Dos escándalos a la vez se produjeron en la primera jornada de la сumbre del Movimiento de Países no Alineados en Teherán. El presidente egipcio Mohamed Mursi manifestó su respaldo a la oposición siria.
En respuesta la delegación de
Siria se retiró de la sala de sesiones. El líder supremo iraní, ayatola
Alí Jamenei, criticó la política de las Naciones Unidas, lo cual provocó
un descontento extremo del secretario general de la organización Ban
Ki-moon.
“En Siria tiene lugar una revolución contra
el régimen injusto y despótico” –declaró el mandatario egipcio Mohamed
Mursi durante la apertura de la cumbre. La solidaridad con los sirios es
nuestro deber moral y declaramos nuestro respaldo invariable y total al
pueblo de Siria en su anhelo de obtener la libertad”. Estas
declaraciones disgustaron a la delegación siria, que ostentosamente
abandonó la sala. Lo ocurrido no tiene nada de sorprendente –dice el
experto del Instituto ruso de Evaluaciones Estratégicas, Akzhar Kúrtov:
—El
jefe de Estado egipcio dio un giro brusco hacia el cambio de la
política exterior e interna del país. Egipto, tras el prolongado período
de gobierno de Asad y Mubarak, puso rumbo al restablecimiento de su
hegemonismo regional. Y en ese camino Egipto debía chocar
irremediablemente con otros pretendientes a ese estatus, sobre todo,
Arabia Saudí e Irán. Aún antes de la cumbre de los No Alineados, el
presidente Mursi presentó el plan con respecto a Siria, que formalmente
contemplaba la necesidad de tener en cuenta el papel de Irán en los
asuntos sirios. Pero, no obstante, su aguijón estaba dirigido contra el
actual gobierno sirio. Por lo demás, el presidente egipcio ya se
manifestó en forma inadmisible para la diplomacia en el sentido de que
el presidente legítimo de Siria debe dimitir y solo eso puede
restablecer la paz en ese país.
El otro tema
que desató un escándalo fue el examen de la cuestión iraní. El ayatolá
Alí Jamenei se manifestó en términos duros contra la política de la ONU,
que, según él, procura imponer al mundo sus valores y puntos de vista.
Tal declaración molestó el secretario general de la Organización de las
Naciones Unidas, Ban Ki-moon. En las palabras de respuesta éste criticó a
los dirigentes iraníes por negar el hecho del Holocausto y por las
amenazas de destruir a Israel. A duras penas se logró aplacar el
conflicto, dado que ambas partes perseguían sus propios intereses
–prosigue Adzhar Kúrtov:
—El
actual gobierno iraní a veces deliberadamente ignora los modos y normas
de conducta aprobados en diplomacia. Ahmadineyad intervino reiteradas
veces y con rigor con respecto al no reconocimiento por él del
Holocausto y del derecho a la existencia del Estado de Israel. Desde mi
punto de vista, semejantes declaraciones no reportarán mayores
dividendos políticos a Irán, que además se verá sin sus aliados
potenciales. Está claro que el secretario general de la ONU, por el
cargo de ocupa, no pudo dejar de lado semejantes declaraciones. También
es factible que Ban Ki-moon, con su rigurosa declaración intentara
obtener una suerte de carta blanca y rehabilitarse ante los ojos de
aquellos que criticaron su llegada a Irán y su negativa a solidarizarse
con la postura pro-norteamericana.
Independientemente
de cómo transcurra el segundo día de la cumbre y del consenso a que
puedan llegar los dirigentes de los países No Alineados, está claro que
tanto Irán como Siria no lograron lo deseado –afirma la politóloga Elena
Melkumián:
—Ahora
se intenta resurgir artificialmente el Movimiento de Países No
Alineados. Esta organización surgió en tiempos de la guerra fría, cuando
los países en vías de desarrollo trataban de ser independientes de los
centros de desarrollo mundial. Pero todo ha cambiado, la política
mundial es otra y, por eso, ya no hay terreno para restablecer las
actividades del Movimiento de Países No Alineados. No por casualidad en
esta cumbre participan tan pocos países. Antes eran cerca de un
centenar. Ahora muchos optaron por otra vía. Estoy segura de que la
actual cumbre originariamente estaba condenada al fracaso.
La
experta subrayó que la mayoría de los países en vías de desarrollo
practican una política común con toda la comunidad mundial, sin tratar
de situarse en una posición especial. Su objetivo es integrarse lo antes
posible en la política mundial. Las tentativas de resolver por separado
las cuestiones de actualidad no contarán con un amplio respaldo.
mj/as/ap
La Voz de Rusia
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