Horst Paulmann, con 13 años de edad, junto a su madre, Hilde Kemna y
sus seis hermanos, cruzaron a pie los Alpes hasta llegar a Italia.
Corría el año 1948 y la situación en la ciudad de Kassel, ubicada en el
centro de Alemania y lugar de residencia familiar, era de absoluta
desolación.
Pero la huida de los Paulmann del país germano, que recuerda lo vivido por los Von Trapp,
que inspiraron “La Novicia Rebelde”, no estaba ligada sólo a las
precarias condiciones de un país devastado, ni al temor de una potencial
invasión de los rusos, como durante décadas han relatado
los integrantes del clan. La verdadera razón por la cual abandonaron el
país, siguiendo los pasos del patriarca familiar, el juez Karl Werner
Paulmann Schoof, que en octubre de 1946 había partido rumbo a Argentina,
era mucho menos amable. Y estaba directamente relacionada con su
brillante carrera nazi. Carrera que tras el fin de la guerra fue
sinónimo de ruina laboral y social. Así como de una eventual persecución
por parte de la justicia.
La historia, hasta hoy desconocida en Chile, es muy distinta a la
versión “oficial”, difundida en el Congreso Nacional en 2006, cuando se
le dio la nacionalidad por gracia al dueño de Cencosud; un reconocimiento impulsado por el Presidente Ricardo Lagos. El mismo beneficio recibió más tarde su hermano Jürgen, auspiciado por varios diputados.
En el Parlamento las referencias sobre el padre de ambos son vagas y
se refieren a Werner Paulmann como un doctor en leyes, juez, notario y
soldado de la Wermarcht —Fuerzas Armadas— , que “fue hecho prisionero de
guerra”. Razón por la cual, explica el documento elaborado por la
Comisión de Derechos Humanos de la Cámara Baja, la familia tuvo que
refugiarse en Italia.
Según documentos y entrevistas recabadas por El Mostrador,
la realidad es que Werner Paulmann no fue víctima. Más bien fue una
pieza clave en el corazón del temido régimen nacionalsocialista.
El nazi perfecto
“Los pasados meses siempre constituirán para mí un bello recuerdo de
los primeros años de la guerra, dándome la ventaja, además de mi misión
personal, de interactuar estrechamente con la SS”. Así se expresaba el
juez Karl Werner Paulmann, conocido en Alemania por su segundo nombre,
en una carta enviada en marzo de 1940 a un teniente coronel de la Schutzstaffel (SS), poderosa organización militar y política de elite de la Alemania nazi, a la que pertenecía desde julio de 1937.
El 1 de julio de 1937, Paulmann, ingresó a las filas de las SS. Allí y
hasta 1939 trabajó en la Oficina para la Raza y la Colonización. Dos
años después fue promovido a Obersturmbannführer dentro de las SS, cargo
equivalente a teniente coronel.
Hijo de uno de los fundadores del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) en Kassel, Wilhelm Paulmann, padre del actual segundo hombre más rico de Chile y número 75 del mundo según Forbes, estuvo tradicionalmente ligado al mundo nazi. El mismo lo relata en su currículum de 1937: “Desde joven mi padre fue derechista políticamente, y así fui criado”.
En el expediente militar de la Waffen SS
—cuerpo de combate de élite de las SS y dirigidas por Heinrich Himmler—
se le sindica como el nazi perfecto. Durante su juventud formó parte de
la Liga Pangermánica,
“esto gracias a mi crianza en casa de mis padres”, tras lo cual
participó en una serie de organizaciones ligadas al nacionalsocialismo.
En 1923 y con 22 años ingresó al “Tatgemeinschaft”, grupo paramilitar
violento, en el que participó activamente y donde, según él mismo
describe en su currículum, asumía la función de tropa de ayuda de las Sturmabteilung (SA), del ex director de las SA Hermann Göring
, “y que estaba incluida en el plan de despliegue del partido”. Luego
trabajó para el Bloque Popular Socialista, “cuya oficina se encontraba
en casa de mis padres”.
