La CIA, como mujer provocadora e
insensible, acecha a cualquiera usando las más impensadas argucias. Seduce,
sonsaca, compromete, compra voluntades y hace mil malabares diferentes para
lograr sus objetivos. Con esa forma de actuar llegó una vez a Venezuela para no
irse nunca, convirtiéndose en un
fenómeno omnipresente, anquilosado desde hace décadas, como un mal permanente
que debe ser arrancado de raíz alguna vez.
Llegó y se quedó, como ya dije, campeando por sus respetos, enviada por
su entonces director Allan Dulles, quien la dirigiría desde 1953 hasta 1961
desde KUBARK, como es codificado el Cuartel General de la CIA. Llegó y cumplió
sus misiones, favorecida por la oligarquía venezolana, quienes se arrodillaban
ante ella, no por su belleza, sino por sus tentadoras propuesta, Así,
impunemente, se coló en todos los estratos de la política venezolana, asumiendo
el rol de dirigirlo todo sin miramientos, haciendo de presidentes, generales,
diputados y oligarcas sus más fieles
servidores.
Mucho daño hizo la CIA en Venezuela y
mucho luto sembró por doquier mediante operaciones identificadas como KUCAGE
(para acciones paramilitares y de propaganda), KUCLUB (Oficina de
comunicaciones), KUGOWN (Propaganda), KUHOOK (Logística), KUSODA (Interrogatorios
CIA), la ODACID en Caracas (representación del Departamento de Estado) y los
oficiales de United States Department of Defense, identificados por el
criptónimo ODEARL.
Supo
explotar debilidades y ambiciones, reclutar a los más derechistas, como alguno
que otro “izquierdista”, cuyos principios se doblegaron por un puñado de
dólares o para alcanzar sucias aspiraciones personales. Todo cambió para ella,
luego de más de cuatro décadas, con el arribo de Hugo Chávez y la Revolución
Bolivariana, y, entonces, se vio obligada ella misma a cambiar, a
transformarse. A partir de ese momento la estación CIA en Caracas, al igual que
los jefes de las oficinas centrales en Langley, establecieron una nueva forma
de actuar, tanto en la búsqueda de su agentura, como en la planificación de sus
actividades futuras.
Mas la CIA no estaba derrotada, ni sola.
Contó desde ese momento con centenares de antiguos colaboradores y los fue
usando para cumplir los más diversos planes elaborados por los especialistas de
las distintas Oficinas de Planes y Operaciones, sobre la base de un permanente
flujo informativo sensible -identificado como RYBAT-, elaboración de planes
multidireccionales, difusión de campañas mediáticas y la realización de todo
tipo de acciones encubiertas.
El gran número de agentes que han
servido a la CIA en Venezuela en todos estos años, ha tenido diferentes
orígenes. Es cierto que la CIA se ha caracterizado por pagar satisfactoriamente
a sus agentes y la mayoría de ellos fueron motivados por ambiciones materiales.
Hay, sin embargo, en los últimos años, un importante número de agentes
operativos y colaboradores han sido empleados, teniendo en cuenta en sus
perfiles la existencia de un odio irracional a la Revolución Bolivariana. Las
promesas de recuperar el terreno perdido, así como satisfacer sueños
protagónicos, ansias de poder y otras diversas motivaciones, han sido factores proclives para un
reclutamiento eficaz.
Creo que es oportuno caracterizar
someramente cómo ha actuado la CIA en Venezuela, su forma de operar y quiénes
han sido sus más sobresalientes aliados en estos largos años. Mucho se ha
escrito al respecto, pero bien vale la pena examinar este accionar para recabar
experiencias, sacando las mejores lecciones posibles.
