Enterraban a su caudillo, al más poderoso de entre ellos. Él
los había unificado, había creado un imperio allí donde antes vagaban
hordas de hermanos que se mataban entre sí... Para muchos mongoles,
guerreros despiadados pero tremendamente supersticiosos, era un ser
invencible, sobrenatural, eterno.
Pero la muerte del Gran
Khan les había devuelto a la realidad. Genghis Khan había fallecido a
los 65 años manteniendo su poder, su magnetismo y su fuerza hasta su
último aliento. Ahora solo quedaba enterrarlo. Huestes de
guerreros afligidos llevaron el cuerpo de su caudillo a la tierra que lo
vio nacer, el lugar más sagrado del vasto imperio mongol. Allí buscaron
un lugar escondido donde poder darle descanso eterno, un lugar que
nadie pudiera encontrar jamás.
Cuenta la leyenda que
cuarenta doncellas y cuarenta caballos fueron sacrificados y enterrados
con el Gran Khan para que le hicieran compañía en el más allá. Luego,
la tumba fue pisoteada por más de mil caballos para su compactación. Y
para que ningún mongol pudiera contar dónde se encontraba la tumba se
mandó a un grupo de guerreros para que degollaran a todos los que habían
participado en el entierro. También estos soldados fueron pasados a
cuchillo a la vuelta de su misión. Y la tumba desapareció para siempre,
convirtiéndose en uno de los objetivos más deseados de la arqueología
mundial.
Durante años, diferentes expediciones han
buscado, inútilmente, la tumba de Genghis Khan. Recién estrenado el
siglo XXI, un equipo de la Universidad de Chicago emprendió la
Expedición Geohistórica Genghis Khan. Seguían las indicaciones
de unos antiguos escritos donde se describía la localización de la tumba
con todo lujo de detalles, y determinaron el poblado de Batshireet como
lugar de ubicación de la tumba. Pero, cuando fueron a excavar, el
Gobierno de Mongolia les denegó el permiso. La minería ilegal
llevaba años haciendo auténticos destrozos en lugares de interés
histórico, religioso y cultural, pero las creencias del pueblo mongol
siguen fieles a sí mismas: las tumbas de los mongoles no se remueven;
así era en tiempos del khan y así sigue siendo hoy en día.
A
pesar de la cantidad de información que existe sobre las campañas
militares de Genghis Khan, poco se sabe del paradero de su tumba y de su
verdadera personalidad. Para muchos fue un tirano bárbaro y
sanguinario. Para otros, un estadista, filósofo y genio militar.
De hecho, ambas versiones podrían ser reales. Genghis Khan, cuyo nombre
de pila era Temujin, el mejor acero, fue el fundador del primer imperio
mongol, el mayor imperio de la historia, que se extendía a lo largo de
34 millones de kilómetros cuadrados. Semejante gesta tuvo un precio:
murieron unos 40 millones de personas. Así que Genghis Khan y su
ejército fueron, sin duda, sanguinarios. Ahora bien, lejos de ser un
bárbaro despiadado, muchos consideran a Temujin un hábil estratega que
introdujo la escritura en su pueblo e instauró un código legal.
La
leyenda surge ya desde su nacimiento, en 1162. Aristócrata en una
sociedad feudal y brutal, era hijo y nieto de nobles mongoles. Su padre
fue asesinado por los tártaros cuando él tenía diez años y su madre y
sus seis hermanos sufrieron todo tipo de penurias y persecuciones.
Fueron su fortaleza y su personalidad las que lograron reunir en torno a
él a jóvenes y renegados de otros clanes hasta afianzar un cierto poder
militar. El rapto de su primera mujer, Borte, por un clan merkita y la
guerra para recuperarla es el origen del mito, pero necesitó veinte años
de batallas para lograr que las decenas de clanes (yurchen, merkitas,
tártaros, iugures...) se uniesen bajo su mando. En 1206 logró
que todas las tribus pasasen a denominarse mongoles y adoptó el nombre
de Genghis Khan (genghis significa océano, un jefe; khan, tan grande
como el océano). Fue entonces cuando dedicó esfuerzos a la educación del
pueblo... y a su salud, que confió a sabios chinos.
Pero
Temujin era un hombre de guerra y su pueblo, también. De hecho, pronto
comprendió que la única forma de mantener unidos a todos los clanes era
seguir luchando. Pronto emprendió la conquista de China. Logró
llegar a Pekín en 1214, aunque el dominio total del gigante asiático no
llegaría hasta los tiempos de su nieto Kublai. Luego, la emprendió con
los musulmanes y, hacia 1223, ya había conquistado Asia Central, Persia y
Afganistán.
