Pueblos libres, recordad esta máxima. Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde (Jean Jacques Rousseau, 1712-1778).
Había una vez un país llamado México, soberano e independiente
orgulloso de su pasado y de sus tradiciones ancestrales que mantenía con
recelo durante varios siglos a pesar de que, según Octavio Paz, cada
período histórico era una meseta separada de las otras por medio de
altas montañas y profundos abismos.
Su pueblo aprendió a escalar las montañas y construir puentes sobre
los abismos. Sin embargo, más de dos siglos atrás los Estados Unidos por
una voluntad del destino se convirtió en su vecino del Norte.
Pasaron apenas 59 años de la fundación de los EE.UU. cuando el famoso
estudioso francés, Alexis Tocqueville escribió en su libro “La
Democracia en América” (1835-1840) que donde la bota norteamericana
pisaba el suelo en México, se quedaba allí para siempre. Y así había
sucedido, no solamente usando la fuerza brutal, sino también empleando
el servicio de Mamón, el diablo del dinero cuyo arte de persuasión y
seducción había logrado a corromper a muchos gobernantes de turno. De
allí surgió el famoso dicho popular que enfatiza que “la tragedia de
México es estar tan lejos del cielo y tan cerca de los Estados Unidos”.
Poco a poco este vecino del Norte presionaba cada vez más sus tenazas
económicas y financieras alrededor de México obligando a sus líderes
ceder su riqueza natural. Por supuesto había excepciones, como la
revolución mexicana de 1910 y la nacionalización de las reservas
minerales y de combustibles decretada por el presidente Lázaro Cárdenas
en 1938.
Los Estados Unidos anunciaron en seguida las represalias contra el
gobierno de Lázaro Cárdenas, declarando un embargo comercial y la
Tesorería norteamericana dejó de adquirir petróleo y plata en México.
Once años después durante la presidencia de Miguel Alemán (1946-1952)
hubo intentos de reprivatizar las empresas petroleras pero este proceso
fue parado por un texto de la Constitución de 1960 que establecía en
referencia al crudo “no otorgar concesiones ni contratos, ni subsistirán
los que hayan otorgado”. Sin embargo, en los años 1980, durante el
gobierno de José López Portillo (1976-1982) y Miguel de la Madrid
(1982-1988) los Estados Unidos logró imponer a México el Consenso de
Washington lanzando al país a las garras de los neoliberales. Durante la
presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) se firmó el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) por EE.UU.,
Canadá y México que actualmente está cumpliendo 20 años.
Por supuesto, la prensa globalizada internacional y nacional está
empeñada en presentar estos 20 años como el mejor período en el
desarrollo socio económico de México en su historia republicana. Lo que
están haciendo los escribanos globalizados es tapar el sol con un dedo.
La realidad es completamente diferente. A pesar de la asociación de
México con su vecino del Norte, la pobreza no da signos de disminuir.
Actualmente de los 107 millones de mexicanos, 55 millones se encuentran
en un deplorable estado de pobreza e insalubridad. El sueldo mínimo en
México es uno de los más bajos en América Latina- 147 dólares al mes,
mientras que en Uruguay es 300, Chile-372 y en Argentina es 475 dólares
mensuales.
Durante casi dos siglos, los terratenientes locales habían anhelado
desmantelar las comunidades campesinas (los ejidos) y desarticular la
unidad familiar en el campo para apoderarse de la tierra de las
comunidades sin poder nunca lograrlo. El NAFTA facilitó esta tarea
dejando sin tierra a más de dos millones de campesinos que tuvieron que
emprender su éxodo masivo a la ciudad. A la vez el gobierno eliminó las
empresas estatales de regulación que operaban en este sector de la
economía que favoreció a las empresas trasnacionales subsidiarias de las
corporaciones estadounidenses. Estos complejos agroindustriales
absorbieron una mayor porción del mercado interno.
El más perjudicado por el tratado ha sido maíz, el cultivo más
importante en cuanto al volumen de producción, número de productores y
superficie sembrada, tomando en cuenta también que es el alimento básico
de toda la población. Ahora México está obligado a importar el 30 por
ciento del maíz para su consumo, de acuerdo a la estadística oficial.
Por supuesto que en la vida real las cifras son más altas. Y no puede
ser de otra manera porque son las comercializadoras transnacionales:
Cargill, Corn Products International, Archer Daniels, Minsa, Maseca,
Arancia, Midland están controlando el mercado de maíz en México. Los
pequeños productores de este cultivo que hace 20 años aportaban más de
la mitad de la producción nacional, prácticamente desaparecieron y con
ellos se acabó la soberanía alimentaria.
