Lázaro Fariñas |
Bueno,
para las elecciones presidenciales de noviembre en los Estados Unidos,
se acaba de cerrar el círculo. El candidato a la presidencia por el
partido Republicano, Mitt Romney, por fin dio a conocer el nombre del
hombre que lo acompañará en la boleta electoral como candidato a la
vicepresidencia del país.
Se barajaban muchos nombres, y como en un concurso de belleza, ya había
hasta finalistas. Al igual que en las elecciones del 2008, el candidato
republicano sorprendió a sus simpatizantes al escoger a la persona que
escogió. En aquella ocasión, el aspirante McCain recorrió todo el mapa
de la nación con un dedo para aterrizar en Alaska y llevarse de allí a
la gobernadora de aquel estado que más bruta, ignorante y arribista no
podía ser. Todos recordamos a la famosa Sarah Palin, aquella mujer que
más daño no le pudo hacer a la campaña del republicano, y quien se
convirtió en el hazme reír de la opinión pública norteamericana y llenó
los libretos de los programas humorísticos de la televisión nacional.
Cuando la anunció como su compañera de boleta, McCain no tenía la menor
idea del grado de ignorancia de aquella mujer y el equipo de campaña del
mismo no podía ni imaginarse el nivel de soberbia del cual ella era
capaz. No voy a afirmar que McCain perdió única y exclusivamente por
haberla elegido como su compañera de fórmula, pero si puedo decir que
mucho ayudó en su derrota. Se supone que los candidatos a la presidencia
busquen para la vicepresidencia a alguien que le pueda servir de
impulsor y no de ancla, alguien que empuje hacia adelante y no alguien
que hale hacia atrás. La Palin le sirvió a McCain de ancla y además lo
empujó hacia atrás.
Ahora
que Mitt Romney escogió su vice, habrá que preguntarse si este lo
ayudará o lo perjudicará en las elecciones. El escogido es el
representante republicano por el Estado de Wisconsin, Paul Ryan, un
hombre que hace 14 años que está en la Cámara de Representantes y quien,
hasta este momento, ha estado ocupando el cargo de presidente de la
comisión de presupuesto de dicha Cámara. Un hombre extremadamente de
derecha, tan de derecha, que cuenta con el apoyo del famoso Tea Party,
esta nueva agrupación que ha surgido en los Estados Unidos que reúne a
los elementos más ultra conservadores y derechistas de la nación.
Tan
derechista es este caballero escogido por Romney para su compañero de
boleta, que una de las propuestas que tiene es prácticamente eliminar el
programa de salud vigente para las personas mayores de 65 años que es
conocido como Medicare, y además privatizar el programa de Seguro
Social, enviando el mismo a los avatares de Wall Street, o sea, a la
bolsa de valores. Solamente de pensar que cualquiera de esos dos
programas pudiera ser alterado, pone los pelos de punta a cualquier
ciudadano que esté recibiendo esos pequeños beneficios sociales que el
sistema actual le concede, o a aquellos que en el futuro los recibirán.
Privatizar el programa de Medicare o el del Seguro Social sería el peor
desastre social que pudiera ocurrir en esta nación. Ninguno de los dos
programas los da el estado de gratis a los ciudadanos. Para recibir
ambos hay que haber contribuido a los mismos durante años de trabajo, e
incluso, para poder recibir el Medicare el beneficiado tiene que seguir
pagando una cuota mensual de alrededor de $100.00. Lo que sí hace el
estado, en un alarde de misericordia suprema con la persona que
contribuyó durante decenas de años, es subsidiarlo, ya que son
impagables las facturas que reciben los pacientes después de haber sido
atendidos en un hospital o de haber sido atendidos por un especialista
en su consulta.
El
nominado para la vicepresidencia por los republicanos fue electo por
primera vez al Congreso a la edad de 28 años en 1998 y en sus primeros
años en el Congreso votó a favor de todas las legislaciones que llevaron
a este país a sumergirse en un tremendo déficit presupuestario, como
las dos guerras de Bush, el recorte de los impuestos a los más ricos y
el rescate de la banca.
Al
haber escogido a esta figura del Tea Party para la vicepresidencia,
Mitt Romney ha llevado al partido Republicano a la extrema derecha del
panorama político de este país. Creo que esto beneficia a Barack Obama y
al partido Demócrata, ya que el centro y los sectores más liberales de
la nación, aunque estén muy disgustados con el presidente por no haber
llevado a cabo la obra de gobierno que prometió, no les va a quedar más
remedio que volver a votar por Obama, so pena que de que el Tea Party y
los elementos más reaccionarios del país se apoderen de la Casa Blanca y
todos tengamos que decir apaga y vamos.
*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en los EE.UU.
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