Si usted es una de esas personas que ha intentado alguna vez cumplir
con los numerosos trámites para conseguir la ciudadanía de Estados
Unidos, probablemente esto le resulte extraño, pero cada vez más
estadounidenses están haciendo justamente lo contrario: decirle adiós a
su pasaporte.
No es una decisión que estén tomando a la ligera, pero sí una
posibilidad que muchos están contemplando y tomando los pasos para
llevarla a cabo.
El número de expatriados estadounidenses que renunciaron a su
ciudadanía se disparó en el segundo trimestre de 2013 en comparación con
el mismo período del año anterior: 1.131 estadounidenses le dijeron
adiós a su pasaporte entre abril y agosto de este año, en comparación a
los 189 que se deshicieron de él en el mismo período de 2012.
Son todavía una porción muy pequeña de los cerca de seis millones de
estadounidenses que viven en el extranjero, pero la tendencia es
significativa.
Estas estadísticas las ha presentado el Federal Register -la gaceta
oficial estadounidense-, sin dar más explicaciones de qué las motiva.
Sin embargo, se cree que los impuestos tienen mucho que ver con la
tendencia.
La clave de la cuestión está en una nueva ley denominada Fatca (Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas en el Extranjero).
Según esa norma, a partir de julio del año que viene, todas las
instituciones financieras del mundo deben declarar directamente al
Servicio de Recaudación de Impuestos (IRS, por sus siglas en inglés)
todos los activos e ingresos de los ciudadanos estadounidenses con más
de US$50,000 dólares en sus cuentas.
Estados Unidos podría llegar a retener hasta el 30% de los dividendos
e intereses a los bancos que no cumplan con esa declaración.
Declaración de impuestos
Con la ley, las autoridades pretenden recaudar unos US$100.000
millones anuales de los activos de ciudadanos estadounidenses en el
exterior que no pagan impuestos. A diferencia de otros países, los
estadounidenses no sólo pagan impuestos cuando residen en ese país, sino
también como ciudadanos, independientemente de dónde vivan.
De repente algunos estadounidenses que viven en el exterior empezaron
a sentir un sudor frío. Siempre tuvieron que rellenar su declaración de
impuestos y revelar sus cuentas en el extranjero en un formulario
denominado FBAR, aunque en la práctica muchos no lo hacían.
Pero ahora la ley Fatca significa que deben ser más rigurosos o, de
lo contrario, tendrán que enfrentar grandes multas que podrían reducir
considerablemente el tamaño de sus cuentas, a sabiendas de que las
autoridades estadounidenses podrán saber mucho más de lo que sabían en
el pasado.
Muchos dirán que el IRS sólo está tratando de tomar lo que le deben,
pero quienes se oponen a la norma aseguran que, en su intento de
localizar a los evasores de impuestos más acaudalados, están sumiendo a
gente normal y corriente en una pesadilla costosa y dispendiosa.
Y para algunos, eso ya es demasiado.
Bridget, el nombre ficticio de una mujer que le pidió a la BBC no
revelar su identidad, renunció a su ciudadanía estadounidense en 2011,
32 años después de salir de su país para formar una nueva vida en uno de
los países escandinavos.
"Esto no tiene nada que ver con evadir impuestos. Nunca he estado
preocupada por pagar impuestos en EE.UU. y, de hecho, pago más aquí. Mi
problema es que se me estaba complicando cada vez más seguir el código
impositivo y cumplir con las normas. Antes ya era difícil pero cuando me
enteré de que iban a implementar Fatca, pensé: ¿quiero seguir con eso?"
Pese a que cumplía con todas sus responsabilidades, Bridget dice que
se sintió amenazada. Por ejemplo, una simple tarjeta de fidelidad en una
tienda le provocó estrés cuando se dio cuenta de que estaba vinculada a
una cuenta bancaria que no sabía que tenía.
"Me gustó ser estadounidense"
Hacer su declaración de impuestos se puso tan complicado que lo dejó
en manos de profesionales, lo que le supuso un costo anual de casi
US$2.000 y, ahora con Fatca, la cuenta le podría subir a US$5.000.
Además, asegura, cada vez menos abogados tributarios aceptarán clientes
estadounidenses y algunos bancos están empezando a rechazar el dinero
estadounidense.
Bridget, que gestiona una compañía editorial y de tradución, asegura
que sus fuertes vínculos emocionales con EEUU han recibido un golpe.
"He disfrutado siendo estadounidense pese a que no vivía allí desde que era muy joven. Me identifico con EE.UU., así que me fastidia haber tenido que llegar a este punto en el que no era viable mantener mi ciudadanía".