ANTECEDENTES
Ese actuar malicioso de la Agencia
comenzó aún antes del derrocamiento de Pérez Jiménez, hecho que levantaría una
profunda preocupación en Estados Unidos, dada la participación activa de
fuerzas de izquierda en este acontecimiento. Para la Casa Blanca, la “democracia”
estaba en serio peligro en Venezuela. La CIA, entonces, fue la encargada de
operar rápidamente para neutralizar las repercusiones políticas dentro del
país, convirtiendo a la embajada norteamericana en una activa estación, llena de oficiales de
experiencia y un hervidero de maquinaciones turbias. Ya varios planes se habían
iniciado desde hacía algún tiempo, sobre todo el dirigido a la eliminación
física, por las fuerzas policías del tirano defenestrado, de varios dirigentes políticos, abriéndole paso de esta forma a un
comprobado agente de la CIA: Rómulo Betancourt. Este político sin pudor pasó un
camino sin tropiezos hacia la dirección del partido Acción Democrática y a la
asunción a la presidencia.
Henry López Sisco |
Todo esto fue planeado y urdido por la
CIA. Una de sus piezas fuertes en el rejuego político a favor de los intereses
norteamericanos y de la oligarquía fue Henry López Sisco, quien fungió como
represor principal desde su puesto como jefe en la DIGEPOL y de la DISIP,
posteriormente. No importaba qué partido estuviera en el gobierno, ya fueran
los de Acción Democrática o del COPEI, pero la CIA mantuvo a su agente
preferido a toda costa, incluso desde sus tiempos en la PTJ. Luego le
entrenaría adecuadamente en Fort Bragg, sin ser un militar de carrera, y lo convertiría en un eficiente represor,
especialista en anti subversión, contrainteligencia, torturas, sonsacamiento,
técnicas de manipulación sicológica y manejo de explosivos.
López Sisco, apenas retornó a Venezuela,
aplicó las enseñanzas de la Agencia y creó los Grupos Comando, caracterizados por su
agresividad contra las fuerzas de izquierda y dirigentes, a los que
identificaba en sus informes como BGGYPSY. De la misma manera logró captar a un
grupo de personas para infiltrar al movimiento revolucionario y otras fuerzas
de izquierda, reclutando para la CIA a algunos miembros de estos, como Tarzan
Núñez Tenorio y Adolfo Meihart Lares, devenidos en delatores y colaboradores de
los planes de aniquilamiento de la oposición en esa época. Junto a él estaba
otro connotado agente de la CIA, Luis Posada Carriles y varios de los agentes
de origen cubano participantes en la operación 40.
La labor de zapa de la CIA dentro del
movimiento de izquierda daría sus frutos a corto y a largo plazo. Muchos auto
titulados izquierdistas como Américo Martín, Teodoro Petkoff, Moisés Molerio y
Juvencio Pulgar, fueron sonsacados o colaboraron con la Agencia, tomando
posteriormente un posicionamiento hacia la derecha a través del MAS.
Venezuela, convertida en traspatio del
imperialismo, poco pudo hacer, más que contemplar cómo impunemente había sido
repartida entre los monopolios norteamericanos y los más sobresalientes
oligarcas. En realidad, el derrumbe de Pérez Jiménez y la
continuidad adeco copeyana en el gobierno, surgida por indicación de la CIA, no
representó cambio alguno, sino significó un re fortalecimiento de la estrategia
represiva, a partir del macabro Pacto de Punto Fijo, validando un modelo de
desarrollo basado en la defensa del capital privado, extranjero y nacional, en los
subsidios al sector privado, y en pálidas reformas económicas y sociales. Otras
argucias usadas fueron la neutralización
del papel de los FF AA, las alianzas con la Iglesia y una efectiva defensa de
la oligarquía nacional a través de la gestión mediática y económica.
La indómita Venezuela no pudo estar
quieta y surgieron movimientos de izquierda que, dirigidos por el Movimiento de
Izquierda Revolucionario (MIR) y el Partido Comunista de Venezuela (P.C.V), se
lanzaron a la guerra de guerrillas en casi todo el país. Nuevamente la CIA
actuó con inmediatez y fortaleció la represión en gran escala, usando a su
engendro: la DIGEPOL. Surgieron en ese tiempo alzamientos militares como el
Carupanazo y el Porteñazo, en 1962, siendo muchos de los militares
insubordinados quienes se integrarían a las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), devenidos entonces en
seres perseguidos y reprimidos por grupos contra guerrilleros entrenados por la
CIA y el Pentágono, los ya desaparecidos “Cazadores”.
