 por mal manejo de
fondos (dígase robo), su vínculo a operaciones de narcoterrorismo durante su
etapa centroamericana, que incluyeron fraudes al seguro norteamericano y otros
delitos, así como la venta de pulóveres y otros souvenirs alusivos al
incidente del 24 de febrero de 1996, lucrando indolentemente con el dolor de
los familiares de sus compinches, muestran su canallesca condición humana. Si
esto no fuera suficiente, se ha sabido que supo también lucrar con el tráfico
de personas al cobrarles a los familiares de balseros por el rescate de sus
familiares, operaciones que realizó siempre a espaldas de las autoridades
norteamericanas.
Hoy, este desalmado
individuo pretende robar parte de los fondos congelados del gobierno cubano por
Estados Unidos, arguyendo un supuesto stress como secuela de su participación
en el incidente de las avionetas. Nada menos que 75,9 millones de dólares
aspira obtener en esta nueva y sucia maniobra, apoyada por los mafiosos de
Judicial Watch, interpuesta en la United States Courthouse de Fort Lauderdale,
el 26 de febrero del 2003. Cuba y sus dirigentes son acusados de este supuesto
daño a Basulto, quien es incapaz de conciliar el sueño y sufre de neurosis. ¿No
será, acaso, su propia conciencia y sus culpas los que no lo dejan dormir? ¿No
serán las acusaciones de sus amigos traicionados por él y empujados a una
muerte injustificada, las que le provocan escalofríos y temores?
A pesar de su
pretendido pacifismo, este terrorista siempre ha apostado por la violencia y
por una guerra entre Cuba y su vecino poderoso del norte. Espera este cobarde
que sean otros—los miles de soldados norteamericanos que morirán si intentan
atacarnos— quienes acaben con sus enemigos de siempre, los cubanos. Para ello, se
ha convertido en artífice de la provocación y de la infamia. En 1996 pretendió
comprar un avión a reacción Mig-23. No cabe duda que su propósito estaba claro:
fabricar otro incidente como el del acorazado Maine, que provocó la entrada de
Estados Unidos en la contienda que libraba la Isla contra España a fines del
siglo XIX. ¿Para qué serviría un avión de este tipo si no para atacar objetivos
cubanos o, sin lugar a dudas, atacar objetivos norteamericanos y acusar luego a
Cuba? Para ello, no vacilaría en asesinar a militares y ciudadanos
norteamericanos.
Duele, desde luego,
que el gobierno, y la justicia norteamericana, apoyen a este rufián de baja
estofa. Al hacerlo se enloda también ante la opinión mundial y demuestra el
doble rasero de su percepción sobre el terrorismo. Algún día, cuando este
hombre —y otros como él—, se viren contra el gobierno yanqui como lo hizo un
día Bin Laden, será el pueblo norteamericano quien pague las consecuencias.
Mientras tanto, Basulto, el hijo preferido de la Casa Blanca, de la CIA y las
Cortes norteamericanas, sigue haciendo de las suyas con impunidad y con
evidente desprecio hacia sus propios amos.
Percy Francisco
Alvarado Godoy
24 de junio del 2003
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