miércoles, 29 de agosto de 2012

Escándalo por una fiesta de 007 de la agencia sueca de espionaje

ESTOCOLMO (Reuters) - El Gobierno sueco se ha visto avergonzado por la revelación de que la agencia sueca de espionaje celebró una fastuosa fiesta temática de James Bond, tras una serie de escándalos de gasto público que han empañado la reputación del país como modelo de rectitud.

La fiesta, en la que hubo 1.000 invitados, mesas de casino, famosos y una banda vestida de esmoquin tocando canciones de las películas de Bond, costó 5,3 millones coronas (635.000 euros) y se celebró en junio de 2011, durante una campaña de austeridad del Gobierno.

El asunto está dominando las portadas de los periódicos y las tertulias en televisión, además de ser el tema de conversación en las cenas y la munición de los políticos de oposición.

El periódico Dagens Nyheter fue el primero en hablar de la fiesta de Bond el lunes, y ha ido añadiendo detalles jugosos.

El diario señaló que Sapo, la agencia sueca de espionaje podría no haber convocado un concurso sobre la organización de la fiesta, además de reclamar la devolución de impuestos de más, precisamente cuando se enfrenta a posibles recortes de presupuesto. La oposición política ha pedido una investigación.

El jefe del organismo, Anders Thornberg, dijo que la agencia ha estado "bajo presión" tras una profunda reorganización, y después de un atentado suicida en Estocolmo por un miliciano islamista en diciembre de 2010.

"Creímos que necesitábamos una reunión especial para todo el equipo de policía de seguridad", dijo Thornberg, citado por el Dagens.

El escándalo de la fiesta de James Bond ha producido una gran introspección en Suecia sobre si el país escandinavo está abandonando valores como la justicia y la eficiencia que le valieron el respeto internacional y ayudaron a asegurar la popularidad de su alto régimen fiscal.

Éste es un país donde una ministra dimitió en 1995 después de que se descubriera que había comprado algunos objetos personales, incluyendo una chocolatina Toblerone, con la tarjeta de crédito del Gobierno. Se lo conoce como el "escándalo Toblerone". 
 Se trata del último de una serie de escándalos que han avergonzado al Gobierno de centroderecha del primer ministro Frederik Reindeldt, acuciado por una caída de popularidad en las encuestas y una oposición reforzada mientras intenta recortar impuestos y gastos de bienestar.

El Dagens Nyheter dijo que la agencia de inteligencia podría tener que reducir su plantilla en un 10 por ciento en los tres próximos años para cumplir los objetivos de presupuesto, dejando los millones de coronas gastados en una fiesta bajo una luz aún más desfavorable.

Para los detractores, el suceso es un indicio de que las reformas del mercado del año pasado han llevado a los antes austeros organismos gubernamentales a realizar gastos considerables que algunos suecos ven más acordes con grandes corporaciones.

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