lunes, 3 de diciembre de 2012

¿Es este el último ninja de Japón?

Iga-Ryu Jinichi Kawakami
En el Japón actual ya no hay samuráis ni shoguns, pero sí dos ninjas –uno oficial y otro no– que conocen los secretos de una disciplina que morirá con ellos.

Expertos en las oscuras artes del espionaje y el asesinato silencioso, los ninjas transmitían sus habilidades de padres a hijos.

El misterio era su materia prima, y los nobles guerreros samuráis los contrataban para espiar, sabotear y matar.

Sus característicos trajes negros –que generalmente cubrían todo salvo los ojos– los hacían casi invisibles en la oscuridad, hasta el momento de atacar.

Sigilosos y letales, utilizaban armas como los shuriken, unos proyectiles afilados con forma de estrella, o la cerbatana fukiya.

También eran famosos por su destreza con la espada. Usaban sus armas no sólo para luchar, también para escalar muros de piedra, observar a sus enemigos o escabullirse dentro de un castillo.

La mayoría de sus misiones eran secretas, y por eso existen muy pocos documentos que registren sus actividades.

Sus herramientas y métodos se transmitían entre generaciones de forma oral.
Esto ha permitido que cineastas, novelistas y artistas del cómic dieran rienda suelta a su imaginación.

Películas de Hollywood como "La justicia del Ninja" (Enter the Ninja, 1981) o "El guerrero americano" (American ninja, 1985) los retratan como súper humanos capaces de correr sobre el agua o desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

"Eso es imposible, porque no importa lo mucho que entrenes, los ninjas somos personas", dice risueño Jinichi Kawakami, el último gran maestro ninja de Japón, según el museo ninja Iga-ryu.

Sin embargo, según parece, los ninjas sí tenían unos flotadores que les permitían deslizarse de pie sobre el agua.

Ninjas pluriempleados

Kawakami es el 21º jefe de la familia Ban, uno de los 53 que crearon el clan ninja Koka. Comenzó aprendiendo ninjutsu (técnicas ninjas) a los seis años, de la mano de su maestro Masazo Ishida.

"Yo creía que era un juego, no pensaba que estaba aprendiendo ninjutsu", cuenta.

"Incluso me preguntaba si me estaba entrenando como ladrón, porque mi maestro me enseñaba a caminar silenciosamente y a cómo entrar en una casa sin ser descubierto".

Otras de las habilidades que su maestro le enseñó incluyen hacer explosivos y mezclar sustancias medicinales.

"Aún puedo mezclar algunas hierbas para lograr un veneno que no necesariamente sea letal, pero que puede hacer creer que uno tiene una enfermedad contagiosa", dice Kawakami a la BBC.

El maestro ninja heredó el antiguo título de su clan cuando tenía 18 años.

Hubo 49 de estos clanes, pero los Koka y sus vecinos Iga se hicieron famosos gracias al trabajo que hacían para poderosos señores feudales como Ieyasu Tokugawa – quien unió a Japón después de siglos de guerras civiles cuando ganó la batalla de Sekigahara en 1600.

Fue en la era Tukugawa –una época de estabilidad conocida como Edo (1603-1868)- cuando los documentos oficiales comenzaron a hacer breves referencias a las actividades de los ninjas.

"No eran solo asesinos como alguna gente cree a causa de las películas", dice Kawakami.
De hecho, durante el día tenían otros trabajos. Por lo visto, y según lo que cuenta Kawakami, la profesión de ninja no permitía llegar a fin de mes con holgura.

Existen muchas teorías sobre qué clase de tareas realizaban: se cree que algunos ninjas eran campesinos y otros vendedores ambulantes que utilizaban sus empleos diurnos para espiar.

"Pensamos que algunos se convirtieron en samuráis durante el período Edo".
"Tenían que ser pertenecer a alguna de las categorías o castas que se establecieron durante el gobierno Tokugawa: guerreros, campesinos, artesanos y comerciantes”, explica Kawakami, que es también ingeniero.

Vestido de traje, este ninja del siglo XXI parece cualquier japonés dedicado a los negocios.

Personal militar y policial

Sin embargo, el título de "último ninja japonés" tiene otro aspirante.

El octogenario Masaaki Hatsumi asegura que él es el líder de otro clan ninja, el Togakura.

Hatsumi es el fundador de un centro internacional de artes marciales llamado Bujinkan, con más de 300.000 alumnos en todo el mundo.

"Entre ellos hay personal militar y policial extranjero", dice Hatsumi en una de las sedes de entrenamiento, conocida como dojo, en el pueblo de Noda, al noreste de Tokio.

En esta pequeña localidad no es muy habitual ver extranjeros. Pero el dojo, en el que caben 48 esteras de tatami, está lleno de aprendices que observan fascinados cada movimiento de Hatsumi.

Sus acciones no son ampulosas y sólo de vez en cuando utiliza algunas armas. El maestro explica cómo estos pequeños movimientos pueden servir para alejar a los enemigos.
El británico Paul Harper es uno de los dedicados alumnos. Desde hace 25 años viene cada año y entrena durante varias semanas.

"A comienzos de los años 80 circulaban varias revistas de artes marciales y yo estaba estudiando karate en aquel entonces y me topé con algunos artículos sobre Bujinkan", cuenta Harper.

"Esto parecía una forma mucho más compleja y completa de arte marcial con muchas facetas, así que quise ampliar mi experiencia".

Hatsumi también ha colaborado con infinidad de películas como asesor de artes marciales, entre ellas una de la serie de James Bond, "Sólo se vive dos veces", y sigue practicando sus técnicas de ninja.

Sin herederos

Kawakami y Hatsumi tienen algo en común: ninguno ha designado un sucesor que sea el próximo gran maestro ninja.

"Durante las guerras civiles del período Edo las habilidades de los ninjas para espiar y matar o mezclar medicinas eran útiles", dice Kawakami.

"Pero ahora hay armas de fuego, internet y mucho mejores fármacos, así que el arte de ninjutsu no tiene cabida en los tiempos modernos".

Como resultado, él ha decidido no designar un sucesor. Simplemente da clases de historia ninja en la universidad Mie.

Y a pesar de tener tantos alumnos, Hatsumi también decidió no seleccionar un heredero.

"Mis estudiantes continuarán practicando algunas de las técnicas usadas por los ninjas, pero no hay nadie destinado a suceder el clan", dice.

El futuro del legado ninja, parece, estará más bien unido a personajes de ficción en cómics, películas, videojuegos y atracciones turísticas.

En el museo en la ciudad de Iga, un grupo llamado Ashura entretiene a los visitantes con una actuación de trucos ninjas.

A diferencia del discreto arte de ninjutsu, el espectáculo que divierte a escolares y turistas es ruidoso y llamativo.

Antes que los últimos ninjas, es el misterio el que ha desaparecido.

BBC 

Tomado de http://www.analitica.com

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