Al escritor Mario Vargas Llosa no le
gustan las nuevas Presidentas o los nuevos Presidentes. No le gusta el
modelo de distribución de la riqueza que se da en algunos de nuestros
países. Escribió sobre el tres veces electo Rafael Correa y lo llamó cangrejo,
porque en su opinión va para atrás en materia de libertad de prensa. Al
Presidente Chávez, ganador de todas las elecciones, menos una, de los
últimos 14 años en Venezuela, lo caricaturiza y de paso desliza
desprecio hacia las muchedumbres llorosas en su artículo, “La muerte del Caudillo”.
Pero ello no es suficiente, en el encuentro convocado en la Universidad de Lima, que se llamó América Latina Oportunidades y Desafíos, en
marzo pasado, reúne a la crema de la crema del pensamiento conservador y
desarrollan propuestas que realmente aparecen sacadas de la guerra
fría, pero además preocupan por el carácter conspirativo, hoy contra
Venezuela en pleno proceso electoral, y siempre contra las nuevas
democracias y la modernidad hacia la que camina nuestro Sub Continente.
Quisiera compartir algunas reflexiones
que tal vez le quiten un poco de ese estrés tan derechista que
transmite. Quisiera que sirvieran también para esos jóvenes peruanos
que, a través de las redes sociales, hacen gala de chauvinismo,
contribuyendo con frases conservadoras a la confusión sobre la realidad
nuestra y tal vez miren con otros ojos lo que pasa en el Perú. Es la
ilusión que me hago.
Caudillo:
Hombre que, como cabeza, guía y manda la gente de guerra. Hombre que
dirige algún gremio, comunidad o cuerpo. Dice la Real Academia de la
Lengua Española.
Es decir, no es peyorativo, simplemente
describe una situación. Sería peyorativo si estos Presidentes o
Presidentas, fueran dictadores, pero resulta que son todo lo contrario
tienen todo el respaldo permanente de la voluntad popular, ejercida a
través del voto. Le preocupa al escritor, la falta de democracia, el dispendio de los petrodólares venezolanos… la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el ALBA (prefiere el ALCA, ver México) y
lo que llama la persecución a la oposición y a la prensa venezolana.
Hace una triste comparación con Franco, Trujillo o Stalin, dictadores
de signos opuestos.
Añade además algo insólito sobre la democracia neoliberal, a la que define como “…
el único sistema que ha sido capaz de conciliar la libertad, la
legalidad y el progreso, creando oportunidades para todos en un régimen
de coexistencia y de paz”. Difícil de creer que piense
seriamente eso, viendo a nuestra América, incluso a los Estados Unidos,
donde hay 42 millones de personas en la pobreza y donde los votos se
comercian y negocian como mercancía, por favor recordar los triunfos de
Bush.
Mario Vargas Llosa tiene todo el derecho
de escoger la ceguera, es su opción por las elites y la expoliación de
nuestros pueblos, pero que nos lo brinde como verdad, y que reúna el
congreso de los conservadores para diseñar estrategias contra los
pueblos justamente antes de las elecciones en Venezuela, es lamentable.
Miremos lo que ocurre en Europa y los EEUU. Para alguien tan
inteligente, debería bajar el perfil de los elogios y enunciados sobre
las virtudes de esa democracia del sistema neoliberal y del mercado.
Quisiera tratar de conversar y compartir por qué en este siglo XXI exactamente esa democracia neoliberal es la cangreja
y por qué dirigencias fuertes han surgido para el rescate de los
recursos de nuestros países y el intento de construcción de una
democracia verdadera, en el marco del estado de derecho y respeto a los
derechos humanos. Democracia económica, social, política, sólida y con
esperanza.
Los 50 años transcurridos entre
dictaduras militares y políticas neoliberales destruyeron la incipiente
institucionalidad que íbamos armando en esta América Latina, diversa,
multicultural, inteligente y compleja. Cualquier intento de
redistribución de la riqueza por tímido que haya sido, fue destruido.
Desde Jacobo Árbenz en Guatemala de 1954, pasando por Brasil, Argentina,
Uruguay, Bolivia, Perú (con Velasco aunque al escritor no le guste)
Panamá, y lo peor, lo más cruel y antidemocrático que pudiera existir,
el Golpe de estado en Chile, dirigido por Kissinger, la ITT, la Kenecott
y encabezado por ese funesto y corrupto personaje apellidado Pinochet.
