El importe de los fondos estadounidenses despilfarrados durante la reconstrucción de Irak asciende a 8.000 millones de dólares.
Así lo asegura la oficina del inspector general para la
reconstrucción de Irak, que publicó un informe sobre la malversación de
recursos destinados por el Gobierno estadounidense para este programa.
Sin embargo, los detalles del daño económico no trascendieron a la luz
pública.
El informe titulado 'Learning from Irak' (Aprendiendo de Irak)
describe detalladamente la estructura de gastos previstos para los
programas de reconstrucción de Irak. “De 2003 a 2012, Estados Unidos
gastó 60.630 millones de dólares en la reconstrucción de Irak”, destacan
los autores del informe.
Según las estimaciones del inspector general especial para la
Reconstrucción de Irak, Stuart Bowen, de esta cantidad hay entre 6.000
millones y 8.000 millones de dólares que se han perdido. Y en muchos
casos no se logró establecer a los culpables de su malversación.
Se puede determinar en qué casos los recursos fueron malgastados por
fraude; pero cuando se trata de incompetencia, cuando un proyecto fue
realizado con honestidad pero fue absolutamente inútil, es difícil
encontrar una adecuada interpretación jurídica de este concepto.
No hay nada fuera de lo común en esto, ni siquiera para EEUU. Durante
las guerras y la reconstrucción de posguerra se suele robar mucho. Por
ejemplo, en otoño de 2011 la comisión bilateral del Congreso
estadounidense que vigila los contratos militares publicó un informe con
el análisis exhaustivo de los gastos en los servicios de
subcontratistas privados que participaron en los trabajos de
reconstrucción de Irak y Afganistán contratados por el Pentágono.
Resulta que de los 206.000 millones de dólares asignados a las
campañas de Irak y Afganistán, entre 31.000 y 60.000 millones se
gastaron indebidamente, y de ellos por lo menos 10.000 millones de
dólares, fueron simplemente robados.
Así fue el “siglo de oro de los mercenarios”, que a veces recibían
1.000 o 2.000 dólares por un día de estancia en el lugar de las
operaciones. Y estas cantidades se pagaban a empleados de bajo rango de
empresas militares privadas. Es difícil imaginar cuánto recibieron los
altos cargos de estas compañías y cuánto se robó.
El informe del inspector general especial para la reconstrucción de
Irak cita ejemplos muy interesantes, como una simple modernización de
las tuberías en la provincia de Bagdad y Umm Qasr, realizada por la
empresa Anham. El sobrecargo incluyó la petición de 80 dólares por una
pieza de equipo cuyo precio de coste fue de 1,41 dólares.
Estos casos de adquisición de piezas constituyen un 40% del total del contrato, que asciende a 300 millones de dólares.
Los autores del informe concluyen que como resultado del trabajo de
la oficina del inspector general especial para la Reconstrucción de Irak
se descubrió que el presupuesto fue aumentado injustificadamente en 640
millones de dólares y 973 millones de dólares de más y “se podría
gastar de modo más eficaz”.
Se lograron salvar varios recursos. La oficina del inspector general
especial para la reconstrucción de Irak pudo conseguir que se revisaran
varios contratos no realizados, lo que permitió ahorrar 645 millones de
dólares.
Una gran parte de ese dinero -508 millones- formaba parte de un
contrato sobre el adiestramiento de las fuerzas iraquíes de seguridad
firmado con la empresa privada militar DynCorp.
Además, durante la investigación sobre la malversación de fondos por
vía judicial, se presentaron reclamaciones a los subcontratistas por un
total de 191 millones de dólares. Pero es poco en comparación con las
estimaciones de Stuart Bowen que habla de un despilfarro de 6.000 a
8.000 millones de dólares, o un 13% de los recursos destinados.
Según el inspector general especial para la Reconstrucción de Irak,
las entidades estadounidenses no tenían información sobre los contratos
firmados ni los gastos. No se podía esperar nada más de la
Administración estadounidense, que prestaba poca atención al personal de
la auditoría.
“Nunca sabremos el volumen exacto de lo robado y malgastado”, concluyó Stuart Bowen.
Ria Novosti
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