domingo, 5 de enero de 2014

Chile 2014: más interrogantes que certezas

Chile 2014: más interrogantes que certezas

Chile presenta en el escenario político y social de 2014 más interrogantes que certezas.

Desde luego, a partir del 11 de marzo se produce un cambio de Gobierno y asume la presidencia del país, la doctora Michelle Bachelet, de un signo político diferente, contrario al actual Gobierno de centroderecha, e identificada con la centroizquierda de raíz socialdemócrata. 
Elegida por más del 62 % de los votos válidamente emitidos- una cifra récord en la historia política del país, pero con una abstención también record, más del 58 %, la presidenta Bachelet enfrentará por lo menos un país complejo, con muchas tareas pendientes, deudas con una sociedad, que es además demandante. 
La primera interrogante se refiere a la capacidad y voluntad política del Gobierno de Bachelet y de la Nueva Mayoría, de responder a las expectativas generadas por las promesas electorales y el propio triunfo abrumador, y la derrota de la Derecha, pero sobre todo, de su programa y de su modelo político. 
El desafío del bloque que gobernará el país desde el 11 de marzo será convertir la victoria electoral en éxito político gubernamental. 
Pasar del acuerdo en torno a las elecciones a una cohesión de Gobierno, y a una capacidad de cumplir con lo prometido, en cuanto a reformas, a un ideario democrático, que privilegia la prosperidad del país, pero también el logro de una condición social y económica justa para los sectores hasta ahora sumidos en la pobreza, las carencias, y la injusticia socioeconómica. 
Los analistas políticos apuntan a la necesidad de que la presidenta Bachelet ejerza un firme liderazgo y discipline a su sector, una alianza variopinta, donde están democratacristianos, radicales social demócratas, socialistas, del partido por la democracia, comunistas, y de otras inspiraciones y concepciones políticas que profundizan la democracia institucional, social y económica. 
Pero también debe incluir en las grandes decisiones políticas, a los movimientos sociales, a medioambientalis tas, ecologistas, las minorías sexuales, los regionalistas, a los indígenas, los jóvenes y las mujeres, y otras sensibilidades que le permitirán a Bachelet constituir una correlación de fuerzas sociales representativas del conjunto progresista chileno, que apoye, impulse y defienda las reformas propuestas y que corresponden al “nuevo ciclo”, concepto que Bachelet instaló en el ideario colectivo. 
Desde luego la presidenta enfrentará una oposición de derecha, que en los meses de este verano político chileno, en los primeros meses del año, buscará recomponerse, hacer un control de daños tras la derrota y fijarse una estrategia para enfrentar al Gobierno, desde una base política de defensa del modelo neoliberal en lo económico, y una agenda valórica de defensa de la familia, rechazo del aborto y del matrimonio homosexual, entre otras cuestiones del ideario conservador. 
Obviamente, además de su presencia en los órganos legislativos, que le permiten tener presencia en la discusión y decisiones políticas, cuentan con aliados poderosos en la sociedad chilena: el poder económico, el control de la mayoría de los medios de comunicación y algunos poderes facticos religiosos o castrenses que se identifican con sus postulados. 
Pero, en el plano interno, la administración Bachelet y de la Nueva Mayoría, deberán responder además a dos desafíos pendientes. En primer lugar deberán tener políticas claras, profundas, y coherentes, frente a un tema de la agenda histórica chilena: la situación, reivindicaciones y luchas de los pueblos indígenas locales, en particular del pueblo mapuche, donde se está transitando por sectores radicalizados y por el Estado en el riesgoso camino de la confrontación violenta siguiendo las primeras etapas de un escenario de insurgencia y contra insurgencia. 
Y en segundo término está también en desarrollo un escenario de expresión de una fuerza anarquista- que también por medios violentos, y parapetados ahora en el movimiento estudiantil, y en actitudes antisistémicas, desarrolla un enfrentamiento con el Estado, el sistema político, la institucionalida d, el modelo y con la democracia. 
El futuro Gobierno de Bachelet tiene la legitimidad que le da la voluntad del electorado, pero será el ejercicio práctico y concreto de sus atribuciones y responsabilidade s, el cumplimiento de su programa e ideario, la voluntad política de su bloque y de cada uno de sus partidos y legisladores la que hará que su gestión de cuatro años concluyan con el éxito y la confianza de los ciudadanos. 
Esta es una visión estratégica de los deberes de los estadistas y políticos responsables ante su sociedad, y marcará el desarrollo de su Gobierno y las perspectivas para el futuro. 
Cuenta con una Cámara de Diputados y un Senado, que le permite cumplir con varias de sus reformas, y con legisladores de otros sectores que le aseguran mayoría para avanzar en las reformas constitucionales y enfrentar los temas de fondo de la agenda política. 
Por lo mismo son muchos los analistas que consideran que no hay excusas para incumplir con las promesas hechas, pero eso depende no solo de la presidenta sino del resto de los protagonistas de este nuevo ciclo que se presenta ante los chilenos. 
Los chilenos que votaron por el programa de transformaciones de Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría, también tienen una responsabilidad de compromiso y de participación en su logro. Y este ha sido, por lo demás el mensaje principal del discurso de Michelle Bachelet. 
La participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, el protagonismo popular, ha sido definido por la futura presidenta de Chile, como una característica y un factor de movilización social y política que le permitirá a su Gobierno responder a sus compromisos y abrir efectivamente un nuevo ciclo en la democracia chilena. 

Roberto Garcés Corresponsal de Chile
 
La Voz de Rusia

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