miércoles, 20 de junio de 2012

Actores y planes de la CIA en Venezuela (1/4)



La CIA, como mujer provocadora e insensible, acecha a cualquiera usando las más impensadas argucias. Seduce, sonsaca, compromete, compra voluntades y hace mil malabares diferentes para lograr sus objetivos. Con esa forma de actuar llegó una vez a Venezuela para no irse nunca, convirtiéndose en  un fenómeno omnipresente, anquilosado desde hace décadas, como un mal permanente que debe ser arrancado de raíz alguna vez.  Llegó y se quedó, como ya dije, campeando por sus respetos, enviada por su entonces director Allan Dulles, quien la dirigiría desde 1953 hasta 1961 desde KUBARK, como es codificado el Cuartel General de la CIA. Llegó y cumplió sus misiones, favorecida por la oligarquía venezolana, quienes se arrodillaban ante ella, no por su belleza, sino por sus tentadoras propuesta, Así, impunemente, se coló en todos los estratos de la política venezolana, asumiendo el rol de dirigirlo todo sin miramientos, haciendo de presidentes, generales, diputados y  oligarcas sus más fieles servidores.
Mucho daño hizo la CIA en Venezuela y mucho luto sembró por doquier mediante operaciones identificadas como KUCAGE (para acciones paramilitares y de propaganda), KUCLUB (Oficina de comunicaciones), KUGOWN (Propaganda), KUHOOK (Logística), KUSODA (Interrogatorios CIA), la ODACID en Caracas (representación del Departamento de Estado) y los oficiales de United States Department of Defense, identificados por el criptónimo ODEARL.
 Supo explotar debilidades y ambiciones, reclutar a los más derechistas, como alguno que otro “izquierdista”, cuyos principios se doblegaron por un puñado de dólares o para alcanzar sucias aspiraciones personales. Todo cambió para ella, luego de más de cuatro décadas, con el arribo de Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana, y, entonces, se vio obligada ella misma a cambiar, a transformarse. A partir de ese momento la estación CIA en Caracas, al igual que los jefes de las oficinas centrales en Langley, establecieron una nueva forma de actuar, tanto en la búsqueda de su agentura, como en la planificación de sus actividades futuras.
Mas la CIA no estaba derrotada, ni sola. Contó desde ese momento con centenares de antiguos colaboradores y los fue usando para cumplir los más diversos planes elaborados por los especialistas de las distintas Oficinas de Planes y Operaciones, sobre la base de un permanente flujo informativo sensible -identificado como RYBAT-, elaboración de planes multidireccionales, difusión de campañas mediáticas y la realización de todo tipo de acciones encubiertas.
El gran número de agentes que han servido a la CIA en Venezuela en todos estos años, ha tenido diferentes orígenes. Es cierto que la CIA se ha caracterizado por pagar satisfactoriamente a sus agentes y la mayoría de ellos fueron motivados por ambiciones materiales. Hay, sin embargo, en los últimos años, un importante número de agentes operativos y colaboradores han sido empleados, teniendo en cuenta en sus perfiles la existencia de un odio irracional a la Revolución Bolivariana. Las promesas de recuperar el terreno perdido, así como satisfacer sueños protagónicos, ansias de poder y otras diversas motivaciones,  han sido factores proclives para un reclutamiento eficaz.
Creo que es oportuno caracterizar someramente cómo ha actuado la CIA en Venezuela, su forma de operar y quiénes han sido sus más sobresalientes aliados en estos largos años. Mucho se ha escrito al respecto, pero bien vale la pena examinar este accionar para recabar experiencias, sacando las mejores lecciones posibles.