La actividad guerrillera iniciada
durante la presidencia de Rómulo Betancourt, se extendió durante el mandato de
su sucesor, Raúl Leoni.
Se sabe que la CIA empleó en Venezuela,
dirigida por la Oficina de Coordinación
Política, una variante de la “Operación Sinsonte”, que consistió, desde sus
inicios, en emplear a periodistas reclutados por la CIA, así como a los medios
ideológicamente identificados con las posiciones norteamericanas, para
manipular la información y distorsionar las realidades, actuando sobre el
estado de opinión del público, articulando la desinformación, la propaganda, la
subversión, la penetración de las fuerzas de izquierda, la guerra económica y
otras operaciones desestabilizadoras, para frenar a los movimientos revolucionarios
que despuntaban en esos años. Fue Frank Wisner, director de la OCP, quien
promovió este tipo de operaciones que aún hoy se usan por la CIA contra países
como Cuba, Ecuador, Venezuela, Siria, Bolivia, Nicaragua y otros. Como
resultado de Sinsonte se trató de condicionar la percepción de la población
venezolana contra los movimientos revolucionarios, a los que calificaban de
terroristas.
Allen Dulles, Richard Bissell, John F. Kennedy and John McCone (April 1962) |
Toda la actividad de la CIA hasta esos
momentos era dirigida por John Alexander McCone, quien contó con el apoyo de
la Oficina del Consejo General y otras
divisiones de la CIA, hasta que renunciara en 1965. Un papel relevante en la
actividad de la CIA en Venezuela lo desempeñó, particularmente, Richard Helms,
quien se ocupó de la Dirección de Operaciones y que asumiría el segundo escalón
de la Agencia en 1965, la que era dirigida por William Raborn, al que sustituyó
en 1966 por indicación del presidente Lyndon Johnson.
Helms, ya como jefe de la CIA, fue el
encargado de desarrollar el Proyecto FUBELT en 1970, por indicaciones del
presidente Richard Nixon y de su Consejero de Seguridad Nacional, Henry
Kissinger. El objetivo era impedir el arribo a la presidencia de Salvador
Allende, para lo que maquinó la realización de un golpe de estado en Chile.
Todo el andamiaje de la CIA, concentrado en la recién creada División del
Hemisferio Occidental, dirigida por David Atlee Phillips, empleó cuantiosos
recursos para cumplir su macabro plan. Varios de los agentes de la CIA que
operaban en Venezuela se involucraron al mismo, como fue el caso de Luis Posada
Carriles. A cargo del Proyecto FUBELT se encontraba el segundo de Atlee
Phillips, Thomas Karamessines. Este siniestro proyecto movilizó a gran parte de
oficiales de campo de la CIA y activó las estaciones radicadas en Sud América,
incluyendo a la embajada gringa en Caracas.
Existen evidencias de que la CIA,
particularmente los oficiales de la Dirección de Operaciones, fueron los
encargados de la represión en Venezuela durante las décadas de los años 60 y
70, respondiendo a las indicaciones del Consejero Nacional de Seguridad. Cómplices de la CIA
fueron Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez, quienes le dieron amplias
prerrogativas operacionales.
En febrero de 1973, el presidente Nixon
nombró a James Schlesinger director de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA), después de haber despedido a Richard Helms, el anterior jefe de la misma,
por negarse a bloquear las investigaciones sobre el escándalo Watergate. William
Colby fue nombrado su sucesor.
William Colby |
Colby desarrolló a un nivel de
efectividad a la Agencia y su papel para subvertir mediante el manejo manipulado
de la información. No en balde declaró en una oportunidad:”La CIA controla a todos los que son importantes en los principales
medios de comunicación”. Colby había servido como Director de Inteligencia durante
los mandatos de Richard Nixon y Gerald
Ford, hasta su remplazo, el 30 de enero
de 1976, por George H.W. Bush, quien serviría en ese cargo hasta enero de 1977.
