Nada puede sorprendernos hoy en el mundo actual, donde el interés desmedido por saber de antemano qué piensan amigos y enemigos, se ha convertido en obsesión para todos los gobiernos. Y en ese desempeño solapado por conocer qué nos tiene deparado el futuro dentro de las complejas madejas y alianzas políticas, el espionaje se convierte en arma inapreciable. La confianza parece penar cada vez más ante el recelo y la suspicacia.
Generalmente los servicios de inteligencia lograr captar a individuos por motivaciones tan diversas como el hombre mismo, aunque en la mayoría de los casos, los servicios de las grandes potencias solo encuentran fácilmente espías cuyo leiv motiv principal es el dinero y la ambición. Esto último parece haber ocurrido con Manfred K.
Ciertamente, el espía no es muy ducho en el asunto de robar información de sus superiores, pues en lugar de usar, por ejemplo, una memoria flash u otro dispositivo más sofisticado para almacenar la información, simplemente la trasladó a su computadora personal y la envió, al parecer, por correo electrónico.
En la OTAN todo es hermetismo en estos momentos: nada se conoce sobre el nivel de acceso a información del acusado, ni la cantidad de documentos transmitidos. Tapoco se conoce públicamente quiénes fueron sus reclutadores, quienes al parecer pudieron usar una falsa bandera, es decir, engañarlo haciéndole creer que esa información era vital para su propio país.
En los próximos días se sabrá más sobre el asunto, mientras que la OTAN realiza una callada investigación interna para detectar otras posibles brechas informativas.
Manfred K, un aprendiz de espía, vulneró descaradamente, todo el andamiaje del contraespionaje de la OTAN y de otros servicios amigos. Hay quienes sospechan, sin embargo, que detrás de este caso pueden estar involucrados, al menos, la CIA, el Mossad o los servicios chinos y rusos.
Percy Francisco Alvarado Godoy.
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