ANTECEDENTES
Ese actuar malicioso de la Agencia comenzó aún antes del derrocamiento de Pérez Jiménez, hecho que levantaría una profunda preocupación en Estados Unidos, dada la participación activa de fuerzas de izquierda en este acontecimiento. Para la Casa Blanca, la “democracia” estaba en serio peligro en Venezuela. La CIA, entonces, fue la encargada de operar rápidamente para neutralizar las repercusiones políticas dentro del país, convirtiendo a la embajada norteamericana en  una activa estación, llena de oficiales de experiencia y un hervidero de maquinaciones turbias. Ya varios planes se habían iniciado desde hacía algún tiempo, sobre todo el dirigido a la eliminación física, por las fuerzas policías del tirano defenestrado,  de varios dirigentes  políticos, abriéndole paso de esta forma a un comprobado agente de la CIA: Rómulo Betancourt. Este político sin pudor pasó un camino sin tropiezos hacia la dirección del partido Acción Democrática y a la asunción a la presidencia.
Henry López Sisco
Todo esto fue planeado y urdido por la CIA. Una de sus piezas fuertes en el rejuego político a favor de los intereses norteamericanos y de la oligarquía fue Henry López Sisco, quien fungió como represor principal desde su puesto como jefe en la DIGEPOL y de la DISIP, posteriormente. No importaba qué partido estuviera en el gobierno, ya fueran los de Acción Democrática o del COPEI, pero la CIA mantuvo a su agente preferido a toda costa, incluso desde sus tiempos en la PTJ. Luego le entrenaría adecuadamente en Fort Bragg, sin ser un militar de carrera, y  lo convertiría en un eficiente represor, especialista en anti subversión, contrainteligencia, torturas, sonsacamiento, técnicas de manipulación sicológica y manejo de explosivos.
López Sisco, apenas retornó a Venezuela, aplicó las enseñanzas de la Agencia y creó los  Grupos Comando, caracterizados por su agresividad contra las fuerzas de izquierda y dirigentes, a los que identificaba en sus informes como BGGYPSY. De la misma manera logró captar a un grupo de personas para infiltrar al movimiento revolucionario y otras fuerzas de izquierda, reclutando para la CIA a algunos miembros de estos, como Tarzan Núñez Tenorio y Adolfo Meihart Lares, devenidos en delatores y colaboradores de los planes de aniquilamiento de la oposición en esa época. Junto a él estaba otro connotado agente de la CIA, Luis Posada Carriles y varios de los agentes de origen cubano participantes en la operación 40.
La labor de zapa de la CIA dentro del movimiento de izquierda daría sus frutos a corto y a largo plazo. Muchos auto titulados izquierdistas como Américo Martín, Teodoro Petkoff, Moisés Molerio y Juvencio Pulgar, fueron sonsacados o colaboraron con la Agencia, tomando posteriormente un posicionamiento hacia la derecha a través del MAS.
Venezuela, convertida en traspatio del imperialismo, poco pudo hacer, más que contemplar cómo impunemente había sido repartida entre los monopolios norteamericanos y los más sobresalientes oligarcas. En realidad, el derrumbe de Pérez Jiménez y la continuidad adeco copeyana en el gobierno, surgida por indicación de la CIA, no representó cambio alguno, sino significó un re fortalecimiento de la estrategia represiva, a partir del macabro Pacto de Punto Fijo, validando un modelo de desarrollo basado en la defensa del  capital privado, extranjero y nacional, en los subsidios al sector privado, y en pálidas reformas económicas y sociales. Otras argucias usadas fueron la  neutralización del papel de los FF AA, las alianzas con la Iglesia y una efectiva defensa de la oligarquía nacional a través de la gestión mediática y económica.
La indómita Venezuela no pudo estar quieta y surgieron movimientos de izquierda que, dirigidos por el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y el Partido Comunista de Venezuela (P.C.V), se lanzaron a la guerra de guerrillas en casi todo el país. Nuevamente la CIA actuó con inmediatez y fortaleció la represión en gran escala, usando a su engendro: la DIGEPOL. Surgieron en ese tiempo alzamientos militares como el Carupanazo y el Porteñazo, en 1962, siendo muchos de los militares insubordinados quienes se integrarían a las  Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), devenidos entonces en seres perseguidos y reprimidos por grupos contra guerrilleros entrenados por la CIA y el Pentágono, los ya desaparecidos “Cazadores”.