"Cuando eres una estadounidense viviendo en EE.UU. es una cosa, pero cuando vives en otro país, de cierta manera ese sentimiento se hace más fuerte porque te das cuenta de que las cosas que piensas que son características individuales son en realidad nacionales, así que te identificas más con tu país".
"Antes me presentaba como estadounidense, pero ahora no. Siempre lo seré en mi corazón pero ya no lo llevo en el pasaporte. Seguiré celebrando el Día de Acción de Gracias y el 4 de Julio -el Día de la Independencia-".
Bridget asegura que el asunto fiscal es el gran tema de conversación
entre los expatriados estadounidenses que conoce. Y los abogados
tributarios de su país que trabajan con estadounidenses que viven en el
extranjero coinciden en que se ha vuelto un problema mayor.
Pagar por cumplir la ley
Rand Paul presentó un proyecto para eliminar aspectos de la ley relativos a la entrega de datos.
"Cumplir la ley se está poniendo muy caro", asegura David Kuenzi,
fundador de Thun Financial Advisors, una entidad especializada en ayudar
a los estadounidenses residentes en el exterior con sus impuestos.
"Hay gente que se está gastando entre US$4.000 y US$5.000 anuales para poder hacer la declaración de impuestos, sólo para descubrir que no le deben nada a EEUU".
Fatca sólo ha añadido unos trámites extra para los ciudadanos, afirma
Kuenzi, pero eso ha generado un miedo de que el IRS tenga un
conocimiento absoluto de los ingresos de la gente. De repente, los
informes tienen que ser perseverantes, exactos y completos para cada
persona que tiene un pasaporte estadounidense.
"Hay gente con mucho dinero que lo oculta y no paga impuestos y es indignante. Hay que hacer algo con eso, pero esta medida ha supuesto una carga tremenda para los estadounidenses que viven en el exterior. Es algo desmesurado".
Los bancos extranjeros tampoco están contentos con la medida y el
senador Rand Paul, un republicano libertario, ha presentado un proyecto
para eliminar aspectos de la ley relativos a la entrega de datos.
Pero el departamento del Tesoro estadounidense está manteniéndose
firme con la nueva ley. En un comunicado en su página web, el
subsecretario para asuntos impositivos internacionales, Robert Stack,
rebate ciertos "mitos".
"Las cláusulas de la Fatca no imponen nuevas obligaciones para los ciudadanos que viven en el extranjero... Los contribuyentes estadounidenses, incluídos los que viven fuera, deben cumplir con sus obligaciones fiscales en EEUU"
Robert Stack, Departamento del Tesoro
"Las cláusulas de la Fatca no imponen nuevas obligaciones para los ciudadanos que viven en el extranjero... Los contribuyentes estadounidenses, incluídos los que viven fuera, deben cumplir con sus obligaciones fiscales en EEUU"
"Los individuos que han usado cuentas en el extranjero para evadir sus obligaciones fiscales deben temer a la Fatca porque identificará las actividades ilícitas. La decisión de renunciar a la ciudadanía no aliviará a los individuos de las obligaciones anteriores".
Pero quienes se han unido al club de los exestadounidenses o piensan hacerlo dicen que no se trata de evasión fiscal.
Victoria Ferauge está casada con un francés y vive en el extranjero
desde hace casi 20 años, la mayoría de ellos en Francia. Si su país de
adopción acepta implementar la Fatca en su territorio, se plantea qué
impacto tendrá para ella.
"¿Me van a cerrar las cuentas bancarias? ¿Me obligarán a poner mis cuentas a nombre de mi marido?".
Ferauge está desempleada y se recupera de un cáncer de mama, así que
no tiene ingresos. Pero este año ha tenido que pagar casi US$1.000
dólares a un contador y el año que viene será más caro.
Con fuertes vínculos con el noroeste de Estados Unidos, donde aún
viven sus padres, a la mujer de 47 años no le gustaría tener que
renunciar a su ciudadanía.
"No conozco a ningún estadounidense en el extranjero que no esté pensando en renunciar pero yo me digo a mí misma que lucharé tan fuerte como pueda. Y sólo cuando no tenga más alternativas, pediré una cita en la embajada estadounidense para eso".
Pero no todos piensan en renunciar. Algunos dicen que no les importa
cuán exigentes sean las obligaciones impositivas, que nunca cambiarán su
ciudadanía. Para ellos, ser estadounidense es más importante que eso.
Tom Geoghegan / BBC Mundo
Tomado de http://www.periodistadigital.com
Exestadounidenses notables
- El escritor Henry James
- El director Terry Gilliam
- El violinista Yehudi Menuhin
- El cofundador de Facebook Eduardo Saverin
- La cantante Denise Rich
No hay comentarios:
Publicar un comentario