La historia, hasta hoy desconocida en Chile, es muy distinta a la
versión “oficial”, difundida en el Congreso Nacional en 2006, cuando se
le dio la nacionalidad por gracia al dueño de Cencosud; un
reconocimiento impulsado por el Presidente Ricardo Lagos. El mismo
beneficio recibió más tarde su hermano Jürgen, auspiciado por varios
diputados.
En 1927, el abogado se casó con Hilde Kemna —cuyo nombre en Chile fue
Hilda Kemna— la madre de sus ocho hijos, uno de los cuales, nacido en
1928, falleció recién terminada la guerra. En julio de 1930, los
Paulmann dieron un importante paso: el matrimonio ingresó al Partido
Nacionalsocialista (NSDP). Paulmann hace un mea culpa en su
currículum, que escribiría siete años después por su tardío ingreso,
achacándolo al desmoronamiendo del Bloque Popular. Ese mismo año se sumó
a las filas de la SA y también al Cuerpo de Motoristas
Nacionalsocialistas (NSKK), más conocido como Rollkomando o tropas
comando, de las que llegó a ser jefe distrital en Hessen Nassau Norte.
Luego, en 1933 es nombrado notario “en consideración a mis méritos
para con la Revolución Nacional”. Paralelamente, se retira de las SA,
donde detentaba el cargo de Sturmbannführer (equivalente
a mayor). Según el libro “Los Impasibles, sobre la resistencia en
Kassel y Hessen-Waldeck 1933-1945”, de Willi Belz, “ya en 1933,
Paulmann, como jefe de las tropas comando de la SA y SS y del llamado
Servicio Secreto, había sido culpable de varios crímenes graves”.
El 1 de julio de 1937 ingresa a las filas de las SS. Allí y hasta 1939 trabajó para la Oficina
para la Raza y la Colonización. Dos años después fue promovido a
Obersturmbannführer dentro de las SS, cargo equivalente a teniente
coronel. En 1939 entró voluntariamente a la Waffen SS.
Su activa participación en el mundo nacionalsocialista y su impecable
hoja de vida, marcaron su carrera de abogado, que se vio coronada con
un alto cargo dentro de las SS: en 1942 llegó a ser juez principal y
jefe de la oficina central de los tribunales de la SS y de la Policía en
Kassel.
En su hoja de promoción dentro de las Waffen SS
como “Sturmbannführer” (equivalente a mayor) en 1943, un superior
detalla que: “por su personalidad, además de sus grandes conocimientos y
desempeño excelente, es considerado ideológicamente y con el carácter
absolutamente adecuado, como uno de mis más eficientes jefes de
reserva…Su comportamiento en el servicio es perfecto, y no se le conoce
comportamiento adverso afuera”. Este fue su último ascenso, ya que dos
años después vino el fin de la guerra y el término de su carrera.
Guardián del régimen
En su cargo como juez principal de las SS en Kassel, Werner
Paulmann investigó en 1943 graves crímenes en el campo de concentración
de Buchenwald. Al año siguiente, estas investigaciones alcanzaron
inmensas proporciones, terminando con la muerte del líder del lugar.
El objetivo principal de estas pesquisas no estaba relacionado con
los atroces crímenes contra los prisioneros, sino con la red de
corrupción montada por jefes de alto rango de las SS y que terminaron
saqueando las arcas alemanas.
En 1960 la Fiscalía de Frankfurt contactó a una de las hermana de
Horst, Ursula Paulmann. Ella informó que su padre había fallecido en
noviembre de 1958 en Santiago.
Pero el rol de Werner fue mucho más allá de eso. Junto a su superior,
el ministro de la Corte Suprema del Tribunal de las SS, el “príncipe”
Waldeck, utilizaban su posición no sólo para castigar actos criminales
individuales, sino también para proteger al sistema nacionalsocialista y
ocultar sus crímenes en las zonas ocupadas.
Un caso emblemático fue el del declarado enemigo del régimen nazi,
Johannes Walter, quien se negó a pelear aduciendo una discapacidad en la
pierna. Paulmann lo sentenció a muerte, lo que fue revocado gracias a
gestiones de Walter y su esposa, pues consiguieron que desde Berlín se
suspendiera la ejecución y se ordenara un nuevo juicio. Sin embargo, un
día antes que las tropas estadounidenses ocuparan la ciudad, Walter “fue
removido de su celda a las 4 de la madrugada por una compañía de
soldados de la policía, presuntamente debido a un traslado para
negociar”. El verdadero motivo era asesinarlo. De esta forma, y según
explica el Profesor Joerg Kammler, autor de uno de los libros que aborda
este tema, el prisionero y “siendo Paulmann el acusador, fue ejecutado
en la última hora del Tercer Reich” *(2).
Aunque fue la historia que empezó a contar el policía Nikolaus H*(1),
la que puso en graves aprietos la estabilidad del imperio liderado por
Adolf Hitler. Nikolaus, por su designación como ministro de Justicia y
Jefe de Compañía en Ucrania, supo de los brutales métodos de “Las
Fuerzas de Tarea” y de los fusilamientos cometidos contra prisioneros de
guerra polacos, judíos y rusos. A diferencia de muchos otros que
simplemente hicieron la vista gorda, Nikolaus se sintió indignado con
los asesinatos en masa y expresó su repudio. Sus críticas tuvieron
inmediatas consecuencias, ya que fue retirado del frente.
En 1942 fue acusado por Paulmann de “socavar la disciplina en las
Fuerzas Armadas Alemanas”, enviándolo a prisión en Düsseldorf. En mayo
del año siguiente fue hallado culpable, siendo condenado a 6 años y 7
meses de presidio. Aún así, Nikolaus logró revertir la sentencia, por lo
que fue liberado, con la expresa orden de guardar silencio. Como no lo
hizo, fue detenido en el campo de Concentración de Buchenwald, donde
enfrentó un nuevo juicio que lo inculpó por “insubordinación militar y
crimen militar”.
Durante este proceso, Nikolaus describió el asesinato de 780 civiles y
prisioneros de guerra. En la presentación de los cargos en 1945,
firmada por Paulmann, se señala que: “en este procedimiento penal se
discuten incidentes, que fueron cometidos por acción de la policía en
Polonia. A todos los integrantes de la policía destacados en Polonia, se
les prohibió estrictamente hablar sobre los sucesos de servicio allí
ocurridos. Lo mismo se le advirtió al acusado, sobre su obligación de
silencio. Bajo estas circunstancias, el Reich se encontró bajo una situación de especial peligro para su seguridad. Además, para su defensa, el acusado no tuvo el derecho de describir estos hechos a terceras personas”.
Esto deja en evidencia que lo que el juez declaró como testigo en julio de 1946 en los Juicios de Nüremberg, estaba bastante alejado de la realidad. Allí, señaló que en el caso de Auschwitz se enteró del uso de gas para los asesinatos masivos al final de la guerra, y que no sabía nada de los crímenes en Sachenhausen.
Según declaró, los espantosos crímenes fueron cometidos por individuos y
grupos particulares y no obedecían a una operación concertada.
Consultado al respecto, Joerg Kammler, historiador y ex profesor de
la Universidad Osnabrück, opina que en virtud de todos los antecedentes y
datos históricos, “desde luego Paulmann sabía de los asesinatos en masa
de judíos y tenía una idea clara de la situación en los campos de
concentración”.
Detención urgente
A la luz de los hechos, si Werner Paulmann se hubiera quedado en
Alemania después de la guerra, es muy probable que no consiguiera
trabajo en su profesión, además de soportar el escarnio social. Peor
aún, habría tenido que enfrentar un interrogatorio de parte de la
fiscalía de Frankfurt. Y probablemente un juicio.
Consultado al respecto, Joerg Kammler, historiador y ex profesor de
la Universidad Osnabrück, opina que en virtud de todos los antecedentes y
datos históricos, “desde luego Paulmann sabía de los asesinatos en masa
de judíos y tenía una idea clara de la situación en los campos de
concentración”.
En opinión de Joerg Kammler, la situación de Paulmann era muy
compleja: “si resultaba acusado o condenado por su actividad como juez
de la SS, lo menos que pudiera sucederle es que se le prohibiera ejercer
como abogado”. El historiador explica que es muy improbable, por no
“decir imposible”, que Paulmann no hubiera sido llevado ante la ley.
El juez de Kassel sí fue buscado por la ley. La policía alemana
empezó a rastrearlo en 1960 como parte de un sumario por “homicidio” en
contra de “Beyer entre otros”, en los que se pide su “detención
urgente”, según está consignado en los documentos obtenidos por El Mostrador.
Tobías Herrman, del Archivo Federal alemán, sucursal Ludwisburg,
explica que: “sobre la base de datos del Instituto de Historia,
únicamente se puede determinar que Werner Paulmann, Juez y
Obersturmbannführer de la SS, fue uno de los 725 acusados en las
diligencias preliminares de la Fiscalía de Frankfurt/Meno, precediendo
al llamado ‘Proceso de Auschwitz”.
Según explica Werner Renz, el encargado del Instituto Fritz Bauer,
donde se guarda la hoja de vida de Werner Paulmann y otros archivos
como parte del acta de investigación liderada por la Fiscalía, el
proceso de Auschwitz se inició en 1961 tras la petición de la Fiscalía
de abrir una indagación criminal en contra de 24 imputados, en el
tribunal regional de Frankfurt del Meno. “Así, los fiscales plantearon
la querella pública e imputaron a 22 ex miembros de las SS en Auschwitz y
dos prisioneros de servicio, por homicidio múltiple y por motivos
básicos, por asesinar e intentar asesinar personas, de forma cruel e
insidiosa, además utilizando métodos sabidamente peligrosos, o por
colaborar de palabra y obra y, a sabiendas, con los homicidios masivos”.
De acuerdo al concepto de la Fiscalía, todos los imputados en
conjunto fueron “parte de la maquinaria de exterminio de Auschwitz, en
la cual y con la cual llevaron a cabo la matanza planificada de los
prisioneros”. Como cómplices y/o ayudantes, formaron parte del programa
de exterminio nacionalsocialista, y son considerados los ejecutores de
los principales verdugos: Hitler, Göring, Himmler, Heydrich, entre
otros”.
En agosto de 1960, la Fiscalía contactó a una de las hijas de Werner
y hermana de Horst, Ursula Paulmann, que residía en Alemania. Ella
informó que su padre había fallecido en noviembre de 1958 en Santiago. A
raíz de eso el proceso en su contra fue sobreseído en 1961.
En Chile, el pasado quedó atrás. Estos detalles incómodos quedaron
cubiertos por la historia de los Paulmann huyendo por los Alpes y
empezando desde cero en Sudamérica.
Desde Cencosud, a través de su agencia de comunicaciones, señalaron
que ni la compañía ni el empresario Horst Paulmann se referirían a esta
historia.
Por Claudia Urquieta y Felipe Saleh (Chile)
*Fuente: El Mostrador
Tomado de Piensa Chile
Notas
*(1) Schriften zur regionalen Zeitgeschichte Heft 16, Anke Schmeling
*(1) Schriften zur regionalen Zeitgeschichte Heft 16, Anke Schmeling
*(2) “Estoy harto de la carnicería, me desborda…Soldados de Kassel, entre la negación y la resistencia, Joerg Kammler
- Colaboradores: Steffen Brandt (traducción y contactos) y Ricardo Sanhueza (traducción, protrad@gmail.com)
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