La actividad guerrillera iniciada durante la presidencia de Rómulo Betancourt, se extendió durante el mandato de su sucesor, Raúl Leoni.
Se sabe que la CIA empleó en Venezuela, dirigida por la  Oficina de Coordinación Política, una variante de la “Operación Sinsonte”, que consistió, desde sus inicios, en emplear a periodistas reclutados por la CIA, así como a los medios ideológicamente identificados con las posiciones norteamericanas, para manipular la información y distorsionar las realidades, actuando sobre el estado de opinión del público, articulando la desinformación, la propaganda, la subversión, la penetración de las fuerzas de izquierda, la guerra económica y otras operaciones desestabilizadoras, para frenar a los movimientos revolucionarios que despuntaban en esos años. Fue Frank Wisner, director de la OCP, quien promovió este tipo de operaciones que aún hoy se usan por la CIA contra países como Cuba, Ecuador, Venezuela, Siria, Bolivia, Nicaragua y otros. Como resultado de Sinsonte se trató de condicionar la percepción de la población venezolana contra los movimientos revolucionarios, a los que calificaban de terroristas.
Allen Dulles, Richard Bissell, John F. Kennedy and John McCone (April 1962)
Toda la actividad de la CIA hasta esos momentos era dirigida por John Alexander McCone, quien contó con el apoyo de la  Oficina del Consejo General y otras divisiones de la CIA, hasta que renunciara en 1965. Un papel relevante en la actividad de la CIA en Venezuela lo desempeñó, particularmente, Richard Helms, quien se ocupó de la Dirección de Operaciones y que asumiría el segundo escalón de la Agencia en 1965, la que era dirigida por William Raborn, al que sustituyó en 1966 por indicación del presidente Lyndon Johnson.
Helms, ya como jefe de la CIA, fue el encargado de desarrollar el Proyecto FUBELT en 1970, por indicaciones del presidente Richard Nixon y de su Consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger. El objetivo era impedir el arribo a la presidencia de Salvador Allende, para lo que maquinó la realización de un golpe de estado en Chile. Todo el andamiaje de la CIA, concentrado en la recién creada División del Hemisferio Occidental, dirigida por David Atlee Phillips, empleó cuantiosos recursos para cumplir su macabro plan. Varios de los agentes de la CIA que operaban en Venezuela se involucraron al mismo, como fue el caso de Luis Posada Carriles. A cargo del Proyecto FUBELT se encontraba el segundo de Atlee Phillips, Thomas Karamessines. Este siniestro proyecto movilizó a gran parte de oficiales de campo de la CIA y activó las estaciones radicadas en Sud América, incluyendo a la embajada gringa en Caracas.
Existen evidencias de que la CIA, particularmente los oficiales de la Dirección de Operaciones, fueron los encargados de la represión en Venezuela durante las décadas de los años 60 y 70, respondiendo a las indicaciones del Consejero  Nacional de Seguridad. Cómplices de la CIA fueron Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez, quienes le dieron amplias prerrogativas operacionales.
En febrero de 1973, el presidente Nixon nombró a James Schlesinger director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), después de haber despedido a Richard Helms, el anterior jefe de la misma, por negarse a bloquear las investigaciones sobre el escándalo Watergate. William Colby fue nombrado su sucesor.
William Colby
Colby desarrolló a un nivel de efectividad a la Agencia y su papel para subvertir mediante el manejo manipulado de la información. No en balde declaró en una oportunidad:”La CIA controla a todos los que son importantes en los principales medios de comunicación”. Colby había servido como Director de Inteligencia durante los mandatos de  Richard Nixon y Gerald Ford, hasta su remplazo,  el 30 de enero de 1976, por George H.W. Bush, quien serviría en ese cargo hasta enero de 1977.
