En la memorable fecha del 14 de agosto (en la cual, en 1945, Japón
aceptó las condiciones de capitulación en la Segunda Guerra Mundial,
firmando más tarde, el 2 de septiembre, el Acta de Rendición a bordo del
acorazado Missouri) los chinos suelen organizar una acción nacional.Asia,Jap
Consiste en que una flotilla china sale al mar que China comparte con
Japón, para recordar a los japoneses que las islas Diaoyu (Senkaku)
cercanas al archipiélago nipón de Okinawa, pertenecen por derecho a los
chinos.
Además, estos “paseos marítimos” recuerdan a todo el mundo que los
contenciosos territoriales, aunque se trate de unos peñones rocosos que
apenas sobresalen en la superficie del mar, son una especie de
combustible capaz de provocar un gran incendio en Europa, África,
América Latina o en cualquier parte de haber alguien que quiera
incendiarlo. Parece que en Asia cada vez son más los que pretenden
hacerlo.
¿De quién son los peñones?
En cuanto a la acción organizada por los chinos, se planeaba que en
el mar que divide Japón y China, cerca de las islas disputadas, el
pasado martes 14 de agosto se encontrarías tres barcos: dos chinos y uno
taiwanés, ya que Taiwán manifiesta un apoyo incondicional en esta
cuestión a Pekín, su rival histórico y político. En ocasiones anteriores
las autoridades chinas impedían que los activistas se acercaran
demasiado a los territorios disputados controlados por Japón, pero este
año hicieron la vista gorda cuando los barcos zarpaban hacia su destino.
Es comprensible: Pekín quiere recordar a Tokio que en esta parte del
mundo nada pasa desapercibido y que es mejor que los japoneses se
abstengan de ayudar a EEUU a provocar tensiones a causa de una disputa
territorial muy parecida sobre unos islotes en el Mar de la China
Meridional.
La alianza entre Japón y EEUU en general es algo muy complejo, ya que
los japoneses siempre tienen muchos problemas locales que los
estadounidenses no tienen ningún interés en resolver.
Por ejemplo, ahora, en vísperas del encuentro de los tres barcos de
la flotilla chino-taiwanesa, ocurrió un incidente inesperado en Tokio
que provocó numerosas protestas en Japón. Lee Myung Bak, presidente de
Corea del Sur, un estado aparentemente amistoso, visitó el archipiélago
de las islas Dokdo (Takeshima), cuya soberanía se disputa con Japón. La
visita motivó la airada protesta de Tokio y disparó la tensión
diplomática entre ambos países.
Estos episodios tienen mucho en común. No es solo su origen, pues se
trata en ambos casos de los resultados de la Segunda Guerra Mundial. Lo
curioso es que en el Mar de la China Meridional en los últimos años
sucede algo muy parecido, aunque las disputas allí no tienen nada que
ver con la guerra.
En la mayoría de los casos el objeto de los contenciosos
territoriales son uno peñones deshabitados y olvidados durante decenios.
Se supone que algunos de ellos pueden ser ricos en minerales, petróleo o
gas, pero no es cuestión de recursos sino de la singular vitalidad de
las disputas de esta índole.
También en Europa la paz regional se ve amenazada por estas 'bombas'
de acción lenta que son los contenciosos, pero si en el Viejo Mundo en
mayoría de los casos se trata de la tierra, en Asia es el mar lo que se
disputa. Aquí, por cierto, incluso los nombres de los mares varían en
los mapas de diferentes países, ya que el mismo nombre, como el Mar de
China Meridional o el Mar de Japón, parece confirmar las pretensiones de
una de las partes. Si alguien quiere debilitar la influencia de la
región en general, de inmediato se acuerda de las 'bombas'. Una política
simple y evidente.
El arte de la diplomacia
Precisamente en estos días la diplomacia china, inspirada por los
disgustos que sufren los aliados de los estadounidenses, los japoneses,
emprendió una exitosa acción en el otro flanco de su política exterior.
El ministro de Asuntos Exteriores de China, Yang Jiechi, visitó
Indonesia, Brunei y Malasia, países que manifiestan su descontento por
los conflictos territoriales en el Mar de la China Meridional. El
canciller chino resumió a la vuelta los resultados de su viaje, el
pasado lunes 13 de agosto, dejando claro que su postura coincide con la
política de Indonesia o Malasia. Los líderes de todos estos países
hablan de una solución diplomática que tiene que ser buscada por las
“partes involucradas”, anunció el canciller malasio, Anifa Aman. Yang
Jiechi también habla de unas negociaciones “directas” insinuando que las
fuerzas externas, o sea Estados Unidos, no deberían entrometerse en los
contenciosos territoriales en Asia.
La cuestión es que las pretensiones territoriales, por lo menos en el
Mar de China Meridional, estaban dormidas o congeladas hasta que la
administración del presidente de EEUU, Barack Obama, decidió centrar su
actividad internacional en Asia. Las disputas territoriales no tardaron
en reavivarse. Y son precisamente los partidarios de una colaboración
más estrecha con EEUU los que echan leña al fuego.
En este caso son Vietnam y Filipinas, que están tan interesados en
estrechar su relación con EEUU, los que se enfrentaron a sus vecinos del
sureste asiático durante la conferencia anual de la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) en
Camboya por las disputas del Mar de la China Meridional. El 3 de agosto
el Departamento de Estado de EEUU publicó un documento que llamaba a la
paz y a una conducta civilizada. Los chinos no tardaron en reaccionar
acusando a EEUU de pretender dictar las condiciones de la paz reclamada.
La política estadounidense dirigida a expulsar a China de esta parte
de Asia tiene sus puntos fuertes. Pekín, según algunos de sus vecinos
sureños, es demasiado prepotente y cualquier muestra de esta prepotencia
hace disminuir su popularidad. Por ejemplo la reciente decisión de las
autoridades chinas de establecer una ciudad y una guarnición militar en
uno de los archipiélagos hasta ahora deshabitados del Mar de la China
Meridional. Mientras, China no puede dejar de reaccionar ante los
ataques de Vietnam y Filipinas porque sería una muestra de debilidad.
Una trampa.
No obstante, el viaje del canciller chino puso de manifiesto que
Pekín puede contar con el apoyo de algunos estados influyentes en la
región. La contraofensiva china puede tener éxito ya que de los diez
países de ASEAN solo dos de los arriba mencionados están dispuestos a
enfrentarse a Pekín. El resto tiene en cuenta que en esta parte del
mundo nada pasa desapercibido y es mejor dejar estar los litigios
territoriales.
Mientras tanto, los disgustos territoriales de Japón que sus aliados,
los estadounidenses, no son capaces de aliviar, hacen recordar que en
estas cuestiones hay que obrar con mucha cautela.
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