Cuando hace treinta y seis años una patota de la ESMA lo acribilló a balazos
en el barrio porteño de San Cristóbal, Rodolfo Jorge Walsh era “Neurus”,
jefe de Inteligencia de Montoneros.
Ese 25 de marzo de 1977, cuando cayó en la cuenta de que iba a una cita
envenenada y se vio rodeado por una quincena de integrantes de un grupo
de tareas de la Marina, sacó de entre sus ropas su pistola calibre 22
corto y abrió fuego. Cayó abatido por las ráfagas de FAL disparadas por
Jorge "El Tigre" Acosta y compañía. Tenía 50 años. Su cuerpo
nunca fue recuperado.
Un día antes, el 24 de marzo, había alumbrado para la posteridad su
antológica “Carta Abierta a la Junta Militar”, un documento que en aquel
momento no fue publicado por ningún medio de comunicación, donde no sólo
denuncia las atrocidades perpetradas por la dictadura contra el pueblo.
También formula un análisis pormenorizado de la grave situación económica
que condenaba a millones de argentinos a una miseria planificada y a la
represión de los trabajadores.
El implacable e impecable texto escrito hace 36 años, prefigura el régimen
de explotación y saqueo cuyas consecuencias aún perduran en una
agraviante ecuación: concentración económica y desigualdad social.
Aunque algunos se empeñen en encasillarlo, Walsh fue un cuadro que
reivindicó, como pocos, la integralidad de la política. Su participación
en la agencia cubana Prensa Latina (1959), el Semanario de la CGT de los
Argentinos (1968) y el diario Noticias (1974), le indicaron las
posibilidades de la comunicación como una herramienta para la lucha y la
organización popular.
Sus conocimientos sobre criptografía le permitieron descifrar con éxito
los planes de la CIA para la invasión de Bahía Cochinos en la aurora de
la revolución cubana de Fidel Castro, el “Che” Guevara y Camilo
Cienfuegos.
Eximio ajedrecista, autor de "Esa mujer", relato que para buena
parte de la crítica constituye el mejor cuento de la literatura
argentina, creador de un nuevo género literario no ficcionado con
“Operación Masacre”, primereando a Truman Capote, autor de "A sangre
fría", que apareció recién ocho años más tarde que la inolvidable
historia novelada de los fusilamientos en los basurales de José León
Suárez, redactor del manifiesto del 1 de mayo de 1968 de la CGT de los
Argentinos, militante revolucionario de tiempo completo, Walsh es un
imprescindible.
Además de ser un ejemplo de ética del compromiso, fue un adelantado.
Cuando a nadie se le ocurría poner en tela de juicio a la prensa del
régimen y detectar la necesidad que tiene el campo popular, como hoy está
harto comprobado, de armarse de sus propios medios de comunicación, fundó
la mítica Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA), rodeado por el terror
y la opresión impuestos por la dictadura oligárquica-militar.
Tenía clara conciencia de la importancia de la herramienta que tenía
entre manos. Por algo alentaba: "Reproduzca esta información, hágala
circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo,
oralmente. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento.
Vuelva a sentir la satisfacción moral de una acto de libertad".
Treinta y seis años después, el ejemplo y la obra de Walsh están
presentes más que nunca y siguen siendo fuente de inspiración para los
que construyen, en la acción y el pensamiento, desde la identidad de la
clase trabajadora, los aportes necesarios para hacer posible una
estrategia explícita de transformación social y liberación nacional.
por Juan Carlos Giuliani
La Olmos
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