Colby logró asimismo aumentar las fortalezas de la CIA con el apoyo de las directivas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), conocidas como  NSC10/1 y NSC10/2, mediante las cuales le dieron cobertura “legal” a toda una serie de prácticas inconstitucionales y violatorias del derecho internacional, a la vez que permitieron el desarrollo de actividades injerencistas  en todo el mundo, afectando particularmente a Vietnam, Venezuela y otras naciones como Cuba. Baste recordar que Colby fue el artífice de la “Operación Phoenix”, la cual provocó el exterminio de cerca de 40 mil sud vietnamitas a manos de la CIA.
En los años 70, mientras gobernaba Rafael Caldera, la CIA coordinó la llamada  “Operación Canguro”, que consistió en el allanamiento de la Universidad Central por numerosos efectivos fuertemente armados. Es durante su gobierno que la DISIP sustituyó a la  DIGEPOL, fortaleciendo a este aparato represivo con varios agentes cubanos de la CIA, delincuentes, mercenarios y otros represores. Sustituido Caldera por otro agente de la CIA, Carlos Andrés Pérez, en su primer mandato entre 1974 y 1979, la Agencia siguió moviendo a su libre albedrío las fichas del poder, usando incluso a Venezuela y a varios de sus ciudadanos dentro de la “Operación Cóndor”, bien como represores o como agentes de apoyo.
LOS CAMBIOS EN LOS PLANES DE LA CIA.
La realidad innegable de la tragedia venezolana fue que los derechos humanos fueron irrespetados, vapuleados e ignorados desde dictadura de Marcos Pérez Jiménez y los gobiernos ulteriores de Rómulo  Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi; así como los segundos gobiernos de Pérez y Caldera, Decenas de nombres representan el martirologio del pueblo venezolano, tales como los de Alirio Méndez, Pilar Ponce, Pedro José Ramos, Oswaldo González, incrementándose durante el Caracazo a niveles sorprendentes.
 El Caracazo representó la muestra más evidente del descontento popular ante las políticas implementadas por los gobiernos represores de la oligarquía venezolana. Esta muestra de desafío del pueblo fue reprimida brutalmente por los órganos policiales, las fuerzas armadas y de la CIA, provocando la muerte de miles de personas. Evidentemente,  Venezuela apostaba  por un cambio radical y comenzaron a aparecer señales de descontento por todo el país. Dos intentos de golpe de estado promovidos en 1992, aunque fracasaron, comenzaron a preocupar a la CIA y a los cuerpos represivos de la oligarquía venezolana, la que presionó a la destitución de  Carlos Andrés Pérez en mayo de 1993. 
Hugo Chávez, febrero de 1992
La asonada militar del  4 de febrero de 1992, dirigida contra Carlos Andrés Pérez y cuyos líderes fueron los tenientes coroneles del ejército Hugo Chávez, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta, fue un augurio de esa necesidad de cambios y de la aparición de nuevos sujetos dentro del escenario político del país. Esa percepción, con independencia de las muertes ocurridas, las detenciones de los implicados y los heridos en combate, fue confirmada inobjetablemente. Si no cambiaba Venezuela, se hundiría en una mayor pobreza y la sumisión a las grandes potencias continuaría vulnerando su independencia. Este movimiento del 4 de febrero tenía un alto contenido político por cuanto cuestionaba no solo la gestión política del gobierno, su inconsecuente neoliberalismo, la depauperación de la calidad de vida del pueblo y la oposición a los altos niveles de corrupción imperante en la nación, incluida la de los altos mandos de las FF AA., entre otras demandas.
Otro intento similar se repitió el 27 de noviembre de 1992, con la participación de varios civiles y militares, dirigidos por  Hernán Grüber Odremán, Luis Enrique Cabrera Aguirre, Jesse Chacón, Francisco Visconti Osorio; y militantes de los partidos  Bandera Roja y Tercer Camino.
