La historia contemporánea muestra
que para EE.UU. la autorización del Consejo de la Seguridad de la ONU
no es algo imprescindible.
En una de sus últimas declaraciones, la embajadora de EE. UU. ante la ONU, Susan Rice, expresó que si en Siria no progresa más rápido, el frágil plan de paz de Kofi Annan y de no aumentarse la presión sobre Damasco por
parte del Consejo de Seguridad, Washington estaría dispuesto a eludir
una vez más a las Naciones Unidas y tomar la iniciativa. Lo que EE. UU.
entiende bajo la palabra “iniciativa” en el contexto actual se
entiende bien claro si recuerda la historia de las relaciones entre EE.
UU. y la ONU.
La ONU es
el único foro diplomático donde cada país debería guiarse por las
mismas reglas. Washington es uno de los miembros fundadores de la
entidad y el mayor contribuyente financiero, que ratificó y firmó en
1945 el tratado de la ONU, el cual prohíbe ataques no provocados o
intervenciones militares en naciones soberanas, a no ser que lo autorice
su Consejo de Seguridad.
Los expertos coinciden en que Estados Unidos perjudicó de manera
sistemática la confianza y la credibilidad del organismo, evitando la
legislación internacional por interés geopolítico.
A la Casa Blanca y
a sus aliados no les hizo falta la autorización del Consejo de
Seguridad de la ONU para lanzar un ataque aéreo de 78 días contra la
antigua Yugoslavia en
1999. La operación se calificaba oficialmente como una intervención
humanitaria, pero como no obtuvo la aprobación de la ONU, muchos
expertos la califican como una agresión militar.
La situación se repitió en 2003, cuando Estados Unidos volvió a ignorar
el derecho internacional después de que el Consejo de Seguridad se
negara a apoyar el ataque militar contra Irak. El entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan,
reprobó la intervención, que no estaba en conformidad con la Carta de
las Naciones Unidas y desde el punto de vista de la ONU era ilegal.
“Creo que Estados Unidos lo ha estado utilizando como una hoja de
parra, para obtener la aprobación multilateral de las políticas que
desea aplicar. Pero si la ONU no está de acuerdo con Washington, como en
el caso de Irak o Kosovo,
EE. UU. la ignora sin más”, afirma el director del Centro para la Paz y
la Libertad en el Instituto Independiente en California, Ivan Eland.
Es precisamente este unilateralismo a la hora de mantener la paz y la
seguridad global lo que debilita cada vez más el diálogo dejando que la
diplomacia se retraiga antes el avance de las armas.
Russia Today
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