La canciller alemana Angela Merkel |
Estados Unidos no tiene amigos y los llamados "aliados" no son más
que instrumentos para la consecusión de la hegemonía norteamericana en
el mundo.
A pesar del escándalo generado por las nuevas revelaciones de que la NSA pinchó los telefonos de 35 líderes mundiales, entre ellos el de la canciller alemana Angela Merkel, Estados Unidos aseguró ayer, del puño y letra de una asesora de Obama, que Washington seguirá recopilando la información que necesite y aumentará "el enfoque en el equilibrio entre necesidades de seguridad y las preocupaciones sobre privacidad".
De lo anterior se desprende que en pos de las necesidades de
seguridad, enmarcadas en la falsa guerra contra el terrorismo, se
contempló y se autorizó violar la privacidad de algunos presidentes de
países "aliados".
Según escribió Lisa Monaco en el diario USA Today, solo ahora, tras el descubrimiento basado en los documentos revelados por Snowden, y luego de que Estados Unidos reconociera que los mismos han creado un momento de tensión con gobiernos tradicionalmente considerados como amigos, Obama pidió revisar la política de espionaje de Estados Unidos y respetar a sus aliados.
Rectificación que por lo visto jamás hubiera ocurrido si el
excontratista de la NSA no hubiera decidido desertar en China y hacer
público el espionaje que Estados Unidos realiza en todo el mundo a
través de internet y los telefonos móviles.
A su vez, la portavoz del Departamento de Estado Jen Psaki dijo ayer a
los periodistas que las actividades de recopilación de información por
parte de Estados Unidos "han creado desafíos significativos en nuestras
relaciones" con países aliados, así como "una distracción pública" sobre
asuntos más trascendentes como es el caso de las crisis, creadas por el
propio gobierno de Estados Unidos, en países como Siria o Irán.
Dichas declaraciones llegan al colmo del cinismo si se tiene en
cuenta para qué suelen necesitar y utilzar los Estados Unidos a sus
"aliados" en conflictos como los antes mencionados y cuyo mejor ejemplo
es el caso de Libia, donde países como Inglaterra y Francia tras la
fachada de la OTAN hicieron el trabajo sucio que, tras las inútiles
guerras de Irak y Afganistán, los norteamericanos ya no quieren hacer.
El espionaje por parte de Estados Unidos contra los líderes hasta
ayer considerados amigos, deja al descubierto una arista esencial de la
política exterior norteamericana. El imperio no tiene amigos y los
llamados "aliados" no son más que instrumentos para la consecusión de la
hegemonía norteamericana en el mundo.
Tras las revelaciones de Snowden ahora no queda claro quién significa
un peligro mayor para la seguridad de Estados Unidos si Bashar al-Asad o
Angela Merkel.
Escrito por
M. H. Lagarde
Tomado de http://www.cubasi.cu
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