Otra vez apareció en escena Rafael Caldera en 1994, cargado de promesas incumplidas. El deterioro de la economía venezolana la hizo caer, inevitablemente, en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien se sumó a los tradicionales estafadores del pueblo venezolano. Una de sus únicas acciones justas fue la liberación de Hugo Chávez y los otros encarcelados, aunque se sabe que lo hizo como una maniobra política para ganar la aceptación de las fuerzas de izquierda venezolanas.
El nuevo actor protagónico en la escena política venezolana, Hugo Chávez Frías, no había sido pasado por alto por la CIA., la que fue elaborando a lo largo de los años un amplio perfil del actual mandatario. Este vasto expediente, además de su biografía, contiene abundante información sobre su persona proveniente de fuentes públicas y secretas. Asimismo contiene un perfil sicológico elaborado por especialistas de la Agencia con una amplia caracterización de su personalidad.  La CIA cuenta con un vasto material de grabaciones públicas y secretas sobre Chávez, así como una extensa fototeca y una amplia videoteca sobre su persona.
Varias han sido las fuentes que ha empleado la CIA para caracterizar a Hugo Chávez como persona, destacándose dentro de las mismas a varios de sus antiguos aliados y amigos cercanos que lo conocieron durante largo tiempo.
Las informaciones recopiladas sobre Hugo Chávez y a su gestión de gobierno, principalmente las obtenidas por medios técnicos, arriban a la CIA mediante diversas vías, una de ellas a través de su estación en Caracas, que usa el acrónimo RUEHCV, y que se dirigen a varios usuarios, entre ellos el Departamento de Estado, la DIA y la Dirección de Inteligencia de la CIA,  particularmente a la Oficina de Análisis de Asia-Pacífico, Latinoamérica y África, y a la Oficina de Dirección del Análisis.  Otro de los usuarios de estas informaciones es la Dirección de Operaciones, la que surte fundamentalmente de la información de agentes de campo y sus oficiales operativos (HUMINT)    
Un papel primordial en la recopilación de la información sobre Venezuela y su presidente lo desempeña la Dirección de Apoyo (DS), encargada de asegurar que las Direcciones de Inteligencia, Operaciones y Ciencia y Tecnología puedan contar con las facilidades para realizar sus misiones, lo que implica que muchos agentes de la CIA actúen en el campo de operaciones, tanto en la embajada, como por todo el país, utilizando diversas tapaderas. La misión esencial de DS es buscar el marco idóneo para realizar actividades de seguimiento, escucha y monitoreo de los dirigentes bolivarianos; garantizar los canales de comunicación idóneos para la transmisión de información, bien sea por medios técnicos como mediante la agentura; facilitar el armamento y la logística para el cumplimiento de las misiones sobre el terreno; crear las condiciones para asegurar los flujos financieros para el desarrollo de la misión; así como garantizar la evacuación seguirá de los agentes operativos.
La DI, creada desde 1952, se encarga de analizar el extenso flujo informativo y condensarlos en valoraciones analíticas que sirven para la toma de decisiones, tanto para el propio presidente, los Departamentos de Estado (RUEHC), Consejo de Seguridad Nacional (RHEHAAA), Comando Sur (RHMFISS), División del hemisferio Occidental (RUEHWH) y Defensa (RUEKJCS), así como para el Director de la CIA. Ello requiere que dichos análisis sean  oportunos, acertados y objetivos. Son la fuente básica de quienes establecen las políticas a seguir. Obviamente, estos análisis se conforman  como el  Informe Diario Presidencial y la Revisión de la Inteligencia del Mundo (WIRe).
Se ha podido confirmar que el órgano clandestino de la CIA, identificado como NCS, se ha encargado en Venezuela de ser el principal organizador de la agentura operativa, de acciones encubiertas  y de búsqueda de información a través de la misma. Es la rama de la agencia que realmente ejecuta los planes elaborados por Estados Unidos en territorio venezolano y en los países vecinos. Por su amplia gama de acciones, es el más serio peligro a enfrentar por la Revolución Bolivariana.
(Continuará)

Percy  Francisco Alvarado Godoy

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