La esposa de Alan Gross, Judith Gross, otros miembros de la familia,
políticos y representantes religiosos de EEUU han podido visitar a Alan
Gross, en su prisión de Cuba, en numerosas ocasiones. Algo que contrasta
con el trato a Adriana Pérez O'Connor, esposa del preso cubano en EEUU
Gerardo Hernández, que no ha conseguido permiso para visitarlo en los
más de 15 años que lleva en la cárcel. Pero tampoco sobre esto leeremos
una línea en los grandes medios internacionales.
Casos de Alan Gross y Los Cinco cubanos: cuando la prensa internacional actúa como órgano oficial de la Casa Blanca
Basado en un artículo de Salim Lamrani (1)
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- Como en tantos otros
temas, en el caso de Alan Gross, agente estadounidense condenado a 15
años de prisión en Cuba, la gran prensa internacional nos repite cada
día la versión oficial del Gobierno de Estados Unidos.
En no pocos medios nos aseguran –como sostiene Washington- que esta
persona fue detenida por “proporcionar acceso a Internet” “sin censura”
en la Isla (2) (3), o por “ayudar a los miembros de la comunidad judía
de La Habana a conectarse con otras comunidades judías del mundo” (4).
Algo absolutamente falso. Todas las sinagogas de Cuba tienen acceso a
Internet desde antes del primer viaje de Alan Gross a Cuba, gracias en
parte a la ayuda económica –acordada con el Gobierno cubano- de
organizaciones judías de EEUU, Canadá y otros países (5). Además, la
comunidad hebrea cubana ha desmentido rotundamente cualquier contacto
con Alan Gross. Así informaba, hace ya varios años, una nota de la
agencia Associated Press (6) y otra de la Agencia Telegráfica Judía (7),
cuyo contenido ha sido completamente olvidado, posteriormente, por los
grandes medios (6). El reverendo Odén Marichal, secretario del Consejo
de Iglesias de Cuba, que agrupa a colectivos cristianos y judíos,
explicaba que “la comunidad hebrea” jamás tuvo “relación con ese señor”,
ni les llevó “equipo de ninguna clase”. Adela Dworin, presidenta del
Templo Beth Shalom de La Habana, denunciaba que “lo más triste” es que
desde Washington “se haya querido involucrar a la comunidad judía de
Cuba” en este asunto (8). Pero nada de esto impide que sigamos leyendo
escandalosos titulares como “La comunidad judía de Cuba pide al Papa la
liberación de Alan Gross”, en una noticia en la que se explica que es la
comunidad judía de EEUU -¡no la de Cuba!- la que ha realizado dicha
petición (9).
Pero los medios no solo silencian o manipulan a la comunidad hebrea
cubana. También ocultan cuál fue la actividad real de Alan Gross en
Cuba. Gross era empleado de la Development Alternative, Inc (DAI),
empresa contratista de la USAID, la Agencia Estadounidense para el
Desarrollo (10). La USAID pagó a la DAI, y ésta a Gross, para distribuir
equipos satelitales a grupos de la llamada disidencia cubana, en el
marco de uno de los programas del Departamento de Estado para la
supuesta “promoción de la democracia en Cuba”, cuyo objetivo declarado
es el “cambio de régimen” en la Isla (11). El diario The New York Times
reconoció que el trabajo de Gross se insertaba en “un programa
semiclandestino de la USAID, servicio de ayuda extranjera del
Departamento de Estado destinado a socavar al Gobierno de Cuba” (12).
Gross fue detenido en diciembre de 2009, y condenado a 15 años de cárcel
en cumplimiento de la Ley 88 de Cuba, que penaliza las acciones de
injerencia política en el país, específicamente a quien “reciba,
distribuya o participe en la distribución de medios financieros (y)
materiales (...) del Gobierno de Estados Unidos”.
Esta ley cubana es similar a la que impera en numerosos países del
mundo. Solo dos ejemplos. La Ley de Registro de Agentes Extranjeros de
EEUU sanciona con una pena de cinco años de prisión y una multa de
10.000 dólares a todo agente no registrado que “en EEUU (...)
proporcione o gaste contribuciones (o) dinero (...) en su propio
interés”. En Francia, el Código Penal castiga con diez años de cárcel y
150.000 euros de multa “el hecho de ejercer, por cuenta de una potencia
(...), empresa u organización extranjera (..) una actividad con el
objetivo de conseguir (...) informaciones (...) (para) atentar contra
los intereses fundamentales de la nación”.
Experto en tecnologías de comunicación, Alan Gross había trabajado
para EEUU en más de cincuenta países. Elaboró, por ejemplo, sistemas
satelitales de comunicación durante las intervenciones militares de Irak
y Afganistán (13). Lejos de ser un “trabajador humanitario”, como
sostiene Washington, es un experimentado agente privado de inteligencia,
por cuya operaciones en Cuba ingresó más de medio millón de dólares
(14).
Recordemos que la USAID destina cada año 20 millones a la llamada
disidencia cubana, a través de intermediarios como Alan Gross. Esto
convierte a esta “disidencia” –a la luz de las leyes no solo de Cuba,
sino de cualquier país del mundo- en agentes al servicio de una potencia
extranjera, y no en simples “opositores”, como la prensa se empeña en
repetir (15).
Otro silencio escandaloso, a la hora de informar sobre el caso Alan
Gross, es la no mención de los cinco cubanos condenados hace 15 años en
EEUU por cargos –jamás probados- de “conspiración para el espionaje”
(16). Es bien sabido que el Gobierno de Cuba, la familia de Gross y
numerosas personalidades de todo el mundo han propuesto al Gobierno de
EEUU un canje de Alan Gross por los tres presos –de este grupo de cinco-
que en 2014 quedarán en prisiones norteamericanas, tras cumplir condena
ya dos de ellos (17). Pero los medios siguen silenciando el caso de Los
Cinco, condenados sin pruebas durante un juicio denunciado como una
verdadera aberración jurídica por numerosos organismos internacionales,
incluida Amnistía Internacional (18). Su cometido en Miami –recordemos-
jamás fue recoger información de inteligencia, sino su infiltración en
grupos terroristas de extrema derecha, por la cual pudieron evitar al
menos 170 atentados (19). Recientemente, numerosos medios de prensa
informaban acerca de las gestiones de John Kerry, Secretario de Estado
de EEUU, ante el Vaticano, para que éste intercediera por la libertad de
Alan Gross. Las notas de prensa ni mencionaron a Los Cinco (20).
La esposa de Alan Gross, Judith Gross, ha asegurado que “altos
funcionarios cubanos” le “dijeron personalmente que estarían dispuestos a
negociar”, sin condiciones previas, “pero nuestro gobierno (el Gobierno
de Obama) no ha respondido” (21). Por cierto, Judith Gross, otros
miembros de la familia, políticos y representantes religiosos de EEUU
han podido visitar a Alan Gross en numerosas ocasiones (22). Algo que
contrasta con el trato a Adriana Pérez O'Connor, esposa del preso cubano
en EEUU Gerardo Hernández, que no ha conseguido permiso para visitarlo
en los más de 15 años que lleva en la cárcel (23). Pero tampoco sobre
esto leeremos una línea en los grandes medios internacionales.
(6) Andrea Rodríguez, «Judíos niegan haber colaborado con Alan Gross», The Associated Press, 2 de diciembre de 2010.
(7) Jewish Telegraphic Agency, «Cuba to Seek 20- Year Prison Term for Alan Gross», 6 de febrero de 2011.
encarcelado.html?cid=37713048
Tomado de : http://www.cubainformacion.tv
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