La Batalla de Midway ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, del 4
a 6 de junio de 1942, y enfrentó a las fuerzas estadounidenses con la
fuerza aeronaval del Imperio del Japón. Fue uno de los episodios más
interesantes de aquella guerra y de la historia militar que hasta hoy
día suscita acalorados debates.
El plan victorioso
El plan victorioso
No es de extrañar: la primera derrota del poder marítimo japonés
resulta demasiado brurtal, especialmente tras una serie de rotundas
victorias y la Batalla del Mar del Coral, que costó bajas importantes a
ambas partes. Además, para el momento del despliegue la parte nipona
tenía superioridad de fuerzas. El almirante y comandante en jefe de la
Flota Combinada de la Armada Imperial japonesa, Isoroku Yamamoto,
conducía al alotón Midway 185 buques, entre ellos cuatro portaaviones
pesados y dos ligeros, siete buques de línea, 14 cruceros, muchos
submarinos, destructores y buques de abastecimiento.
Los portaaviones transportaban más de 250 aviones de combate, 226 de
los cuales estaban desplegados en los cuatro barcos de la Primera Flota
Aérea: Akagi, Kaga, Hiryu y Soryu.
Estos aviones, o más bien los pilotos de los mismos, eran la
principal apuesta de los japoneses. La 1ª Flota Aérea, comandada por el
vicealmirante Chuichi Nagumo, había protagonizado las sucesivas
victorias japonesas durante seis meses en el inmenso territorio desde
Pearl Harbor hasta la isla de Ceylon. La supremacía naval de Japón le
permitió poner fin a la presencia militar británica en el archipiélago
malayo, conquistar la inexpugnable fortaleza de Singapur, de Filipinas e
Indonesia, lo cual le garantizaba la obtención de recursos naturales,
el objetivo principal que perseguía Tokio entrando en la guerra. El
Imperio nipón debía conquistar más territorios insulares y establecer un
anillo perimetral en el Asia Oriental, uno de estos territorios era el
alotón Midway. A la vez la idea de los japoneses consistía en obligar a
los estadounidenses a utilizar sus portaaviones para destruirlos.
El ataque a la base estadounidense de Pearl Harbor el 7 de diciembre
de 1941 no tenía otro objetivo que acabar con la flota estadounidense
estacionada en el Océano Pacífico, pero tuvo un efecto
contraproducente. La exitosa operación nipona de bombardeo acabó con el
hundimiento de la flota de acorazados y de esta manera los mismos
japoneses terminaron con la era de este tipo de barco, haciendo que
desde entonces la guerra naval se basase en la aviación naval.
A partir de ese momento los portaaviones de EEUU asestaron varios
golpes dolorosos a la flota nipona, especialmente en el Mar de Coral.
Las pérdidas sufridas en esta batalla obligaron al alto mando japonés a
renunciar los ambiciosos planes de conquista de Nueva Guinea y
Australia. Estas pérdidas eran difíciles de recuperar, ya que el sistema
de entrenamiento no permitía formar con premura muchos pilotos.
De ahí que la Primera Flota Aérea se dirigiese a Midway con su
potencial reducido en una tercera parte, pero los dirigentes militares
confiaban en que sería más que suficiente. Lo mismo pensaban los
pilotos, especialmente tras el exitoso ataque contra los portaaviones
estadounidenses Lexington y Yorktown realizado por los efectivos de la
5ª División, que tenían menos experiencia y peor preparación. Se hizo
proverbial la frase que era muy popular entre los aviadores en aquel
momento: “Si triunfaron los hijos bastardos, tanto más lo harán los
hijos legítimos”.
La Flota Combinada de Japón iba camino de una gloriosa victoria que
mermara la fuerza naval estadounidense. Al mismo tiempo, el imperio
asiático planificó un ataque de distracción a las posesiones
estadounidenses en las islas Aleutianas, objetivos que se hallaban en el
propio territorio continental estadounidense, pero que por su lejanía
al teatro principal de combate tenían escaso valor militar para los
japoneses.
Preparativos secretos
Preparativos secretos
Ante el almirante y comandante en jefe estadounidense de las Fuerzas
Aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, Chester Nimitz, se planteaban
dos tareas principales a finales de mayo de 1942: prever las acciones
de los japoneses y poner fin a la sucesión de fracasos de EEUU.
La principal fuerza de Nimitz, más que buques de guerra y
portaaviones, era el grupo de especialistas militares y civiles en
materia de criptografía, matemática y lingüística bajo el mando del
comandante Joseph J. Rochefort. Este oficial tenía fama de ser el mejor
criptógrafo de EEUU: la mereció por haber conseguido descifrar un código
naval japonés en otoño de 1940. Aunque este éxito no pudo prevenir el
ataque a Pearl Harbor, porque los japoneses cambiaron el código, para
mayo de 1942 los estadounidenses leían todos los mensajes de radio del
enemigo.
Para el día 15 del mes no quedaba ninguna duda de que el imperio
asiático estaba preparando un ataque a Midway, y Nimitz decidió
adelantarse a los japoneses. El 25 de mayo el grupo de Rochefort
interceptó un mensaje que contenía todos los detalles del ataque
planeado. Era más que suficiente.
