La falta de acuerdo en el Congreso estadounidense para una
reforma de las leyes migratorias deja una estela de secuelas entre los
sin papeles y esa carencia amenaza con mantenerse sin solución.
Casi 141 mil niños, hijos de inmigrantes, en los últimos cuatro años
fueron abandonados, la mayoría sin compañía, en cualquiera de los puntos
de la frontera estadounidense, un reflejo inhumano de esta crisis en la
cual los deportados son solo la punta del iceberg.
El gobierno del presidente Barack Obama puede obtener el nada deseado premio de sobrepasar el récord de deportación de inmigrantes, más de dos millones, cuando termine su actual mandato, y donde los menores de edad no están excluidos.
La aprobación de una reforma de las leyes migratorias en Estados Unidos, en especial por la negativa republicana en la Cámara de Representantes de aceptar la propuesta del Senado (S-744), languidece en el Capitolio.
La primera quincena de octubre sirvió de marco a manifestaciones favorables a la reforma de las leyes pero, pese a estar bien organizadas, las marchas y eventos que sacudieron al país no tuvieron el arrastre masivo y ocurrieron en el peor de los momentos, cuando el país se debate en una crisis fiscal.
Durante la primera semana de octubre, casi 200 eventos en todo el país intentaron darle al Congreso un "ultimátum" sobre la reforma migratoria y el pasado día 8, luego de una marcha cerca del Congreso, ocho legisladores demócratas fueron arrestados por la policía por protestar debido a la falta de acción legislativa sobre el tema.
Pese a este esfuerzo para impulsar la solución del problema, la negociación en el Congreso sobre el tope de la deuda y la polarización política que tiene a demócratas y republicanos en pie de guerra y más divididos que nunca, lo impidió.
En contra de la reforma ahora conspira el tiempo y según expertos como Jerald Podair, profesor de historia de Lawrence University en Wisconsin, para los movimientos sociales el "momento" lo es todo y este resulta, posiblemente, el peor de los momentos para los que piden el cambio de la ley.
Estas marchas estaban organizadas desde hace tiempo, pero justo ahora en Washington y en los medios en inglés no se habla de otra cosa que no sea el cierre del Gobierno, apuntó.
Pero, en el laberinto migratorio al parecer son los republicanos los que más perderán, como indican proyecciones políticas y recientes sondeos.
Pesquisas realizadas en distritos de California, por ejemplo, donde hay un fuerte componente de hispanos, dan fuerza a esta creencia.
Muchas personas consultadas sugieren que el Partido Republicano podría mejorar su imagen en las zonas predominantemente latinas si el Congreso aprueba una nueva redacción de las leyes de inmigración de Estados Unidos, algo que sabe la jerarquía de esa agrupación pero no se traduce en hechos.
Más del 70 por ciento de los preguntados en tres distritos electorales representados en la Cámara baja por los legisladores republicanos Jeff Denham, Devin Nunes y David Valadao, dijeron que apoyarían un proyecto de ley que refleje el plan de cambio integral de la inmigración, aprobado por el Senado en junio.
En estas tres áreas, el 69 por ciento de los votantes dijeron que estarían a favor de un camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados, siempre y cuando los solicitantes paguen las multas, aprendan inglés, pasen la verificación de antecedentes, y esperen al menos 13 años para obtener la ciudadanía.
Esa es la esencia acordada por los senadores y que su contraparte en la Cámara baja se niega a aceptar.
A esta iniciativa se oponen los republicanos en la Cámara baja que insisten en un enfoque poco sistemático compuesto por varios proyectos de ley, cada uno centrado en un tema singular en la reforma migratoria.
Según el diario The New York Times, tal vez los líderes del partido y los moderados enfrenten las posiciones del Tea Party y de los conservadores que quieren descarrilar cualquier iniciativa, que como la del Senado, permita a los inmigrantes indocumentados la ciudadanía.
Diferentes análisis de los últimos meses sostienen que los republicanos también pueden aceptar una reforma migratoria bipartidista para atraer a los votantes latinos y asiáticos, y terminar con la percepción de que ese partido solo ofrece a esos votantes hostilidad y miedo.
Hasta ahora el presidente de la Cámara baja, el republicano John Boehner, descartó votar el proyecto de ley del Senado, o cualquier proyecto de ley de inmigración no compatible con la mayoría de su bancada.
Esa es una receta para el fracaso, asegura el Times y agrega que la Cámara no tiene nada más que ofrecer en este momento, a no ser varias iniciativas por separado que amenazan con hacer interminable la consideración del tema.
Algunos políticos opositores consideran que apartarse de un proyecto bipartidista sería un alejamiento del partido de los electores, con lo cual pasarían a ser una agrupación sin posibilidades de volver al gobierno.
No obstante, el debate de los problemas financieros hará más difícil encontrar tiempo para analizar proyectos de inmigración en octubre, dijo un asesor del liderazgo republicano.
Para algunos analistas, es difícil lograr avances sobre el tema migratorio en 2014, un año electoral en el cual los legisladores temen comprometer su voto tras un debate que desde su comienzo creó serias discrepancias, en especial sobre la aprobación de una vía hacia la ciudadanía de cerca de 11 millones de indocumentados que viven en el país.
En la actualidad hay poco apoyo para aprobar el proyecto de ley integral acogido en junio por el Senado e incluso el enfoque fragmentario impulsado por el liderazgo de la Cámara tiene poco respaldo, señalan fuentes legislativas.
Por Luis Beatón *
*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.
*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.
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