Un ciudadano de Estados Unidos lleva 41 años encarcelado en
una pequeña celda de aislamiento del estado de Luisiana después de ser
condenado en un proceso que ha sido recientemente anulado por un
tribunal federal y en el que se produjeron tantas contradicciones y
errores que incluso la viuda de su supuesta víctima ha llegado a
solicitar la revisión del caso, según ha denunciado Amnistía
Internacional (AI) en un comunicado.
Albert Woodfox, de 66 años, "ha pasado más de la mitad de
su vida en una celda en la que sólo se pueden dar tres pasos a lo ancho y
cuatro pasos a lo largo", ha denunciado la organización. En este
tiempo, ha permanecido 23 horas al día en un pequeño cubículo
austeramente amueblado, del que sólo le permiten salir para caminar por
el pasillo de la celda, ducharse o hacer ejercicio en solitario. Tampoco
se le ha permitido trabajar, participar en programas de rehabilitación
ni en actividades de grupo. Como consecuencia de ello, su salud física y
mental se ha visto deteriorada, según Amnistía Internacional. Woodfox
fue condenado en 1972 por el asesinato de Brent Miller, un guardia
penitenciario.
Un tribunal de distrito federal de Luisiana dictaminó en
2008 que la declaración de culpabilidad de Albert Woodfox debía anularse
y que se le debía poner en libertad bajo fianza. No obstante,
permaneció en prisión después de que el fiscal general de Luisiana,
James Caldwell, recurriese el fallo ante un tribunal superior con el
argumento de que Woodfox es un "delincuente de carrera" que debe
permanecer entre rejas.
En su campaña para evitar su excarcelación, la Fiscalía
General de Luisiana llegó a enviar correos electrónicos a los vecinos de
la sobrina de Woodfox, con quien tenía intención de vivir cuando fuera
puesto en libertad bajo fianza, para advertirles de que su tío era un
"agresivo violador y un asesino convicto" y pedirles que firmaran
peticiones en contra de su puesta en libertad.
El fiscal general Caldwell ha reiterado recientemente sus
ataques públicos contra Woodfox, a quien ha acusado reiteradamente de
estar implicado en casos de violaciones y agresiones sexuales sin
resolver. No obstante, según AI, "Albert Woodfox nunca ha sido juzgado
ni condenado por violación y, tras 41 años en prisión, sus informes
disciplinarios tampoco reflejan que sea peligroso o violento". "Las
valoraciones sobre salud mental del propio sistema penitenciario indican
que Woodfox no supone una amenaza para sí mismo ni para los demás", ha
añadido la organización.
Varias condenas
Woodfox ha sido juzgado dos veces por el asesinato de Brent
Miller. La primera condena fue anulada, pero fue juzgado de nuevo y
declarado culpable por segunda vez. Este último dictamen, según AI,
anula la condena "una vez más".
En el primer juicio, la declaración de culpabilidad de
Woodfox se basó fundamentalmente en el testimonio de Hezekiah Brown, que
fue el único testigo que declaró haber visto a Albert Woodfox cometer
el crimen, así como en las afirmaciones de otros cuatro internos, según
la organización. No se ha hallado "ninguna prueba física" que vinculase a
Albert Woodfox con el asesinato y las pruebas de ADN potencialmente
favorables al acusado han desaparecido, ha proseguido Amnistía. Sí se
encontró, en cambio, una huella dactilar ensangrentada cerca del cadáver
que no coincidía con ninguno de los cuatro acusados, pero "ni el estado
ni los funcionarios de prisiones hicieron ningún intento por
identificarla con las huellas dactilares recogidas en la base de datos
del centro penitenciario", ha agregado.
Tras la muerte del testigo Hezekiah Brown, en 1996, se
informó de que el estado de Luisiana le había ofrecido algunas ventajas
carcelarias a cambio de su testimonio en contra de Woodfox. Según el
juez que revisó la causa en 2008, el testimonio de Brown fue "tan
sumamente decisivo para la fiscalía, que sin él probablemente no habría
causa". Aparte, dos de los cuatro testigos oculares que declararon que
Albert Woodfox estaba implicado en el crimen se han retractado de sus
testimonios. Uno de ellos incluso reconoció que se había inventado sus
declaraciones "porque los funcionarios le habían prometido que le
ayudarían a ser trasladado de la prisión de Angola", ha indicado AI. Uno
de los testigos "estaba considerado legalmente ciego" y otro se
encontraba "bajo los efectos de una fuerte medicación en el momento del
asesinato", ha añadido.
Se da la circunstancia, según AI, que la propia viuda de
Brent Miller llegó a solicitar en 2008, dadas las contradicciones y
errores del proceso legal, que se llevara a cabo una nueva investigación
sobre el caso: "Si ellos (los acusados) no lo hicieron, y eso es lo que
creo yo, han estado viviendo una pesadilla durante 36 años".
Tomado de agencias
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