Los estadounidenses menores de 38 años sólo han vivido una campaña
electoral, la de 2012, sin ningún Bush o Clinton compitiendo por la
presidencia o la vicepresidencia del país y podrían ver a las dos
familias enfrentadas de nuevo si los potenciales aspirantes Hillary y
Jeb se imponen en las primarias.
A Hillary Clinton -esposa del 42º
presidente de Estados Unidos, Bill Clinton- se la considera la
candidata "inevitable" del partido demócrata en 2016, mientras que Jeb
Bush, hijo del 41º presidente y hermano del 43º, ha dado en el último
mes pasos decisivos para lanzar su candidatura.
Desde que Bush padre llegara a
la vicepresidencia con Ronald Reagan en 1981, en cada elección -salvo en
2012- ha habido un miembro de una de las dos dinastías políticas
compitiendo por el cargo de presidente o vicepresidente.
En 2008
un candidato novedoso e ilusionante, Barack Obama, frustró las
aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton y rompió una estadística
reveladora: hasta entonces en cada "ticket" electoral ganador desde 1980
había habido un hijo de un senador o presidente del Gobierno.
Pese
al deseo de los Padres Fundadores por asegurar que en Estados Unidos el
poder emanaría de las urnas y no del linaje, precisamente con uno de
ellos comenzó a tejerse una historia de dinastías políticas en la
nación: John Adams fue el segundo presidente y su hijo, John Quincy
Adams, el sexto.
Desde entonces y hasta ahora, un puñado de
apellidos han ostentado los más importantes cargos públicos en Estados
Unidos: los Kennedy, los Roosevelt, los Rockefeller, los Harrison, los
Adams, los Bush, los Taft y los Clinton, según la clasificación del
investigador y exasesor presidencial Stephen Hess, autor de "America's
Political Dynasties".
En contraposición al aire fresco que
representó Obama en 2008, la campaña de 2016 apunta a una vuelta al
pasado: Si Hillary Clinton o Jeb Bush llegan a la Casa Blanca, un
miembro de una de las dos familias habrá gobernado el país durante 24 de
los 32 años que van entre 1989 y 2021.
"Si no podemos encontrar
más que dos o tres familias para la presidencia, esto es absurdo. Hay
más familias que los Kennedy, los Clinton y los Bush", consideró la
exprimera dama Barbara Bush en una entrevista a principios del año
pasado.
La esposa de George H.W. Bush no ha tenido reparos en
dejar claro que no quiere ver a otro miembro de su familia compitiendo
por la Casa Blanca: "ya hemos tenido suficientes Bushes", sentenció.
Distinta
opinión sobre las familias en la política de Estados Unidos tiene
Hillary Clinton. "Quizás simplemente sea que ciertas familias tienen un
sentido del compromiso o una predisposición para involucrarse en
política", argumentó en una entrevista el pasado verano.
"Yo
competí por la presidencia y perdí contra alguien llamado Barack Obama,
por tanto no creo que haya nada garantizado en la política
estadounidense. Mi apellido no me ayudó finalmente. Nuestro sistema está
abierto a todos. No es una monarquía en la cual uno se levanta una
mañana y abdica en favor de su hijo", añadió.
Todos los sondeos
apuntan a que Clinton lo tendría mucho más fácil para hacerse con la
nominación de su partido que Bush, que con toda probabilidad enfrentaría
a un mayor número de oponentes en las filas republicanas.
Sus
candidaturas compartirían el reto de convencer a las bases de sus
respectivos partidos, decisivas en las primarias, que les consideran
políticos demasiado moderados.
Hillary Clinton, la mejor situada
hasta el momento para alcanzar la Casa Blanca, aventaja en los sondeos a
Jeb Bush con un 49 % frente a un 40 %, según los últimos datos de Real
Clear Politics.
Los dos potenciales candidatos cuentan con el
reconocimiento, los contactos y la capacidad recaudatoria que les
otorgan sus apellidos, pero carecen del factor sorpresa y de curiosidad
que moviliza e ilusiona a los votantes.
Como dijo George W. Bush
al competir por la Casa Blanca, en una familia política se heredan los
amigos de los predecesores, "pero también sus enemigos".
La
posibilidad de que otro Bush o Clinton gobierne Estados Unidos cobra
especial fuerza desde que el pasado mes Jeb Bush, gobernador de Florida
entre 1999 y 2007, anunciara en las redes sociales que "explorará
activamente la posibilidad de competir por la presidencia".
Tras
ese titular, no han cesado los movimientos que evidencian que su
intención es firme: ha lanzado un grupo de acción política (PAC) y ha
renunciado a todos sus puestos en consejos de administración de empresas
para evitar conflictos de interés.
Si se confirman las últimas
predicciones, Jeb Bush, que no se enfrenta a una campaña política desde
su reelección como gobernador en 2002, tendría como oponente a Hillary
Clinton, en primera línea como candidata a las primarias demócratas en
2008 y después como jefa de la diplomacia los cuatro años siguientes.
Cristina García Casado
© EFE 2015
Tomado de http://www.holaciudad.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario