Interlocutores
abiertamente posicionados son los anfitriones en la turné de disidentes
cubanos. Juntos posan y afianzan sus tramas para una Cuba libre, a semejanza
del albedrío controlado por las élites financieras afines a las incursiones
militares con desmanes humanitarios o a la proliferación de la crisis para
ampliar la brecha entre pocos y muchos.
En España el
expresidente José María Aznar y Esperanza Aguirre acogen a Berta Soler
-de las damas de blanco- y aprovechan la cuestión de Cuba para volver al ruedo
mediático.
Aznar, capaz de mentir
sobre las inexistentes armas de destrucción masiva. De involucrar a España en
la guerra contra Irak apoyando la trama de George Bush; prestándose como
segundón a la historia de las invasiones norteamericanas con tal de entrar en
el círculo de los grandes. Aznar, baipás con dinero por delante de los planes
de Estados Unidos hacia Cuba; ligado a la Fundación Nacional Cubano Americana,
al fallido golpe de estado contra Hugo Chávez. Ejecutor de presiones en
la Unión Europea hasta implantar la Posición Común, una demostración de
injerencia hasta el punto de exigir el fin del proceso cubano a cambio de
relaciones neocoloniales.
Esperanza, entronizada
en el poder mediante la escaramuza de los escaños comprados. Insaciable en su
empeño de llegar al trono; dispuesta a desbancar a los suyos. Adalid de
Eurovegas, de facilitar sus casinos por la periferia de Madrid; de soltarle a
uno de sus incondicionales, sospechoso de corrupción, la presidencia
comunitaria envenenada ahora que la ciudadanía se mantiene en las calles
protestando por el fracaso de las políticas que desea imponerle a Cuba.
En Estados Unidos
Yoani Sánchez, opositora en función del mecenazgo, se retrata con sus
patrocinadores del congreso norteamericano a costa del contribuyente.
Aparece Bob Menéndez
–demócrata, senador y bajo investigación-. Agentes federales siguen su rastro
por actuaciones bochornosas. Dicen que ha recibido dinero para sus campañas de
un amigo, el oftalmólogo dominicano Salomón Melgen. A cambio Menéndez usó sus
influencias para que le otorgaran -a su inseparable- un negocio de seguridad
portuaria en República Dominicana. Al tráfico de influencias, se sumó allí otro
escándalo cuando prostitutas, entre ellas una menor de edad, hablaron sobre
orgías con Menéndez en la mansión caribeña de Melgen.
Aparece Marcos Rubio,
senador republicano favorito del Tea Party por su ideología conservadora.
Recaudador sentenciado tras apropiarse de fondos destinados a campañas
electorales. Consumado defensor de su modelo de “democracia” para la isla
y contrario a que la visiten políticos norteamericanos.
Aparecen los también
congresistas Ileana Ros-Lehtinen, Joe García y Mario Díaz-Balart los cruzados
que mejor chantajean al gobierno norteamericano y a figuras internacionales
para avivar el politiqueo financiado contra Cuba. Rechazan los viajes
familiares, las remesas; apuntalan el bloqueo; protegen al asesino confeso Luis
Posada Carriles y mantienen el suministro de dinero a la disidencia.
Todos ellos figuran
sin credibilidad ante la ciudadanía que supuestamente representan. Aúpan a esta
suerte de teloneros que en Cuba u otros países latinoamericanos solo son ecos
fatuos imposibilitados de conectar con el sentir de sus pueblos. Sobrellevan la
farsa ingresando en sus cuentas, vagando por los escenarios y posando en mala
compañía.
Lidia Sol Michel
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