domingo, 27 de octubre de 2013

La 69º Asamblea de la SIP, al servicio de EE UU y la mentira




LOS DUEÑOS DE DIARIOS SE REUNIERON EN DENVER

En Colorado deliberó la asamblea anual de la SIP. Como en las 68 anteriores, ésta también estuvo en sintonía fina con Washington, no defendió la libertad de información y profundizó la guerra contra los gobiernos progresistas.

 La Sociedad Interamericana de Prensa es fraudulenta pues sugiere agrupar a periodistas. Es una organización empresarial de 1.300 dueños de periódicos, que no es lo mismo. Sus intereses patronales están anclados en el mundo de los negocios y no en el de la información. La distinción entre los negocios y el periodismo es necesaria. Y también esta aclaración política: la SIP funciona en sintonía fina con el Departamento de Estado, como se confirma al analizar su 69º Asamblea anual reunida en Denver, Colorado, entre el 18 y el 22 de octubre pasado.

Allí se puso sordina al mega escándalo de espionaje de la administración Obama sobre el mundo, incluso sobre gobiernos amigos y 35 presidentes. Antes Dilma Rousseff y luego Angela Merkel protestaron ante el presidente norteamericano, como lo reflejaron periódicos afiliados a la SIP.

Sin embargo, en el lujoso 5 estrellas, el Hotel Brown Palace de Denver, no estuvo como asunto central el megaespionaje norteamericano. Era la noticia mundial. Sin embargo, a lo sumo hubo una teleconferencia del periodista Glenn Greenwald, quien vive en Brasil y publicó en The Guardian y O Globo parte de las filtraciones de Edward Snowden, ex topo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

¿Por qué no lo invitaron a Greenwald a Denver? El poco espacio que le dieron fue como si la noticia central del día la hubieran publicado en la página 46, sin foto. Merecía la tapa y un título catástrofe...

“Querida Casa Blanca”

Las preferencias para con las autoridades estadounidenses se notaron en la única referencia de Denver: redacción muy respetuosa, breve, con tono de solicitud y no de denuncia. Ni siquiera hubo un título especial dedicado a EE UU, como sí los hubo con Argentina, Ecuador y Venezuela, considerados los más peligrosos para la “libertad de prensa”.

Lo único que faltaba en la cuidadosa petición a Washington es que comenzara diciendo “Querida Casa Blanca”. Allí se lee: “alentar al Departamento de Justicia de EE UU a que adopte en forma vigorosa y cumpla con las normas actualizadas que fueron recomendadas en 2013. Hacer un llamado al Senado y la Cámara de Representantes para que apruebe leyes que incluyan un escudo de protección sólido para los periodistas”.

Esos popes de los medios en ningún momento menearon ante el gobierno de Obama su espionaje, revelado por Snowden, ni la persecución contra WikiLeaks y su fundador Julian Assange, asilado en la embajada de Ecuador en Londres desde agosto de 2012. Sobre estos tópicos, la SIP guardó un ominoso silencio, de complicidad. La única módica queja de la entidad fue que “EE UU incautó en 2012 en secreto los archivos de 21 líneas telefónicas de reporteros de The Associated Press, en violación de la Primera Enmienda de la Constitución”. Esto fue dicho bajito, como para defender a la AP sin enojar a la Casa Blanca. Sólo fue mencionado el Departamento de Justicia.

Argentina la peor del grado

A tenor de las cantidades y contenido de las resoluciones votadas en Denver, parece que el gobierno argentino es el peor del hemisferio occidental. A Cristina Fernández de Kirchner le dedicaron dos misiles, mientras que a otros gobiernos progresistas les arrojaron uno a cada uno. A Obama le tiraron confites.

Una moción contra CFK se refirió al llamado “cepo publicitario” en contra de Clarín y “La Nación”, al disponerse que no habría más publicidades comerciales de los supermercados. Esa pérdida de avisos comerciales tendría casi igual o mayor importancia que los crímenes contra periodistas, cometidos en otras latitudes y no en Buenos Aires, La Habana ni Caracas.

El otro clamor de Denver fue para criticar la ley de medios de la democracia. La cloaca mediática de Miami, tronó: “Reiterar a los tres poderes del Estado argentino que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual entraña supuestos de censura indirecta en los términos del Pacto de San José de Costa Rica, ya que afecta la sustentabilidad de los medios privados; restringe sin razón técnica alguna el funcionamiento de medios que no utilizan espectro radioeléctrico, como el cable y las señales audiovisuales; favorece a las voces oficiales en desmedro de las restantes; y discrimina arbitrariamente entre distintos medios”.

