sábado, 11 de agosto de 2012

Gracias, Rafael

No tiene barba. De hecho siempre está pulcramente afeitado. Parece no haber usado un arma jamás en su vida, no hablemos de dispararla. No ha comandado nunca siquiera una pequeña escuadra de guerrilleros pero sabe hablar claro, siente hondo y actúa recio. Tiene un pueblo entero que le cree y por tanto lo sigue por propia vocación.

Sin embargo, creo que por eso me recuerda tanto a ese fiel y todavía lúcido guerrillero del tiempo, de gloriosa y ya blanca barba, por sus notables diferencias y por sus notables parecidos.

Los dos emplean la palabra con maestría pero sobre todo con convicción y honradez. Los dos creen firmemente en que un ser humano mejor es posible y por tanto hay un mundo mejor posible.

Los dos decidieron dedicar su vida a servir a todos los ciudadanos y ciudadanas pero especialmente a aquellos más vulnerables. Los dos dicen lo que piensan y hacen lo que dicen. Los dos tienen esa mirada que se mete en nuestra alma, y una vez adentro, logran encontrar, hacen nacer y brotar de ella, la lealtad. Solo los extremadamente débiles de alma pueden, después de esa mirada cálida, amistosa pero también incisiva, traicionar los ideales comunes.

Hoy, al ser simple espectador del informe a la nación de un presidente ya hecho leyenda, no pude evitar recordar a aquel otro, con barba y fusil, que cuando yo tenía apenas 15 años, con su palabra y su mirada, me convenció de seguir este camino que escogí para toda la vida. Por eso, le robo a Silvio (Rodríguez) las palabras de la canción que debí haber escrito yo: "Yo me muero como viví".

Gracias, Rafael.

Fuente Blog 1Qbano+

Tomado de la Polilla Cubana

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