Genghis Khan murió en 1227 mientras
sitiaba una ciudad china, aunque la causa no está clara. La oficial dice
que murió tras caer de un caballo; otra, que fue el tifus lo que acabó
con su vida. Eso también pasó a formar parte del misterio añadido a su
enterramiento. Incluso Marco Polo, que sirvió durante 17 años
al Kublai Khan, su nieto, comentó en sus escritos que los mongoles
desconocían ya entonces el paradero de la tumba del Gran Khan.
Diez
años después de la última expedición arqueológica en busca de su
enterramiento, un norteamericano de ascendencia china ha retomado la
búsqueda aprendiendo de los errores de expediciones anteriores. Albert
Yu-Min Lin, arqueólogo de la Universidad de California, ha decidido
hacerlo sin excavar un solo centímetro de la tierra sagrada de los
mongoles. Para ello ha utilizado las últimas tecnologías no invasivas que permiten explorar los restos arqueológicos desde el espacio.
Auspiciado
por la National Geographic Society y con la ayuda de un satélite de
nueva generación, Lin escudriña desde el espacio una vasta superficie
del área donde presumiblemente se encuentra la tumba de Temujin. El
satélite localiza anomalías en superficie que puedan indicar restos
arqueológicos. Entonces, los radares de penetración terrestre
escanean el área detectada y los sensores envían los datos a la central,
donde potentes ordenadores los procesan para convertirlos en imágenes
tridimensionales. ¿Bastarán esas imágenes para encontrar una tumba tanto
tiempo deseada? Aún falta mucha investigación informática antes
de perturbar la paz eterna del más poderoso caudillo que haya tenido
Asia. Una decisión que implica desafiar las históricas supersticiones
mongolas. Si se hace caso de ellas, no es nada conveniente
encontrarla: abrirla conllevará todo tipo de males para quienes osen
hacerlo y desencadenará la ira del Gran Khan y, con ella, el fin del
mundo.
De Temujin a gran emperador mongol
Genghis
Khan fue el emperador de los mongoles en el siglo XIII y con sus
legendarias conquistas marcó la evolución política de Asia hasta
nuestros días. Su tumba se ha convertido en una búsqueda mítica para los
arqueólogos. Alemanes, japoneses, americanos, rusos y británicos lo han
intentado y han fracasado. Ahora, una expedición norteamericana realiza
una nueva tentativa.
Los mil rostros de Genghis Khan
Genghis
Khan ha sido descrito y retratado como feroz guerrero y como estadista y
filósofo. Los datos no dejan duda de lo primero: unió por las armas
China, Turquía, Turquestán, Irán, Irak y parte de Rusia. Lo segundo
deriva de su personalidad, su persuasión y su capacidad organizativa.
Rastreando la tumba de Temujin
A
Albert Yu-Min Lin, arqueólogo de la Universidad de California, es el
pionero de la nueva arqueología gracias a una técnica que le permite
investigar el terreno sin pisarlo, la única forma de buscar la tumba de
Genghis Khan en el territorio sagrado de los mongoles, donde están
prohibidas las excavaciones. Los datos del satélite, combinados con los
aportados por radares y sensores remotos, se procesan para crear un
escenario virtual en 3D (como el de la imagen, una de las posibles
localizaciones de la tumba de Temujin). Dada la ingente cantidad de
terreno por explorar, este plan aporta otra novedad: por primera vez, el
Proyecto del Valle de los Khanes
(http://exploration.nationalgeographic.com/mongolia), está en red para
que cualquiera con un ordenador ayude en el escrutinio de las imágenes.
Descendientes del 'Khan'
Una
investigación en 2003 probó que el ocho por ciento de la población que
vive hoy en los territorios que conquistó Genghis Khan, unos 16 millones
de personas, comparte con él un cromosoma. Teniendo en cuenta que tuvo
36 esposas y cientos de concubinas, su descendencia directa fue, sin
duda, muy numerosa. Además, aniquilaba a todos los jóvenes guerreros
rivales, así que él o sus familiares solían tener descendencia con las
mujeres que quedaban.
La guerra del terror
Los
mongoles eran un pueblo guerrero con grandes jinetes que disparaban
flechas que atravesaban armaduras, pero Genghis Khan añadió estrategia,
logística y, lo más importante, espionaje. Jamás iniciaba una campaña
sin tener toda la información sobre su enemigo. Usó también la guerra
psicológica. Ordenó ejecutar grandes matanzas ante sus enemigos para
atemorizarlos. El ejército mongol fue también el primero en emplear
armas bacteriológicas al utilizar a los muertos por peste bubónica como
proyectiles, a los que lanzaba sobre las murallas de las ciudades
sitiadas.
Fernando González Sitges -
XL Semanal
Tomado de http://www.finanzas.com
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