Las conclusiones de la SIP, al referirse al país, cifró sus mejores esperanzas en la Corte Suprema para que enmiende y/o mutile la ley 26.522. Dijo: “Otra herramienta restrictiva en Argentina, la ley de medios, está a la espera de un fallo de la Corte Suprema de Justicia que puede receptar los principios internacionales en la materia”. Fue un aviso esperanzado en Ricardo Lorenzetti y sus supremos, descartando a Eugenio R. Zaffaroni.

SIP perezosa

Aparte de reaccionaria, el apéndice del Departamento de Estado es muy perezosa. Las dos resoluciones contra Argentina parecen “copy-paste” de las mismas que ya habían aprobado en la 68º Asamblea, en marzo de este año en Puebla, México. No se tomaron la molestia de investigar o agregar algunos elementos sino que repitieron como el loro las acusaciones.

Ni siquiera cambiaron de informante. Quien leyó las acusaciones contra el gobierno argentino fue el mismo miembro de la Comisión de Libertad de Expresión: Daniel Dessein, director de la Gaceta de Tucumán. El órgano de prensa no se distinguió precisamente por sus denuncias contra el genocida general Antonio D. Bussi en su represión ilegal en los años de la dictadura en esa provincia de la que después fue gobernador por Fuerza Republicana. Los bussistas deben haber seguido publicando su pauta en La Gaceta y las buenas relaciones continuaron en democracia.

Además de holgazana, la SIP hace de sus asambleas oportunidades para el turismo. Esta edición fue promocionada porque Denver es “una ciudad joven y vibrante en el centro del 'Old West Cowboy'”. La propaganda a los asistentes añadía: “El lado social y los tours; Habrá un completo plan de actividades sociales y recepciones. El sábado está programado una visita al Cherry Creek Mall donde hallarán tiendas de lujo y galerías de arte. El domingo nos trasladaremos al galardonado The Fort, uno de los establecimientos más reconocidos de la nación y famoso por sus filetes de búfalo”.

De trabajo periodístico, poco y nada. Muchas tiendas de lujo y filetes de búfalo.

Mentiras de la SIP

Como la realidad se cuela incluso en los salones VIP, en sus Conclusiones “la SIP condenó el asesinato de 14 periodistas; 3 en México, 2 en Brasil, 2 en Colombia, 2 en Guatemala, 2 en Haití y 1 respectivamente en Ecuador, Honduras y Paraguay. Expresó también su total rechazo a la prescripción de 17 casos de asesinatos de periodistas (5 en Colombia y 12 en México) por considerar que la impunidad y la acción de poderes judiciales débiles o sometidos son los motores generadores de la violencia. También durante este período tres periodistas debieron de abandonar Colombia y Honduras por amenazas”.

Este cuadro sobre los asesinatos resulta una guía, dolorosa pero útil, para saber de dónde provienen los mayores peligros para el ejercicio del periodismo. Se desenmascara la mentira de sentar en el banquillo a Raúl Castro, Nicolás Maduro, Rafael Correa, Evo Morales y otros mandatarios del ALBA.

Es que en los recién nombrados no hubo crímenes, salvo uno en Ecuador que por supuesto no fue de la responsabilidad de Correa. La mayor cantidad de crímenes luego seguidos de impunidad se produce en Colombia y México. Son los socios privilegiados de Washington en el Tratado de Libre Comercio y el “Plan Colombia”, en un caso, y del NAFTA en el otro. Ambos están alineados con Obama en la Alianza del Pacífico, junto con Chile, Perú y Panamá, en la corriente pronorteamericana anti ALBA y anti CELAC.

Hablando de CELAC, en sus anteriores asambleas la SIP condenó el hecho de que esa comunidad latinoamericana y caribeña hubiera designado presidente pro-témpore a Raúl Castro, de Cuba. Esa queja fue una exteriorización de los dos países excluidos de la CELAC: EE UU y Canadá. La SIP es su virtual secretaría de prensa.

Mientras los países donde se asesinan a tantos hombres y mujeres de los medios se benefician del blindaje mediático de la entidad con sede en Miami, otros gobiernos díscolos con el imperio son linchados en cada asamblea. En Denver hubo, además de las dos resoluciones contra Argentina, otras muy duras y explícitas contra la Venezuela de Maduro y el Ecuador de Correa, al que acusaron de censurar a la prensa con la ley Orgánica de Comunicación a partir del 25 de junio pasado.

De Cuba hablaron pestes: “la libertad de prensa se ha visto agravada por una represión constante y detenciones arbitrarias de periodistas”. Esta mentira fue sostenida por la informante Yoani Sánchez, la gusana promovida a vice-presidenta de la SIP para América Central y el Caribe. ¿Quisieron con eso el 22 de octubre amortiguar la brillante victoria que obtendrá Cuba sobre EE UU una semana después en la ONU en la votación contra el bloqueo? El 29 de octubre 188 países condenarán el bloqueo a la isla e indirectamente dirán que la SIP falta a la verdad sobre ese país.

EMILIO MARÍN

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