El referéndum que se
llevará adelante en Bolivia el próximo 21 de febrero cristaliza el momento histórico que se está jugando en América Latina.
Evo Morales es la expresión de un pueblo que se ha organizado durante siglos
ante los embates de al menos tres imperios -español, inglés y norteamericano- y
que ha definido disputar el poder del Estado para alcanzar su soberanía.
Hace tan sólo diez
años, cuando Evo asumió como presidente de Bolivia con el 52% de los votos, el
60% de la población boliviana vivía bajo condiciones de pobreza y el 37%, bajo
pobreza extrema. Con la nacionalización de los recursos naturales y la
distribución de las riquezas, esas cifras descendieron al 39% y el 17%,
respectivamente. Los evidentes logros son reconocidos incluso por el Banco Mundial y la Unión Europea.
El pueblo boliviano
no solamente logró recuperar los recursos de su tierra, sino que además se encaró
en la fundación de un nuevo tipo de Estado, el Estado Plurinacional. Esta
experiencia única en el mundo desarma el esquema de Estado-Nación implantado
por las élites liberales desde mediados de siglo XIX, que sirvió de base para
la división internacional del capital entre países relegados a la producción de
materias primas y países centrados en el desarrollo industrial y
tecnológico-militar.
Pero en Bolivia, la sostenida resistencia contra un enemigo violento y aniquilador permitió la conservación de una identidad que, lejos de ser objeto de museo, se ha presentado con toda su carga histórica en el presente y ha sobrepasado, como una avalancha, a una rancia oligarquía carente de programa para recuperar el poder estatal. Procesos como este se han dado en distintos rincones de América Latina durante los primero años del siglo XXI, como respuesta a las políticas neoliberales.
Sin embargo, más allá
de los avances, Bolivia ha sufrido un nuevo tipo de control imperial durante la
última década: la injerencia imperialista.
Esta nueva táctica, o
combinación de tácticas, incluye: la influencia de organismos internacionales
de financiamiento que se concentran en una oficina local -la Embajada de
Estados Unidos-; el despliegue de una serie de “organizaciones no
gubernamentales” (ONGs) que apuntan a paralelizar la política pública estatal,
autoproclamándose “representantes” de la sociedad civil; el sistema de medios
de comunicación empresariales vinculados a la industria cultural y del
entretenimiento; y acciones violentas de calle perpetradas contra civiles y
cuyos responsables son anónimos o difusos.
Los organismos
internacionales se reducen a aquellas instituciones dependientes de otros
Estados (como en este caso la DEA, la USAID y la NED, todos dependientes de
Estados Unidos) o de otros partidos políticos fuera del territorio (como el
NDI, IRI y la KAS) que tienen una capacidad abrumadora de inyección de
capitales a diversas organizaciones, partidos políticos y personalidades que
hacen vida en el país. Tanto la DEA como la USAID fueron expulsadas de Bolivia
durante el primer gobierno de Evo, junto con el embajador norteamericano
Phillip Goldberg, tras evidenciarse las operaciones de desestabilización
vinculadas al proceso “separatista” encabezado por la derecha santacruceña y
que devino en el referéndum revocatorio en 2008, en el que Evo fue ratificado
por el 67% de los votos.
Las ONGs, por su
parte, se erigen bajo el mote de “tercer sector”, buscando un aire de
neutralidad frente al Estado y al sector empresarial. No obstante, son
financiadas por este último en su calidad de “donante”, o bajo la bien vista
“responsabilidad social empresaria”. Las ONGs se dedican a realizar el trabajo
político en el territorio, lo que para muchos puede ser considerado como
“activismo político”, pero en este caso, motivadas por un ingreso económico o
ideológico no manifiesto.
A su vez, se vinculan
estrechamente con los think tank de diversos organismos internacionales,
impulsando la formación de “liderazgos”, es decir, cuadros políticos, que luego
dirigen los partidos de la burguesía local. En Bolivia fue muy conocido el caso
de la ONG Avaaz.com, que intervino en el conflicto del TIPNIS que empujó al
presidente a plantear su renuncia, mientras que los movimientos sociales lo
empujaron a mantenerse en el cargo.
Avaaz se presenta
como una organización independiente, juvenil y progresista, aunque está
vinculada a la Chatham House, el Council on Foreign Relations (CFR), el Partido
Demócrata norteamericano y el magnate húngaro George Soros, mientras mantiene
una clara postura “antiterrorista” en Medio Oriente. En este caso, su interés
se basó en una supuesta defensa de la Amazonía boliviana, territorio que, en
los manuales militares norteamericanos consideran “territorio internacional”,
es decir, de su soberanía.
Finalmente, el
sistema de medios incluye a todo el aparato internacional que influye en la
construcción de matrices mediáticas que son replicadas tanto dentro como fuera
de las fronteras de esos países y que responden a los dueños de estos
conglomerados: en América Latina, suelen estar vinculados a la banca internacional,
las asesoras financieras y las multinacionales de alimentos. Más recientemente,
esta maniobra se expresó a través del “caso de tráfico de influencias”, en el
que se acusó mediáticamente a Evo Morales por corrupción – aunque se omitió la
presentación judicial correspondiente- y en el que participaron los grandes medios de todo el continente.
En el plano de las
manifestaciones violentas, la más reciente sucedió hace pocas horas, mediante el incendio a la Alcaldía de El Alto durante una movilización
en el que murieron seis trabajadores, ataque que se dio simultáneamente al
cierre de campaña que encabezaba Evo a pocos kilómetros, en el sur de La Paz, y
del que se desconocen los responsables políticos.
El proceso electoral
abierto es expresión de una voluntad inclaudicable de avance de un pueblo cada
vez más organizado y determinado a retomar las riendas de su historia. Las
diversas y permanentes tácticas de ataque desplegadas contra esta determinación
podrán ser ratificadas por sus autores intelectuales, o derrotadas una vez más,
abriendo un aire de esperanza para Nuestra América toda.
Por Micaela Ryan
No hay comentarios:
Publicar un comentario