Hoy
quiero compartir con mis lectores una reflexión, sobre la base del siguiente
cuestionamiento: ¿Qué sucedería si los mercenarios de SINA fueran juzgados
según las leyes de EE UU?
Para
ello emplearé algunas de las matrices políticas usadas por la contrarrevolución
interna en su cacareado discurso mediático.
● Abogan por el pluripartidismo, idealizando el
sistema democrático USA, tratando de presentar a la Cámara como una genuina
representación del pueblo estadounidense. La realidad, sin embargo es otra. En
EE UU solo participan dos partidos, representantes de las altas esferas del
poder económico y político en ese país. En ocasiones algún loco millonario se
postula como aspirante independiente, con el único propósito de derrochar
dinero y ganar protagonismo. Como puede verse, este estrecho pluripartidismo no
existe en los Estados Unidos. La evidencia es que la gran mayoría de los
congresistas no son elegidos popularmente, sino que financian sus campañas con
el dinero de los monopolios y grandes emporios económicos o Corporate Class.
Este asqueroso manoseo político fue bendecido por la decisión de la Corte Suprema de Justicia, tomada el 21
de enero del 2010 y denominada “Citizens United versus Federal Election
Commission”, que eliminó cualquier
prohibición a las grandes compañías para contribuir durante las campañas políticas.
También el otro elemento de manipulación y presión política son los SuperPACs,
quienes realizan un descarado lobby en el Congreso.
Quien
atente contra este orden institucional será juzgado con todo el peso de la Ley
de acuerdo con varios instrumentos legales establecidos como norma permanente
en la legislación norteamericana. No importa que este sistema electoral sea
corrupto en sus raíces.
● Frecuentemente
cuestionan los logros de la Revolución Cubana en materia de salud, ignorando el
criminal bloqueo que padece la Isla y que en el “país de las maravillas” cerca
del 70 % de la población reclama, sin ser oída, una profunda reforma en el sistema
de salud y que sea el estado quien asuma los costos de los gastos en que
incurren, ya que para eso pagan impuestos por doquier.
● Nos
acusan de que mantenemos una falta de libertad de expresión, lo que, según
ellos no pasa en EE UU gracias a la Primera Enmienda, pisoteada y vapuleada a
su antojo por los políticos norteamericanos. Un ejemplo de lo que les sucedería
en EE UU si expresaran sus criterios –como lo hacen descaradamente y a diario
en Cuba-, es lo ocurrido con Howard Zinn, cuando declaró en un discurso en la
Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, lo siguiente: “Nuestro problema es que la gente es obediente frente a la pobreza, el
hambre, la estupidez, la guerra y la crueldad. Nuestro problema es que la gente
es obediente mientras las cárceles están llenas de pequeños rateros, mientras
los grandes rateros están a cargo del país”. Un día después el señor Zinn
fue arrestado y pernoctó varios días en prisión. ¿A dónde fue a parar la “libertad
de expresión” norteamericana?
● Los
mercenarios pagados por la USAID cuestionan el supuesto espionaje que contra
ellos desarrollan las autoridades cubanas, en uso de su legítimo derecho de
monitorear y enfrentar cualquier actividad desestabilizadora y anti
constitucional. ¿Qué sucedería con ellos en EE UU bajo la mira permanente del
FBI o del programa PRISM, violatorio de la privacidad individual? ¿Podrían,
acaso reunirse para conspirar contra el gobierno so pena de que se les aplique
la Ley USA Patriot?
● Nos
acusan de supuestas violaciones de los DD HH, lo que es parte de su falso
discurso mediático. Si conspiraran contra el gobierno norteamericano se les
aplicarían abultadas penalidades, condenadas por las propias ONGs
estadounidenses como el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, la Unión
Estadounidense para las Libertades Civiles (ACLU en inglés) y la American Bar Association, así como la
propia Amnistía Internacional.
● Los
pocos mercenarios anti cubanos realizan frecuentes provocaciones, alteraciones
del orden público, llamamientos a la indisciplina social, diminutas marchas
callejeras e informes falsarios. Si vivieran en EE UU no habría reparo en
aplicarles la Ley HR347, la cual “prohíbe las protestas pacíficas y la libertad
de expresión en los eventos políticos o en los alrededores de algunos edificios
gubernamentales.” El movimiento Occupy Wall Street ha padecido la aplicación de es
cuestionada y repudiada ley. Los propios periodistas han sido presionados por
las autoridades para no acceder a los lugares de protesta.
● Otra
versión manipulada es sobre las prisiones en Cuba, arguyendo malas condiciones
en las mismas y todo tipo de penurias inventadas. ¿Qué hubiera pasado si estos
contrarrevolucionarios hubieran estado presos en EE UU, donde la propia Human
Rights Watch ha denunciado las violaciones sexuales entre presos con la
complicidad de las autoridades penales?
● Nos
acusan de violar los derechos humanos de los ciudadanos, sin tener en cuenta
que en EE UU son despedidos millares de trabajadores por el solo hecho de
intentar sindicalizarse.