Para poder enfrentarse a una fuerza enemiga que se sabía de forma
anticipada estaba compuesta con unos cuatro o cinco portaviones, Nimitz
necesitaba todas las cubiertas de vuelo disponibles. Ordenó de forma
precipitada la urgente puesta en marcha del portaaviones Yorktown que
había sido seriamente dañado el la Batalla del Mar de Coral y estaba en
reparación en los muelles de Pearl Harbor. Yorktown tuvo que ser
reparado en el asombroso plazo de tres días, gracias a al duro esfuerzo
de los obreros de los arsenales de la Marina que trabajaron día y noche
para dejar operativo al portaaviones.
Así que los norteamericanos disponían de los portaviones Enterprise,
Hornet y Yorktown, que transportaban 233 aviones de combate e iban
acompañados por 25 buques de guerra. Además se destinaron a Midway
patrullas de submarinos, compuestas de 20 unidades en total.
En el propio atolón los estadounidenses desplegaron unos 130 aviones,
preparando así otra sorpresa para los atacantes: la fuerza aérea
estadounidense superaba numéricamente a la nipona.
Los reveses del destino
Los reveses del destino
Un PBY Catalina, el avión estadounidense de patrulla, comunicó el 3
de junio el avistamiento de 11 buques sospechosos a 700 millas náuticas
al noreste del atolón. En ese mismo instante despegaban de Midway unos
16 bombarderos estadounidenses B-17 con la misión de localizar y
bombardear en altura a los buques avistados. Los japoneses atacaron
Midway a las cuatro de la madrugada del día siguiente, a eso de las seis
un PBY Catalina informó por radio que había localizado a dos
portaaviones del enemigo.
A partir de las siete de la mañana del 4 de junio los portaaviones
japoneses fueron objeto de continuos ataques de los aviones que salían
desde Midway, mientras los portaaviones estadounidenses se iban
acercando sin ser todavía descubiertos. A pesar de esto el almirante
Nagumo dejó en reserva 108 aviones cargados con torpedos, para el caso
de detectarse la presencia de los portaaviones enemigos y sus
respectivas escuadrillas de aeronaves.
Sin embargo, sin tener noticia de haber avistado portaaviones
estadounidenses, el almirante Nagumo creyó que los buques enemigos
estaban muy alejados y, por lo tanto, su flota estaba fuera del alcance
de los aviones. Ante ello, a las 7.15 horas NAgumo ordenó que los
torpedos de los aviones que se encontraran preparados para enfrentarse a
los portaaviones enemigos, fuesen desmontados y reemplazados con
bombas, para realizar un segundo bombardeo de la isla Midway. A las 7.40
los portaaviones estadounidenses fueron detectados y Nagumo ordenó
volver a subir todos los aviones a la cubierta, quitarles las bombas y
cargarlos otra vez con torpedos, incurriendo en una nueva demora.
Cuando a las 10.20 horas esta tarea se dio por terminada dos
escuadrillas de 30 aviones Dauntless conducidas por Clarence McClusky
detectaron a los japoneses. McClusky tuvo mucha suerte, primero porque
había estado buscando al enemigo durante una hora y ya estaba a punto de
volver, pues su combustible estaba en el límite razonable. Y segundo,
porque descubrió los tres portaaviones nipones en el momento más
vulnerable para un navío de estas características, ya que el hecho de
tener a los aviones cargados con torpedos hacía muy peligroso que uno de
ellos fuese destruido por el enemigo estando aún en cubierta.
McClusky ordenó a los Dauntless atacar por parejas, repartiéndose
entre los tres portaaviones avistados. El primero fue el Akagi, y más
adelante el Kaga y el Soryu.
La respuesta de los japoneses ya no cambiaba nada. Dos oleadas de
aviones enviados desde Hiryu consiguieron detectar el azaroso Yorktown y
hundirlo, pero en el próximo ataque de los estadounidensesel Hiryu
también fue hundido. Los japoneses perdieron cuatro portaaviones
pesados, un crucero pesado, 250 aviones y unas 2.500 personas. Los
estadounidenses: el portaaviones Yorktown, un destructor, 150 aviones y
307 personas. El servicio de salvamento de EEUU estaba mejor organizado
que el de los japoneses, por lo tanto la mayor parte de los pilotos
abatidos fueron salvados.
En cambio las pérdidas humanas de Japón resultaron irrecuperables:
desde ese momento perdieron la superioridad garantizada por el nivel de
profesionalidad de los pilotos. Éstos no pudieron ser completamente
reemplazados hasta principios de 1945, cuando ya era demasiado tarde
para que pudieran desequilibrar la balanza en favor de Japón.
Las discusiones sobre el resultado de la batalla continuarán, pero
son evidentes las causas del mismo. La victoria se gana con orden y por
sorpresa, que son más importantes que la superioridad numérica. Estas
verdades se confirmaron una vez más en la batalla de Midway.
Iliá Krámnik, RIA Novosti
Estados Unidos provocó a Japón mediante presión económica, como los embargos y el cierre de accesos para el comercio, con el fin de que Japón les atacase. Y así fue.
ResponderEliminarPero los norteamericanos conocían que ese ataque a su colonia en el Pacífico se iba a dar, por eso sus portaaviones no estaban allí.
El resultado el sometimiento de Japón y el acceso de la élite estadounidense al mercado asiático.
Saludos.