sábado, 10 de mayo de 2014

José Couso: El lente que aún incomoda

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La familia de José Couso lleva once años buscando justicia, junto a un grupo de amigos de su hijo asesinado por tropas norteamericanas en Irak y todo indica que no van a parar en ese empero al reunirse en días pasados con parlamentarios españoles.
Un juez de la Audiencia Nacional de España se negó a archivar el caso Couso, asesinado el 8 de abril de 2003 por un disparo de un tanque de Estados Unidos.
El camarógrafo español,  se encontraba en el hotel Palestina, en Irak, edificio donde era conocido que estaban instalados un grupo de periodistas de distintos medios de prensa. La única coincidencia entre ellos radicaba en que estaban informando de forma objetiva sobre la invasión al país árabe.
Otros profesionales habían aceptado estar empotrados en las filas de los ocupantes y daban la versión sesgada que les apostaban los oficiales norteamericanos y británicos, o identificados  con los efectivos a quienes acompañaban.  Estos profesionales pertenecían a grandes cadenas mediáticas y se limitaron a reproducir los partes del Pentágono.
El grupo al cual pertenecía Couso era variado, pero en común contaban con el deseo de llegar cerca de la verdad de aquella guerra. En el ataque realizado al hotel, también murió el camarógrafo de la agencia Reuter, Taras Protsyuk, de nacionalidad ucraniana. Varios periodistas resultaron heridos.
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Para el juez Santiago Pedraz, con la entrada en vigor de la conocida Limitación de la Justicia Universal, procede tratar la muerte de Couso, pues la ampara la Convención de Ginebra, que obliga a los países firmantes, entre ellos España, a perseguir los delitos cometidos contra civiles en caso de conflictos bélicos. La jurisdicción española está facultada para investigar el hecho.
Desde el asesinato de Couso, sus familiares presentaron ante la Audiencia Nacional una querella contra los tres militares norteamericanos implicados: El sargento Shawn Gibson, autor material del disparo; el teniente coronel Philiph de Camp,  jefe del regimiento de blindados, quien impartió la orden, y el capitán Philiph Wolford, al mando de la unidad de tanques.
Los allegados a Couso, también iniciaron una campaña en reclamo de justicia  y prosiguieron sus denuncias en distintos foros. Uno fue el V Encuentro Mundial de Corresponsales de Guerra efectuado en La Habana  en noviembre de 2006, evento que se solidarizó con esa causa.
Javier Couso, hermano de la víctima,  intervino en el evento para denunciar la forma en que fue asesinado, crimen cometido para eliminar a un testigo molesto que reportaba sobre una guerra en que primaba la mentira y la desinformación. 
Maribel Permuy, madre del occiso, denunció el crimen y solicitó justicia. Junto con amigos y colegas de trabajo, editaron el libro: José Couso, La Mirada Incómoda, donde se describen los hechos, se aportan datos sobre la vida del destacado camarógrafo y se hace denuncia del papel desempeñado por la fiscalía española, por obstruir el sumario. 

En la obra se destaca  que quizás la explicación más sincera del ataque la dio el propio Shawn Gibson, al admitir: “Estoy profundamente apenado, pero es la guerra. Pienso mucho en lo que pasó y seguiré y seguiré pensando en ello durante años". 

Con seguridad, otros deberían sentir pesada su conciencia el ex presidente español, José María Aznar, uno de ellos, por su apoyo a la invasión, y por no haber dado espacio a la justicia.
 
Walfredo Angulo
 
Cubaperiodistas.cu

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