En estas dos décadas desaparecieron también más de 300,000 unidades
ganaderas, el hato disminuyó el 30 por ciento y el consumo per cápita de
carne de res mostró una disminución en los últimos siete años del 12
por ciento bajando a 15 kilogramos. Actualmente la balanza comercial
agroalimentaria es deficitaria en más de 45 mil millones de dólares. Lo
que más exporta México son tomates, aguacate, frutas tropicales,
cerveza, tequila, productos en manos de un puñado de las trasnacionales y
lo que importa son productos de la canasta familiar: maíz, carne,
leche, arroz, trigo que también están en manos de las corporaciones como
Bimbo, Lala, Maseca etc. El 76 por ciento de las exportaciones
mexicanas van hacia Estados Unidos y el 80 por ciento de importaciones
también provienen de Norteamérica, lo que hace muy vulnerable la
economía nacional a los procesos que atraviesa el mercado
norteamericano.
La reciente reforma de hidrocarburos aprobada por el Senado puso
también en subasta las grandes reservas petroleras de México lo que hace
20 años planificaron los creadores norteamericanos del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (NAFTA). Desde hace tiempo el Wilson
Center de Washington estaba tratando de convencer a los líderes
mexicanos de reformar el Artículo 27 de la Constitución para aumentar la
competitividad de la industria petrolera nacional. Y finalmente los
globalizadores lograron su objetivo cuando hace poco el presidente
Enrique Peña Nieto eliminó de un plumazo este artículo de la
Constitución que dice que “tratándose del petróleo o de minerales
radioactivas no se otorgan concesiones ni contratos y la Nación llevará a
cabo la explotación de estos productos”. Con esta firma se autorizó el
saqueo del petróleo mexicano, siendo su empresa estatal Pemex el quinto
productor mundial de petróleo y el quinto exportador que tiene reservas
probadas de crudo de 14,000 millones de barriles y 13,000 millones de
barriles de lutitas además de poseer 545 mil millones de pies cúbicos de
gas natural.
En esta lista de los llamados “logros” del NAFTA en México no se
puede omitir el incremento alarmante del tráfico de droga y de la
delincuencia. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI), la guerra contra el crimen organizado durante el
gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) dejó un saldo de 121,683 muertes
violentas. Hace pocos días el director del Instituto para la Seguridad y
la democracia (INSYDE), Ernesto López Portillo alertó que de mantenerse
el ritmo de muertes violentas registradas en el actual gobierno de
Enrique Peña Nieto, al término de su gestión la cifra podría superar
casi en 50 por ciento de las registradas en el sexenio de Felipe
Calderón.
Actualmente México es uno de los más importantes productores en el
mundo de marihuana y de las drogas sintéticas. Se considera el segundo
productor de marihuana con capacidad de 10,000 toneladas al año
mientras que EE.UU. elabora 15,000 toneladas. A la vez México es un
importante punto de tránsito de cocaína proveniente de Colombia, Bolivia
y Perú hacia EE.UU. Se calcula que se produce al año 1,000 toneladas de
cocaína de las cuales unas 700 toneladas son trasladadas a
Norteamérica. Un negocio redondo que aporta no menos de 500 mil millones
de dólares al año. El dinero lo compra todo, pues “con dinero baila el
perro y con oro dueño y todo” reza un refrán popular. Esto explica la
existencia de numerosos carteles de narcotráfico que tienen a su
disposición cerca de 100,000 hombres armados, la mayoría de los cuales
son menores de 30 años de edad. Entre los carteles más famosos se
destacan: Cartel Juárez, Cartel Sinaloa, Cartel del Golfo, Cartel de
Tijuana, Los Zetas, Cartel del Poniente, Los Rojos, La Corona,
Caballeros Templarios y algunos otros poco conocidos. Todos estos grupos
se dedican también a extorsiones y secuestros, en los cuales México es
solamente superado por Nigeria.
