jueves, 25 de abril de 2013

No dejemos que el periodismo sea una causa perdida en el mar de los intereses económicos

Cuando se comparan dos sistemas políticos antagónicos como el capitalismo o el comunismo, se suele admitir que el primero aventaja en algo claramente al segundo, en la libertad de expresión. Pues se vive en un mundo libre donde cada cual puede hacer y decir lo que él mismo quiera y decida. Esto queda muy bien a nivel teórico y mejor como campaña publicitaria, sin embargo, los  hechos, la realidad de los hechos, dice cosas bien diferentes. Así comenta el historiador norteamericano Michael Parenti:

Los publicistas, eruditos y profesores pueden trabajar libremente en tanto se mantengan dentro de ciertos parámetros ideológicos. Cuando entran a territorio prohibido, manifestando o haciendo cosas iconoclastas, experimentan las restricciones estructurales impuestas a su subcultura profesional por la jerarquía social más elevada.(1)

En el momento que alguien rebasa estos parámetros ideológicos, marcados por los intereses económicos de la élite en el poder, empieza  a tener problemas. Puede ser demandado judicialmente, pero puede, más comúnmente, ser silenciado, no dejándole publicar o expresarse en los medios de comunicación de masas que están ferreamente controlados y vigilados por ese poder económico, además también será atacado y vilipendiado por colegas de profesión a sueldo que le harán recapacitar sobre su actitud o lo marginarán. Esto es así porque las corporaciones que dominan la economía en nuestras sociedades tienen también el poder y control sobre los medios de comunicación y sobre la mayor parte de las instituciones, incluidas las políticas y las  docentes. Ante este panorama difícilmente se puede hablar de libertad de expresión, ¿no lo creen?
 
Michael Parenti habla en su libro La lucha por la cultura sobre el caso del periodista estadounidense Gary Web, un profesional con una brillante carrera que se truncó por desvelar una verdad incómoda: la vinculación de la agencia de inteligencia norteamericana, la CIA, con los contrarrevolucionarios y el tráfico de drogas a los Estados Unidos. El periodista exponía con claridad, tras su aleccionadora experiencia, en qué se ha convertido la profesión periodística, del periodismo corporativo, que es el que ocupa prácticamente la totalidad de los grandes medios de difusión:

Si nos hubiéramos conocido cinco años antes, no podrían haber encontrado un defensor más firme de la industria del periodismo que yo... Estaba ganando premios y dinero, dando conferencias, aparecía en la televisión y formaba parte de jurados  de periodismo... Y entonces escribí algunas historias que me hicieron darme cuenta de lo tristemente equivocado que estaba. La razón por la que había disfrutado de tanto prestigio durante un tiempo no había sido, como yo presumía, por mi trabajo bueno, cuidadoso y diligente... La verdad era que todos esos años yo no había escrito nada lo suficientemente importante como para ser censurado.(1)

La presión, amenazas incluidas, persecución, acoso, difamación y marginación de Gary Web por el mundo de los medios de comunicación, condujeron finalmente a su suicidio en el año 2004.
 
En un mundo donde los medios de comunicación pertenecen y están bajo el control de las corporaciones económicas no puede haber libertad de expresión, porque no puede mostrarse algo que perjudique seriamente a la imagen o a los intereses económicos de sus dueños, de  sus amos. Es de cajón, es de  sentido común. No llamemos por tanto libertad de expresión a esto, no hagamos ver o creer lo que no existe. Tampoco llamemos periodismo, periodismo honesto y con rigor, a lo que hacen  estos medios corporativos, cuando no son más que sirvientes que escriben para agradar a quienes les pagan, para promover sus intereses, para divulgar su imagen y figura, y no para lo que debían estar: para informar, para narrar lo que realmente ocurre, para cumplir con su obligación periodística. El periodismo, el periodismo corporativo, hoy es decadente, tanto más decadente cuanto más se ha concentrado el poder económico y su red de medios de difusión. De este modo el periodista se ha convertido en un ser que ha perdido su autonomía, su capacidad de crítica, su verdadero ser como periodista. El físico y escritor estadounidense Jeff Schmidt aplica su rigor científico para explicar y exponer la realidad de este periodismo:

La actitud que los cualifica [a los periodistas] , según he podido comprobar, es la falta de crítica y la subordinación que permite a los profesionales adoptar la ideología de sus jefes y sintonizar debidamente las opiniones con las que desempeñan su labor. El profesional resultante es un pensador obediente, una propiedad intelectual en la que el empresario puede depositar su confianza para que este cree, innove y exponga opiniones, sin riesgo de rebasar los límites de la doctrina predominante. La actual cortedad de miras intelectual y política del personal más cualificado no es fruto del azar. (2)

Ante este naufragio general del periodismo, ante esta cortedad de miras intelectual, política y humana debemos fomentar y crear un  periodismo serio, con rigor, con honestidad. Debemos recuperar la dignidad perdida del periodismo, si alguna vez la tuvo. No debemos  dejar que el periodismo sea una causa perdida en el mar de los intereses económicos. Formemos una sociedad de personas críticas, no obedientes a ciegas, no anuladas por los intereses egoístas de las corporaciones. No seamos tan ingenuos al aceptar la falsa publicidad de libertad de expresión de los medios corporativos. Llamemos a las cosas por su nombre, esto que nos ofrecen y cobran no es periodismo y no es libertad de expresión. Rechazemos esta parodia que tanto daño hace y busquemos el periodismo real, el periodismo que ejerce y busca el rigor y la seriedad. Lo tienen en sus manos, lo tienen en la misma internet, no pertenece a las  grandes corporaciones.

No olviden que para tomar decisiones serias y consecuentes en su vida necesitan información fiable, esta nunca la tendrán de manos de los medios de comunicación bajo el manto y mando del poder económico. Empiecen a ser libres tomando sus decisiones libremente,  pero con información veraz. Es el primer paso hacia una verdadera libertad y hacia una verdadera responsabilidad.

Sobre la vaciedad moral  e informativa del periodismo:
La falta de rigor y ética de los medios corporativos: atentados terroristas en Damasco. Enlace
Racismo y barbarie en los medios de comunicación españoles. Enlace 
El periodismo español en la guerra de Yugoslavia. Enlace 
Los medios de comunicación y la guerra en Libia. Enlace
Los medios de comunicación corporativos y la guerra contra Siria. Enlace
Vean también un ejemplo de la misma televisión púbica española (TVE), donde la "periodista" actúa como una sirviente del poder económico, defendiendo de una forma hasta descarada los supuestos intereses de las corporaciones en Latinoamérica (bueno, de los privilegios, porque prácticamente pide impunidad y que prevalezcan los intereses privados extranjeros sobre los públicos) en vez de preocuparse por los ciudadanos de Ecuador o por los de España. Es una entrevista concedida al presidente del Ecuador Rafael Correa. Todo un ejemplo de lo que nunca debe hacer un periodista o una periodista.
Entrevista TVE a Rafael Correa, abril 2013.
Notas:
(1) Michael Parenti. La lucha de la cultura. Hiru. 2007.
(2) Mikel Itulain. Justificando la guerra. 2012.
 


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