Colby logró asimismo aumentar las
fortalezas de la CIA con el apoyo de las directivas del Consejo de Seguridad
Nacional (NSC), conocidas como NSC10/1 y
NSC10/2, mediante las cuales le dieron cobertura “legal” a toda una serie de
prácticas inconstitucionales y violatorias del derecho internacional, a la vez
que permitieron el desarrollo de actividades injerencistas en todo el mundo, afectando particularmente a Vietnam,
Venezuela y otras naciones como Cuba. Baste recordar que Colby fue el artífice
de la “Operación Phoenix”, la cual provocó el exterminio de cerca de 40 mil sud
vietnamitas a manos de la CIA.
En los años 70, mientras gobernaba
Rafael Caldera, la CIA coordinó la llamada “Operación Canguro”, que consistió en el allanamiento
de la Universidad Central por numerosos efectivos fuertemente armados. Es durante
su gobierno que la DISIP sustituyó a la DIGEPOL, fortaleciendo a este aparato
represivo con varios agentes cubanos de la CIA, delincuentes, mercenarios y
otros represores. Sustituido Caldera por otro agente de la CIA, Carlos Andrés
Pérez, en su primer mandato entre 1974 y 1979, la Agencia siguió moviendo a su
libre albedrío las fichas del poder, usando incluso a Venezuela y a varios de
sus ciudadanos dentro de la “Operación Cóndor”, bien como represores o como agentes
de apoyo.
LOS CAMBIOS EN LOS PLANES DE LA CIA.
La realidad innegable de la tragedia
venezolana fue que los derechos humanos fueron irrespetados, vapuleados e ignorados
desde dictadura de Marcos Pérez Jiménez y los gobiernos ulteriores de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Luis Herrera
Campins, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi; así como los segundos gobiernos
de Pérez y Caldera, Decenas de nombres representan el martirologio del pueblo
venezolano, tales como los de Alirio Méndez, Pilar Ponce, Pedro José Ramos,
Oswaldo González, incrementándose durante el Caracazo a niveles sorprendentes.
El
Caracazo representó la muestra más evidente del descontento popular ante las
políticas implementadas por los gobiernos represores de la oligarquía
venezolana. Esta muestra de desafío del pueblo fue reprimida brutalmente por los
órganos policiales, las fuerzas armadas y de la CIA, provocando la muerte de
miles de personas. Evidentemente, Venezuela
apostaba por un cambio radical y
comenzaron a aparecer señales de descontento por todo el país. Dos intentos de
golpe de estado promovidos en 1992, aunque fracasaron, comenzaron a preocupar a
la CIA y a los cuerpos represivos de la oligarquía venezolana, la que presionó
a la destitución de Carlos Andrés Pérez
en mayo de 1993.
Hugo Chávez, febrero de 1992 |
La asonada militar del 4 de febrero de 1992, dirigida contra Carlos
Andrés Pérez y cuyos líderes fueron los tenientes coroneles del ejército Hugo
Chávez, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta, fue un
augurio de esa necesidad de cambios y de la aparición de nuevos sujetos dentro
del escenario político del país. Esa percepción, con independencia de las
muertes ocurridas, las detenciones de los implicados y los heridos en combate,
fue confirmada inobjetablemente. Si no cambiaba Venezuela, se hundiría en una
mayor pobreza y la sumisión a las grandes potencias continuaría vulnerando su
independencia. Este movimiento del 4 de febrero tenía un alto contenido
político por cuanto cuestionaba no solo la gestión política del gobierno, su
inconsecuente neoliberalismo, la depauperación de la calidad de vida del pueblo
y la oposición a los altos niveles de corrupción imperante en la nación,
incluida la de los altos mandos de las FF AA., entre otras demandas.
Otro intento similar se repitió el 27 de
noviembre de 1992, con la participación de varios civiles y militares,
dirigidos por Hernán Grüber Odremán,
Luis Enrique Cabrera Aguirre, Jesse Chacón, Francisco Visconti Osorio; y militantes
de los partidos Bandera Roja y Tercer
Camino.