Cualquier Intento de democratizar la
riqueza fue ahogado en asesinatos, desapariciones y tortura. Detrás de
todo ello estaban, muy entusiastas, las transnacionales petroleras, las
de las comunicaciones, la SIP, es decir todos esos representantes de la
democracia neoliberal que el novelista defiende con su prosa impecable.
Ese es el pasado.
Construir un estado de democracia social,
institucional, que respete los derechos de los ciudadanos, requiere y
ha requerido movimientos sociales muy combativos que generaron un
desarrollo de la conciencia y que trajeron como resultado Asambleas
Constituyentes con la presencia de dirigentes fuertes y carismáticos.
Ellos han sido capaces de revertir esa
tendencia antidemocrática y excluyente. Chávez, Lula, Dilma, los
Kirschner, Morales, Mujica, y Rafael Correa, en América del Sur, son el
resultado de realidades propias y muy diferentes, pero con un
denominador común: recuperar las riquezas para sus pueblos, recuperar la
Patria unitaria y diversa, para, justamente, iniciar los procesos
democráticos tan necesarios. Devolver la dignidad librándose de la
sujeción a transnacionales sin escrúpulos. Restituir justamente el
derecho de ser ciudadano, destruido por la codicia sin mesura de
Petroleros, Banqueros y Fabricantes o vendedores de armas, que gobiernan
ese sistema, exige confrontaciones indispensables.
Por qué defender a la Banca y a las
transnacionales en contra de las mujeres, niñas, niños y hombres que
conforman nuestros pueblos. Cómo justificar lo que ocurre con España,
Portugal, Chipre o lo que hemos vivido en los previos 50 años de
historia. Por qué no aceptar que el petróleo, el gas, la minería o las
riquezas de varios de nuestros países, hoy sirven mejor a sus ciudadanos
y ciudadanas. O peor aún, por qué decir que el petróleo venezolano está
mejor en manos de las transnacionales que en las del gobierno de
Venezuela, convertido en viviendas, escuelas, o mejor aún en la
Operación Milagro que ha curado de las cataratas en los ojos de miles de
Latinoamericanos pobres. O que ha servido para calentar las casas de
los indigentes en el Bronx, sí ese mismo de New York, al 60% del precio
del mercado gracias a PDVSA.
Por qué no ver la opción de comer 3 veces
por día como ocurre hoy en Venezuela, esos 25 millones de libros
distribuidos gratuitamente en la Patria de Bolívar o aceptar que el
Presidente Correa tiene razón y ha ganado batallas para los propios
ciudadanos españoles contra el desahucio criminal de la Banca, privilegiando al ser humano, a la persona, sobre el capital, Correa dixit.
Por qué no aceptar que esa libertad de
prensa es libertad de empresa, antidemocrática y terriblemente engañosa
que oculta en el fango de palabras bien usadas o no, injusticias
terribles. No aceptar que la libertad de expresión y el respeto a los
derechos humanos pasa por la redistribución de la riqueza, el acceso a
los medios de comunicación, y la confrontación con esos perversos
detentores del poder ya descritos. Me entristece, repito, la ceguera
voluntaria en una persona inteligente e influyente como es el escritor
paisano, en tanto que peruano.
Estimado Premio Nobel de la Literatura,
reconozca que hay una reconstrucción y revisión ideológica de la teoría
marxista y de los clásicos del capitalismo. Reconozca que es mucho más
democrático un modelo que respete a los humanos y a las humanas por
encima del dinero. Le haría mucho bien al espíritu y le facilitaría
abandonar su actitud de cangrejo para entrar a la modernidad.
Mire lo que aquí en América del Sur se está haciendo, con los ojos de la Conversación en la Catedral y verá que esta América está dejando de joderse y que la respuesta a ¿En qué momento se jodió el Perú? (que
dicho sea de paso sigue jodido) comienza a darse con el coraje,
transparencia y audacia de estos latinoamericanos del Siglo XXI, de
estos pueblos valientes y sí mágicos, místicos, religiosos, imperfectos,
creyentes, capaces de conversar con pajaritos, construir una Teología
de la Liberación o una nueva teoría económica que puede combinar la
socialización con la propiedad privada, tienen la fuerza de obligar a
compartir lo que siempre fue de unos pocos.
Anímese escritor, véalo con otros ojos y
se alegrará de esta Patria Grande en el Siglo XXI y tal vez deje de
formar parte de la gran conspiración contra Venezuela y las democracias
conquistadas por nuestros pueblos.
Por: LUIS VARESE
Tomado de http://lamula.pe
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