● Nos
acusan de muertes extrajudiciales mientras en los EE UU son condenados a
muerte, sin reparo alguno, enfermos mentales, adolescentes y muchas personas,
en una legislación prejuiciada con los afroamericanos y latinos. ¿Se imaginan
ustedes al Coco Fariñas, en una de estas prisiones, convertido en objeto de
placer y repudiado por su piel? Solo en 24 estados de la Unión muchos menores
de 18 años son condenados a muerte o a cadena perpetua, en franca violación de la
legislación internacional sobre estos casos. No por gusto los EE UU no han
ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, ni las convenciones sobre la Discriminación contra la Mujer, los
Derechos de las Personas con Discapacidad y sobre los Derechos del Niño.
● De
realizar las actividades contrarrevolucionarias y provocadoras que cotidianamente realizan en nuestro país
los grupúsculos contrarrevolucionarios como UNPACU, las Damas de Blanco, el
CID, etc., frente a instituciones gubernamentales como las sedes de los Órganos
del Poder Popular, el Consejo de Estado, el Ministerio del Interior, estaciones
de policía y otros lugares públicos, en EE UU
estarían sujetos a la aplicación de la Ley HR 347, Federal Restricted
Buildings and Grounds Improvement Act, firmada por Obama en marzo de 2012,
luego aprobada por unanimidad en el Senado y por amplia mayoría en la Cámara de
Representantes.
Esta
ley considera como una ofensa criminal a la participación de protestas o
cualquier tipo de provocación en áreas definidas como restringidas, incluyendo
los alrededores de edificios federales, sitios públicos de importancia y algunos
parques, en franca violación de la Primera Enmienda de la Constitución de
Estados Unidos. Según ECURED “El castigo
estándar es una multa y hasta un año de prisión. Si están implicadas un arma o
una lesión física grave -la ley no define qué es un arma-, la pena podrá ser
aumentada hasta a 10 años. También la ley criminaliza una conducta “que impida
o perturbe el desarrollo normal de las funciones oficiales del gobierno” y/o
“obstaculice o impida la entrada o salida hacia o desde cualquier edificio o
recinto restringido”.”
● Se
nos cuestiona internacionalmente por supuestos abusos contra personas que protestan en Cuba, a
partir de la falsa victimización de los alteradores del orden público. Parecen
desconocer que en Cuba no se reprime con violencia a los provocadores y que los
mismos se auto lastiman para aparecer como víctimas de una inexistente
represión. Acaso no han tenido conocimiento sobre el hecho de que en EE UU
cerca de 500 personas han fallecido a causa de descargas producidas por armas Taser,
usadas por la policía para reprimir las protestas públicas? Esto no lo inventé
yo, ya que fue la propia Amnistía Internacional la que lo puso al descubierto
en sus informes.
●
Las fabricadas huelgas de hambre de los mercenarios de la USAID son parodias
ante la creciente ola de las mismas en las prisiones de EE UU. Amnistía
Internacional condenó de la siguiente manera este fenómeno: “La negativa de las autoridades
penitenciarias de California a explorar opciones para resolver la crisis de
huelga de hambre en las unidades de máxima seguridad del estado es una decisión
peligrosa que podría conducir a la muerte de reclusos que están bajo su
custodia”. (…) “Más de 30.000 presos secundaron una huelga de hambre el pasado
mes de julio para protestar por las condiciones de reclusión inhumanas en las
unidades especiales de seguridad de California. Más de 70 siguen negándose a
ingerir alimentos.”
¿Por
qué, me pregunto, Radio Martí no informa sobre estos hechos detestables y se
dedica a propalar las mentiras de oportunistas y mercenarios como Guillermo
Fariñas y Marta Beatriz Roque Cabello, por citar algunos de los falsos
huelguistas en Cuba? Obviamente, en EE UU nadie les prestaría la menor
atención.
Como
han podido apreciar mis lectores, para estos fantoches del Imperio eso de hacer
contrarrevolución es un simple paseo. ¿Nos culparían acaso, me pregunto, si los
juzgáramos con la vara de las leyes norteamericanas?
La
conclusión cae por su propio peso: la legislación cubana necesita ser
reanalizada para condenar delitos como los que tratan de realizar impunemente
estos mercenarios y vividores a costa de provocar y descalificar la imagen de
Cuba internacionalmente.
¿A
qué le tememos? ¿Acaso no nos condenan y satanizan por hechos inexistentes en
Cuba? ¿Por qué les hemos permitido crear sus shows mediáticos en lugares
públicos y frente a oficinas gubernamentales?
No
es la hora de andar con blandenguerías con los contrarrevolucionarios de
oficio, capaces de viajar por el mundo realizando un descarado marketing político
anticubano y tomar por asalto las calles del pueblo. La traición merece
castigos ejemplares, sin que nos importe lo que digan los propios EE UU –el principal
violador de derechos humanos en el mundo- y todos sus socios carentes de
moralidad para hablar de democracia y derechos humanos.
Simplemente,
“al pan, pan y al vino, vino”. No queda otra cosa qué hacer. De lo contrario,
advierto, perderemos esta Revolución ganada con el enorme sacrificio de
nuestros mártires y héroes.
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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