miércoles, 9 de octubre de 2013

No habrá un gran arreglo a costa de Siria

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Algunos analistas se imaginan grandes acuerdos pactados a raíz de la pulseada que siguió a la decisión de Barack Obama de bombardear Siria [y su posterior retroceso]. Hablan de escenarios que sólo existen en sus cabezas sobre supuestos arreglos entre Rusia y Estados Unidos.

Informaciones provenientes de fuentes confiables indican que la prioridad de Rusia era impedir todo ataque contra Siria. Rusia tomó además todas las medidas necesarias para alcanzar ese objetivo. Eso pudo verse claramente en el anuncio que hizo el presidente Putin sobre el compromiso de aportar a Siria todo el equipamiento militar y el respaldo económico necesario para defenderse ante cualquier agresión exterior. La decisión rusa se concretó en el terreno a través de medidas como el envío de varios navíos de guerra a las aguas cercanas a las costas sirias y entregas de armas sofisticadas en función de contratos ya firmados.

Esas informaciones aseguran que la decisión estadounidense de atacar Siria era seria y no una maniobra, como ha querido hacer ver Obama luego de haberse visto obligado a retroceder. Irán y Rusia disponen de información segura sobre el hecho que el Pentágono había fijado el día y la hora del inicio de la agresión. La decisión fue anulada cuando Estados Unidos comprendió que el costo sería muy elevado debido a la decisión de Siria de resistir y sobre todo cuando se supo que los misiles sirios estaban desplegados y listos para su uso. Irán también envió señales fuertes al activar sus misiles balísticos de largo alcance, capaces de alcanzar objetivos militares y económicos, terrestres y marítimos en toda la región que va desde el estrecho de Ormuz hasta Israel y pasando por los países del Golfo. Además, el silencio del Hezbollah fue un enigma difícil de evaluar en el proceso de cálculo de los por y los contras.

Cuando Estados Unidos se resignó a dejar la cuestión en manos del Consejo de Seguridad de la ONU, aceptando así la nueva correlación mundial de fuerzas, Moscú se dedicó a encaminar la solución política que el mando sirio había propuesto desde el inicio, basada en un mecanismo que garantice el cese de la violencia y el inicio del diálogo político. Vladimir Putin expresó esa visión al exponer su iniciativa sobre las armas químicas, resaltando la necesidad de poner fin al flujo de armas y de mercenarios hacia Siria y llamando al cese del respaldo a los terroristas. Mencionó además la necesidad de un compromiso estadounidense en ese sentido para obligar a los demás Estados que actualmente financian y arman a los terroristas a que dejen de hacerlo.

Hasta el momento Washington no ha aportado una respuesta positiva a esa gestión rusa y se esfuerza por esquivar todo compromiso mientras que mantiene su cobertura política a sus socios y aliados en la guerra contra Siria. Pero los países occidentales están empezando a reconocer que parte de lo que ellos llaman «grupos moderados» vienen en realidad de las filas de al-Qaeda.
En ese contexto, los combatientes vinculados a esa organización terrorista muestran ahora abiertamente su voluntad de controlar las regiones rebeldes de Siria y están tratando de expulsar a sus rivales de una franja de territorio que se extiende desde Irak hasta Turquía.

La organización que se hace llamar «Estado Islámico de Irak y del Levante» (EIIL), bajo las órdenes del iraquí Abu Bakr al-Bagdadi, ha instalado puntos de control en las principales vías terrestres que conducen a la frontera y ha abierto además varios frentes para enfrentar a sus competidores.

Según testimonios recogidos entre rebeldes y civiles que residen en el norte y el este del país, ese grupo está tratando de apoderarse de los recursos naturales –como el petróleo–, controlar los ejes de carreteras y someter a la población.

El conflicto entre Rusia y Estados Unidos prosigue en el marco de la nueva correlación de fuerzas, con todas sus complejidades geopolíticas y económicas. El primer cambio en las relaciones entre Irán y Estados Unidos es fruto de la nueva situación, surgida de la resistencia de Siria y de los éxitos que el Eje de la Resistencia ha registrado durante las dos últimas décadas.

Pero nada de eso quiere decir que rusos y estadounidenses, o iraníes y estadounidenses, hayan concluido algún trato sobre Siria o sobre otros de los muchos diferendos existentes, como la cuestión nuclear iraní, el escudo antimisiles estadounidense, Bahréin, Yemen o la retirada de Afganistán.

Rusia está tratando de recuperar todas sus zonas tradicionales de influencia tomadas por Estados Unidos después del derrumbe de la Unión Soviética, lo cual incluye antiguas repúblicas soviéticas, Estados que fueron miembros del desaparecido Pacto de Varsovia y países eslavos y ortodoxos.

Irán, por su parte, aspira a que Occidente reconozca por fin su importancia como actor regional y a obtener el levantamiento de las sanciones internacionales, conservando a la vez su derecho al desarrollo de la industria nuclear.

Y Siria, para terminar, está decidida a aplastar a los terroristas y mercenarios internacionales, respaldados por Turquía y los países del Golfo. Al igual que hace varios meses, hoy en día todo se decide en el campo de batalla.

Ghaleb Kandil
Fuente: New Orient News (Líbano)
 
Tomado de  http://www.voltairenet.org

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