Ahora resulta, según el informe “La Guerra secreta de la DEA en
México” de la periodista Doris Gómora publicado el 6 de enero pasado en
el periódico mexicano El Universal, que hace más de 20 años “los
agentes de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) y fiscales
del Departamento de Justicia negociaron en secreto, en territorio
mexicano, con miembros de carteles de narcotráfico para obtener la
información de organizaciones rivales, situación que incrementó la
violencia en todo el país”. Es decir actuaban siguiendo las pautas de la
táctica “divide y reina”. Documentos judiciales indican que el gobierno
de Norteamérica “conocía y autorizó las reuniones, así como las
negociaciones con miembros de carteles mexicanos, especialmente con el
de Sinaloa para obtener la información de sus rivales, y con ella se
lograron aseguramientos de cargamentos, así como detenciones, lo que
detonó la violencia en México durante el sexenio de Vicente Fox y el de
Felipe Calderón”.
Recién ahora se supo que más de 60 agentes de la DEA, otros tantos
de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) y no se sabe cuántos
fiscales fueron autorizados por el gobierno estadounidense para actuar
libremente y con plena impunidad en México, esto avalado por los
gobiernos de turno locales. Solamente con el Cartel de Sinaloa hubo más
de 50 encuentros oficiales de los que se sabe. Según la investigación,
se sabe que a cambio de la información, los agentes de la DEA permitían
hacer su negocio a los narcos de ese cartel e inclusive les avisaban
sobre las operaciones que se preparaban por sus colegas mexicanos contra
ellos. En el 2012 el Departamento de Justicia autorizó la “Operación
Rápido y Furioso” durante la cual cerca de 1,400 armas fueron
transferidas al Cartel de Sinaloa. Ahora resulta que no fue el único el
trasiego de armas desde EE.UU. a México. Entre 2006 y 2007, Washington
condujo otro operativo similar llamado “Receptor Abierto”.
Frente a la violencia desatada en el país por los miles de sicarios y
de secuaces de los carteles que están infiltrados en todos los niveles
de las instituciones gubernamentales y frente a la impotencia de lo que
el periodista mexicano Guillermo Almeyra llama “el semiestado”
mexicano, los habitantes de México central, especialmente en Michoacán,
Guerrero y Oaxaca crearon los grupos de autodefensa. En una entrevista
que se divulgó en YouTube, el consejero general del Consejo Ciudadano de
Autodefensa de Tepalcatepec, Michoacán, José Manuel Mireles Valverde
reveló los motivos que obligaron a los habitantes armarse para
defenderse de los embates del crimen organizado ante la omisión de las
autoridades.
Contó este médico cirujano, que la violencia se desató hace 12 años
cuando se apoderaron de la región los sicarios de Los Zetas. Después
llegó La Familia Michoacana que ofreció la protección contra Los Zetas.
Al escindirse La Familia, surgieron Los Caballeros Templarios que hace
cinco años comenzaron a cobrar cuotas, derecho de piso e incluso permiso
para vivir. Cada negocio, cada casa, cada profesional tenían que pagar
al cartel. Hasta los niños desde el jardín infantil hasta la escuela
preparatoria debían pagar 20 pesos cada lunes. Después, como lo
enfatizó Mireles Valverde, empezaron a molestar a la familia. “Tocaban
la puerta y decían: me gusta mucho tu mujer, ahorita te la traigo”. En
2012 abusaron a 14 niñas de 11 y 12 años de edad, relató.
´´Entonces los habitantes de la zona decidieron organizarse y
armarse, haciendo toda esta labor sigilosamente para que no se enterasen
tanto las autoridades como los mafiosos y el 24 de febrero pasado la
ciudadanía se levantó contra Los Caballeros Templarios. Pero cuando
después de detener y desarmar a los sicarios y los llevaban a los
cuarteles del ejército o a las dependencias de la Policía Judicial
Federal, el mismo día todos los mafiosos estaban libres. Al entrar el
ejército en Michoacán, las autoridades trataron de desarmar no a los
sicarios sino a los miembros de Autodefensa. Ahora el gobierno anuncia
las capturas de los cabecillas del cartel mientras todos saben que hace
tiempo ellos abandonaron la zona dejando en su reemplazo a sus
segundones`.
Esta es la realidad que está viviendo México, cuyo “semiestado”
perdió toda la fuerza y entregó el poder al capital de las
transnacionales en estos 20 años como el resultado del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (NAFTA). El próximo febrero durante la
reunión conmemorando el 20 aniversario del tratado, se discutiría la
inclusión de América Central en el NAFTA. Según uno de los creadores de
esta asociación político-comercial, el ministro de Asuntos Exteriores de
Canadá, John Baird, el NAFTA ha sido un “éxito indiscutible”. Ya saben
los centroamericanos que “éxito” les espera.
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