El mundo ha cambiado y las guerras se vuelven más cruentas indicando el nivel de deshumanización al que ha llevado a la sociedad un sector élite que considera que primero está el beneficio personal o grupal antes que la colectividad. Los afanes personalistas, fundados en el egoísmo, la avaricia y el desapego a la cultura del respeto social, han hecho del planeta un territorio fértil a la violencia pese a que el mandato de la especie es realizarse en conjunto con el otro. Los mecanismos de agresión ahora constan de numerosos factores, todos los cuales son analizados por sus ejecutores con el frío propósito de dañar al supuesto contrario, domeñarlo y hacer de éste un peón de los intereses de quien posee el dominio del arma física, diplomática o financiera. Entre ellos se cuentan los golpes de Estado y el terrorismo, los que usualmente no se asocian pese a tener estrechas relaciones.
El golpe clásico es aquel donde un sector militar toma el poder por
la fuerza represiva y establece un orden basado en la política de
seguridad nacional: las fuerzas armadas son las garantes de esa
estabilidad forzada. Sin embargo, en pleno siglo XXI hay dos modalidades
que no se toman en cuenta pues parecen ser formas diferentes de obtener
el control, legales y sin relación con lo forzado. La primera es cuando
un Gobierno civil, amparado por la fuerza armada, realiza elecciones o
procedimientos que logran permitir su mantención en el poder ya sea por
lo fraudulento de ese actuar o simplemente apelando a la Constitución.
En estas situaciones hay un elemento correlativo y de sustento cual es
la clase dominante como grupo organizado y conocedor de todos los
procesos de conculcación de derechos haciéndolo aparecer como legales o
atentatorios a la paz si no son acatados.
El segundo golpe es a través de la intervención directa en un país
poniendo a ciertos representantes de las fuerzas invasoras disfrazados
de nacionales, como símbolos de la libertad democrática y el
restablecimiento del orden perdido debido a la inestabilidad causada por
la supuesta represión interna y las propuestas económicas que han
entrado en una fase de crisis: los saqueos, inflación,
desabastecimiento, acaparamiento, control de la producción desde lo
particular, son algunos mecanismos usados reiteradamente. El apoyo
financiero para detener comunicaciones o transporte es siempre un
recurso permanente.
En la generalidad de los golpes actuales lo que se pretende es
mantener el statu quo vigente soportado en principios neoliberales los
que, al verse amenazados, dan origen a este método. Lo que se ha
logrado, entonces, es mantener el negocio funcionando pese a la
violencia existente aunque paulatinamente puede ocurrir que los
Gobiernos dóciles se comiencen a volver contestatarios producto de una
presión inaceptable.
Irak es un ejemplo de ocupación por fuerzas extranjeras, similar a un
golpe, donde existe esa misma opción aunque aparece oculta pese a que
desde esos centros se avala mediáticamente la toma del poder. Al Qaeda
es la respuesta a las recientes cercanías con Siria, Irán y Líbano: no
se puede permitir estabilidad en esa zona ya que significaría una
amenaza geopolítica y, por ende, al complejo infraestructural. La
conclusión es categórica: mientras avanza Al Qaeda -que no existía hasta
la invasión del 2003- a través de los combatientes del Estado Islámico
de Irak y del Levante (facción asociada), apoderándose de territorios y
anunciando la creación del Estado Islámico de Faluya, Estados Unidos
plantea que no enviará más tropas a la región facilitando el no
enfrentamiento entre sus propios combatientes. La fórmula perfecta está
elaborada y en acción: invasión, desestabilización, masacres y
negocios... sin vincularse a ninguna organización.
Tal como planteaba en columna anterior como predicción para el 2014,
el terrorismo será uno de los principales mecanismos ejecutores de las
acciones en contra de los Estados que propicien vientos de libertad,
incluso mínima, pues la idea de un sector élite en el mundo es que se
mantenga la inestabilidad si permite continuar las ganancias: armonía
siempre y cuando también garantice lo mismo o, en su defecto, aplicar
aquel adagio popular verdadero en ciertos escenarios según el cual "a
río revuelto ganancia de pescadores".
El terrorismo es una faceta vinculada usualmente a combates por lo
cual se desconecta del objetivo que se pretende, especialmente al
relacionarlo solamente con sacrificios, bombas, atentados, actos
sanguinarios. Por el contrario, las manifestaciones anteriores están
entrelazadas a objetivos mucho mayores y son resultado de organizaciones
con estructuras que permiten una estrategia consolidada.
El nacimiento de Al Qaeda es una ingeniosa fórmula programada por la
CIA pensando en cómo eliminar su rival soviético en el período de la
Guerra Fría, imaginados y presentados al 'mundo libre' como los
guerrilleros de la libertad y la paz. No obstante, luego de logrado el
propósito se mantiene ya que puede servir en similares condiciones las
que se van presentando paulatinamente. En la actualidad este grupo
armado sirve como agudizador de situaciones que logren tres propósitos:
uno, tensionar las zonas donde actúen para propiciar desestabilización,
promover condiciones tales que favorezcan intervenciones especialmente
haciendo aparecer al contrario como el asesino de los indefensos,
debilitar a todos los sectores que no se rindan a los intereses de las
grandes transnacionales eurocéntricas. No obstante, producto de su
propia interpretación particular de una ideología vinculada a preceptos
religiosos, se han propuesto caminos que les den su propio espacio,
identidad y logros.
Por ello, el terrorismo es útil a los Gobiernos en la medida que no
se lo vincule directamente aunque se sepa de dónde proviene. El
terrorismo de Estado es aquella actuación descarnada en contra de la
población civil, grupos organizados, líderes, con el fin de eliminarlos
físicamente y promover el miedo en todos los ámbitos de la nación. Así
se logra, en este caso, 'estabilizar', impedir el surgimiento de nuevas
organizaciones y obtener sus propósitos. La infra y supraestructura del
terror da resultados: la caravana de la muerte en Chile y los
escuadrones de la muerte en Centroamérica son expresiones de terrorismo.
Tal como lo advertía el presidente Rafael Correa, Estados Unidos está
intentando nuevamente insistir en la tarea que le fue encomendada
históricamente por sus Gobiernos y que continúa hasta ahora: dividir a
Latinoamérica a través de todos los mecanismos posibles, utilizando la
infiltración, la corrupción y el asesoramiento de la milicia en The
School of Americas; esta ha cambiado su denominación en Instituto de
Cooperación y Seguridad de Hemisferio Occidental -WHINSEC-, con el fin
de confundir su real función ya que continúa su entrenamiento en
contrainsurgencia (guerrilla y movimientos sociales), aunque también aún
no declarado, en programas de concientización y pedagogía en ideologías
del orden, con estrategias de acompañamiento a golpes militares y
Gobiernos próximos al Norte.
Hoy día los golpes militares dados en su diversas formas modernas,
como la ocupación por ejemplo, demuestran claramente que el terrorismo
en sus diversas formas organizadas es un mecanismo de dominio a través
del miedo, la amenaza y el exterminio, que está presente como amenaza en
el mundo y también como realidad. Los Gobiernos que sustentan soberanía
tienen que estar alertas ante estas formas violentas que son aplicadas
sin miramientos en la medida que las autoridades no perciban su real
gravedad. La autodeterminación es el estandarte que debe ser esgrimido
por todos los pueblos del mundo amantes de la libertad sin
restricciones, es decir, conducente a la igualdad de derechos. Es una
tarea, es posible y se convierte en una obligación ética del presente.
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