Otra vez apareció en escena Rafael
Caldera en 1994, cargado de promesas incumplidas. El deterioro de la economía
venezolana la hizo caer, inevitablemente, en manos del Fondo Monetario
Internacional (FMI), quien se sumó a los tradicionales estafadores del pueblo
venezolano. Una de sus únicas acciones justas fue la liberación de Hugo Chávez
y los otros encarcelados, aunque se sabe que lo hizo como una maniobra política
para ganar la aceptación de las fuerzas de izquierda venezolanas.
El nuevo actor protagónico en la escena
política venezolana, Hugo Chávez Frías, no había sido pasado por alto por la
CIA., la que fue elaborando a lo largo de los años un amplio perfil del actual
mandatario. Este vasto expediente, además de su biografía, contiene abundante
información sobre su persona proveniente de fuentes públicas y secretas.
Asimismo contiene un perfil sicológico elaborado por especialistas de la
Agencia con una amplia caracterización de su personalidad. La CIA cuenta con un vasto material de
grabaciones públicas y secretas sobre Chávez, así como una extensa fototeca y
una amplia videoteca sobre su persona.
Varias han sido las fuentes que ha
empleado la CIA para caracterizar a Hugo Chávez como persona, destacándose
dentro de las mismas a varios de sus antiguos aliados y amigos cercanos que lo
conocieron durante largo tiempo.
Las informaciones recopiladas sobre Hugo
Chávez y a su gestión de gobierno, principalmente las obtenidas por medios
técnicos, arriban a la CIA mediante diversas vías, una de ellas a través de su
estación en Caracas, que usa el acrónimo RUEHCV, y que se dirigen a varios
usuarios, entre ellos el Departamento de Estado, la DIA y la Dirección de
Inteligencia de la CIA, particularmente
a la Oficina de Análisis de Asia-Pacífico, Latinoamérica y África, y a la
Oficina de Dirección del Análisis. Otro
de los usuarios de estas informaciones es la Dirección de Operaciones, la que
surte fundamentalmente de la información de agentes de campo y sus oficiales
operativos (HUMINT)
Un papel primordial en la recopilación
de la información sobre Venezuela y su presidente lo desempeña la Dirección de
Apoyo (DS), encargada de asegurar que las Direcciones de Inteligencia, Operaciones
y Ciencia y Tecnología puedan contar con las facilidades para realizar sus
misiones, lo que implica que muchos agentes de la CIA actúen en el campo de
operaciones, tanto en la embajada, como por todo el país, utilizando diversas
tapaderas. La misión esencial de DS es buscar el marco idóneo para realizar
actividades de seguimiento, escucha y monitoreo de los dirigentes bolivarianos;
garantizar los canales de comunicación idóneos para la transmisión de
información, bien sea por medios técnicos como mediante la agentura; facilitar
el armamento y la logística para el cumplimiento de las misiones sobre el
terreno; crear las condiciones para asegurar los flujos financieros para el
desarrollo de la misión; así como garantizar la evacuación seguirá de los
agentes operativos.
La DI, creada desde 1952, se encarga de
analizar el extenso flujo informativo y condensarlos en valoraciones analíticas
que sirven para la toma de decisiones, tanto para el propio presidente, los Departamentos
de Estado (RUEHC), Consejo de Seguridad Nacional (RHEHAAA), Comando Sur (RHMFISS),
División del hemisferio Occidental (RUEHWH) y Defensa (RUEKJCS), así como para
el Director de la CIA. Ello requiere que dichos análisis sean oportunos, acertados y objetivos. Son la
fuente básica de quienes establecen las políticas a seguir. Obviamente, estos
análisis se conforman como el Informe Diario Presidencial y la Revisión de
la Inteligencia del Mundo (WIRe).
Se ha podido confirmar que el órgano
clandestino de la CIA, identificado como NCS, se ha encargado en Venezuela de ser
el principal organizador de la agentura operativa, de acciones encubiertas y de búsqueda de información a través de la
misma. Es la rama de la agencia que realmente ejecuta los planes elaborados por
Estados Unidos en territorio venezolano y en los países vecinos. Por su amplia
gama de acciones, es el más serio peligro a enfrentar por la Revolución Bolivariana.
(Continuará)
Percy Francisco Alvarado Godoy
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