El pasado 19 de octubre, el diario español El
País publicó, en su sección cultural El Espectador,
un artículo escrito por el periodista José Meléndez y titulado “Princesas
Rojas, un filme de espionaje tropical en la Centroamérica de los 80”, con el fin de presentar la película
Princesas Rojas, dirigida por la
costarricense Laura Astorga, que participará en la edición 35 del Festival
Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que tendrá lugar en La Habana desde el 5 hasta el 15 de diciembre de 2013.
La película, que cuenta las
historias personales y las luchas políticas de una familia costarricense durante las
guerras civiles que sacudieron a Nicaragua
y parte de Centroamérica en la década de los ochenta, se convirtió en un
excelente punto de partida para que el periodista de El País pudiese llevar adelante el
típico ataque mediático, completamente descontextualizado, contra el gobierno
cubano.
En este sentido, en primer lugar,
Meléndez trató de generar un absurdo velo de misterio alrededor de la
participación de la película en el citado festival, sencillamente especulando
sobre la categoría en la cual el filme competirá, quizás para preparar un
terreno fértil y otorgar más credibilidad a todo el
sucesivo discurso. Afirmó: “Cuba ha permitido la exhibición
del filme, aunque con reservas. (...) Los cubanos rechazaron la participación
del filme en las categorías de Guión y de Primera Copia, aunque le permitieron
competir en Ópera Prima”. Es decir, la cuestión levantada por el periodista no es tanto la participación del filme en el
festival, sino la exclusión de una determinada categoría y la inclusión en otra,
algo que supuestamente, a leer el artículo,
respondería a un preciso interés estratégico y político de Cuba.
A partir de estas afirmaciones, Meléndez
abandonó el principal objetivo de su artículo, presentar la película, e intentó
explicar el por qué de esta inexistente censura. Y lo hizo llevando adelante un
discurso confundido y completamente improbable.
Escribió que “la cinta revela la intensa tarea de inteligencia y contrainteligencia
(...) desplegada en la década de 1980 por un agente cubano estacionado en la
capital costarricense para espiar las operaciones militares de la contra
nicaragüense que, bajo el mando de Estados Unidos (...), combatió a la
revolución sandinista”. Esto significaría, según el periodista, que el
gobierno de la Isla
habría tratado de censurar la citada película porque en ella se habla de las
actividades que la
Revolución cubana cumplió para ayudar a la Revolución sandinista
-que acababa de derrocar a la sangrienta y genocida dinastía de la familia
Somoza, amparada durante décadas por el gobierno norteamericano- frente a los
actos de los llamados contras, terroristas financiados por la administración de Ronald Reagan, que llevaron
una oleada de muerte en la nación centroamericana. Es decir, el gobierno cubano
habría tratado de ocultar algo que es mundialmente conocido y, sobre todo,
reconocido: su aporte contra el terrorismo estadounidense en la región y su
respaldo a los movimientos de liberación nacional en Latinoamérica y en todo el
mundo. Y lo habría hecho, curiosamente, “permitiéndole” a la película de
competir en la categoría Ópera Prima,
en vez que en otras.
Pero quizás el más evidente -y fracasado- intento
de manipular se puede notar en la parte en la que Meléndez tocó el extremo del
absurdo, y utilizó el texto, un supuesto artículo de promoción cinematográfica, para hablar en
general del “espionaje cubano”, otra razón que justificaría la supuesta censura.
Afirmó que el tema de la película, el espionaje en Centroamérica, “es
complicado para el régimen comunista cubano” porque “Cuba niega que cinco
cubanos detenidos en 1998 en Miami por el gobierno de Estados Unidos (...) sean
terroristas y enemigos. Los cinco, según Cuba, son combatientes contra el
terrorismo y defensores de la paz, aunque fiscales y jueces estadounidenses los
describen como parte de un refinado aparato de inteligencia que fue entrenado,
organizado y financiado por La
Habana, para penetrar en áreas militares de Estados Unidos y
espiar en esa nación a organizaciones anticastristas”. Es decir, el
gobierno cubano habría tratado de censurar la película -“permitiéndole” de
competir “solamente” en la categoría Ópera
Prima- para esconder u ocultar otra cuestión que es también mundialmente conocida,
reconocida y gritada a los cuatro vientos por toda la prensa cubana y todos los
movimientos de solidaridad con Cuba: que cinco agentes cubanos, en 1998, fueron
encarcelados y condenados a largas penas en EEUU, mientras trataban de
descubrir planes de ataques terroristas que desde Miami se organizaban -y de
hecho se organizaron- contra Cuba.
Entonces, ¿con qué quedamos? Con una película que,
a pesar de haber sido “censurada” por el “régimen comunista”, participará en el Festival Internacional del Nuevo
Cine Latinoamericano, y con dos
improbables explicaciones para esta misma censura: esconder la
ayuda de Cuba a Nicaragua para enfrentarse al terrorismo de los contras, y ocultar que cinco agentes
cubanos fueron encarcelados mientras trataban de impedir acciones terroristas
organizadas desde Estados Unidos. Es decir, quedamos con un discurso fabricado ad hoc sobre la base de una censura inexistente y con elementos supuestamente justificantes que no tienen la más mínima conexión entre ellos.
Pero hay que admitir que efectivamente existe un
elemento en común entre los Cinco antiterroristas que fueron presos en
Estados
Unidos y los agentes cubanos que en los ochenta se infiltraron en varios
países
de Centroamérica para ayudar a la resistencia sandinista, un elemento
que efectivamente suele ser censurado en muchas ocasiones. En este
sentido, casi nunca se cuenta que uno de los
principales promotores y exponentes del terrorismo contra Cuba -algo que
Meléndez calificó hipócrita e irrespetuosamente de organizaciones anticastristas- es Luis Posada Carriles,
el mismo que durante los años ochenta ocupó un lugar destacado, como
trámite de la CIA,
precisamente en el suministro de armas a los contras en Nicaragua. Sin embargo, se trata de un punto que difícilmente
será abordado por El País. Para este periódico -perteneciente al grupo PRISA,
un grupo controlado por un fondo de inversiones británico, que a su vez es
controlado por dos ciudadanos norteamericanos- significaría admitir que -hoy
como antes- la política exterior de Cuba se basa en exportar médicos,
educadores y luchadores contra el terrorismo amparado por el gobierno norteamericano.
Hay que añadir también que no es la primera
vez que este periódico español trata de convertir un artículo de cultura en un
acto político contra el gobierno de Cuba. En este sentido, se puede recordar,
por ejemplo, que el 30 de noviembre de 2012 El
País publicó -en su sección de Viajes-
un artículo supuestamente turístico que
hubiera debido comparar un viaje en La Habana
con uno en México DF, pero que finalmente se convirtió en otro punto de partida
para llevar adelante un ataque político más contra el sistema vigente en la Isla.
Si hay algo que queda efectivamente
cristalino tras la lectura del confundido artículo de José Meléndez, es
la
total falta de un válido discurso periodístico y político, y sobre todo
la
completa incapacidad para atacar con argumentos sólidos al sistema
vigente en Cuba que, claro está, no es perfecto; y de ahí, la absoluta
desesperación de la gran prensa capitalista -dignamente
representada por El País- que se traduce en banales y groseros intentos
de
manipulación y distorsión histórica, incluso cuando las circunstancias y
los
mismos acontecimientos históricos -que son de dominio público-
sugerirían, si
no una reflexión crítica, por lo menos un decoroso silencio.
Por Vincenzo Basile (Capítulo Cubano)
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