sábado, 23 de marzo de 2013

¿Tú no ves que soy Chávez?


Marisabel me dio una sorpresa muy profunda y grata. Ella rescató, de algún rincón, una caja de cosas que se habían perdido. Ayer llegué y estaban ella, Rosinés y Raúl con unas agendas muy viejas, fotos, cartas. Comenzamos a sacar cosas, así como de un baúl, como un niño con juguetes nuevos. Y de aquellas agendas, la más vieja que conseguí fue la del año ‘81. Yo era teniente. Le dije a Marisabel: “Mira esto”. En las últimas hojas de la agenda un símbolo escrito en letras negras, unas siglas. Cuando vi eso se me vino una cabalgata de recuerdos. Claro, eran las primeras siglas del movimiento en el año ’80 o el ‘81. ZMB: Zamora, Miranda y Bolívar, porque nosotros discutimos durante varios años sobre Miranda y nos fuimos a estudiar en la Colombeia y los archivos de Miranda, y estudiamos su trayectoria revolucionaria. Al final, después de discusiones y cosas, se impuso MBR, que primero fue EBR: Ezequiel Zamora, Bolívar y Simón Rodríguez. Andábamos buscando la raíz ideológica.

Después, buscando la otra agenda, la del ’92, le digo a Marisabel: “¡Mira como se detuvo el tiempo!”. La agenda está llena hasta el 3 de febrero, y hay una nota del mismo 3 de febrero, que escribí muy rápido: “Buscar a Garrido”. Era el coronel Garrido. Estábamos haciendo esfuerzos desesperados, de última hora, por garantizarnos el apoyo de la Fuerza Aérea. Y me dijo un piloto: “Busquen al coronel Garrido”. Yo lo anoté, aunque no me dio tiempo de buscarlo, porque andábamos en tantas cosas.

Recuerdo la noche del 4 de febrero, presos en el Cuartel San Carlos. Uno decía: “Bueno, hubiese sido mejor la muerte”, o en los sótanos de la DIM cuando ya nos llevaron, no tanto en el San Carlos porque estábamos juntos, el grupo y la capitanada y los comandantes. Nos abrazábamos y sentíamos el dolor, pero estábamos juntos. Pero luego nos llevaron a los sótanos del DIM y era cada uno solo por allá, en una celda fría, en unos sótanos, y uno se sentía como muerto. Hasta que comenzó a llegar ese pueblo. Recuerdo a la viuda de mi compadre Ortiz Contreras, que en paz descanse. Le dieron permiso para entrar, yo veo desde mi celda que sacan a Ortiz y empiezo a gritar: “¿¡A dónde lo llevan!?”. Era Mahuampi que había llegado y cuando Ortiz regresó, me lanza por la ventanilla un papel. Lo agarro y era una nota escrita por Mahuampi. Ella es socióloga y era profesora en la Academia Militar; la habían botado en esos días. Tengo todavía eso guardado. Es un billete al que le superpusieron mi rostro, y todo un mensaje revolucionario. Y, por detrás, un escrito de Mahuampi y de Miguel Ortiz.

Al día siguiente llegó un sacerdote a darnos un saludo y una Biblia; también me dejó un escrito que alguien mandó. Después llegó la familia. Más adelante, por fin, se rompió el bloqueo, empezó a llegar la prensa, nos llevaron un televisorcito y empezamos a percibir la efervescencia. ¿Cómo olvidar aquel carnaval del ‘92, donde todos los niños andaban de soldados? Recuerdo una entrevista que le hizo una periodista a un niño en la calle. Lo vi por televisión en el San Carlos: “¿Y tú andas disfrazado?”. “Sí, sí, yo ando disfrazado”, pero con una cara el niño de siete, ocho años. Y le pregunta: “¿De qué andas disfrazado?”, y el carajito le responde con aquella viveza y le dice: “¿Tú eres boba? ¡Tú no ves que soy Chávez!”.

Por Hugo Chávez

Patria Grande

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