Representar a Mahoma, como han hecho varios medios occidentales, entre
ellos la revista víctima de un sangriento atentado, Charlie Hebdo, está
prohibido en el islam, y las bromas sobre el profeta son juzgadas como
ofensivas por la mayor parte de los musulmanes.
Pese a que las caricaturas y los dibujos de prensa suelen irritar a
la mayoría de los musulmanes, los jefes de Estado y responsables
religiosos condenaron inmediatamente y con firmeza el atentado, que
todavía no ha sido reivindicado.
Al-Azhar, la prestigiosa autoridad del islam sunita, lamentó un
ataque “criminal”, y subrayó que “el islam denuncia toda violencia”. El
Consejo Francés del Culto Musulmán, por su parte, condenó “con la mayor
determinación” un acto “bárbaro contra la democracia y la libertad de
prensa”.
El Corán no prohíbe formalmente representar al profeta y sus
compañeros, pero esta arraigada tradición se sustenta en un “hadith” –un
dicho del profeta– que se remonta al siglo IX (dos siglos después de la
muerte de Mahoma), y es aplicable incluso si el dibujo sirve para
glorificarlo.
Los hadithes de Boukari, los más importantes, amenazan con el
infierno a quienes realicen esas imágenes, acusados de querer rivalizar
con Dios, el único que puede dar vida a sus creaciones, y también se les
acusa de alentar la idolatría.
Desde 2005, cuando la publicación de 12 caricaturas de Mahoma en el diario danés Jyllands-Posten
desencadenó una ola de manifestaciones en el mundo musulmán, la
controversia por la representación del profeta más importante del islam
ha vuelto con frecuencia a la palestra pública.
Una historia de “animosidad”
En 2006, Charlie Hebdo reprodujo los dibujos de la
publicación danesa, publicando una caricatura (firmada por Charb) en la
que Mahoma se agarraba la cabeza con las manos y decía: “Es duro ser
amado por imbéciles”.
Desde entonces, el semanario pasó a ser víctima de amenazas e incluso
sufrió un incendio criminal en su sede en 2011. Charb, director de la
publicación y muerto en el atentado, llevaba tiempo con escolta
policial.
“Es un profeta reverenciado por unos 2,000 millones de personas. ¿Es
moral reírse de él?”, reaccionaba Ahmed Al Kubaissi, importante
predicador iraquí interrogado por la agencia AFP tras el atentado del
miércoles.
Para el exprimer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, la
publicación ha faltado al respeto al islam en numerosas ocasiones. “¿Hay
necesidad de ridiculizar al profeta Mahoma, sabiendo que se ofende a
los musulmanes?”, dijo, citado por la agencia oficial Bernama. “Nosotros
respetamos su religión, y ellos deben respetar la nuestra”.
Hassan Barari, profesor de Relaciones Internacionales de la
universidad de Catar, explica que “la falta de respeto por el derecho de
todos a la libertad de expresión” en los países árabes y musulmanes se
encuentra en el origen del problema. Ciertas personas “no comprenden la
libertad de expresión en vigor en Occidente, donde se puede realizar
fácilmente una película que critique a Jesús”, añadió Barari, quien
opina que existe una historia de “animosidad entre Occidente y los
musulmanes”.
Violencia
“No se puede negar que el sentimiento antioccidental en la región
está relacionado con las políticas de Occidente, el colonialismo del
pasado, las políticas de Israel y el apoyo a las dictaduras”, considera.
“No debería estar permitido a la gente dibujar al profeta para dañar
su consideración en el corazón de su pueblo”, afirma Kubaissi, el
predicador iraquí basado en Dubai, para quien la prohibición de
representar a Mahoma es una forma de “homenaje y respeto”.
La difusión en 2012 del trailer de la película Inocencia de los musulmanes,
una cinta de bajo presupuesto que muestra al profeta como un bufón de
conductas depravadas, provocó un estallido de violencia en el mundo
musulmán.
El mismo año, en una manifestación contra la película celebrada el 11
de septiembre en la ciudad libia de Bengasi, cuatro estadounidenses,
entre ellos el embajador Christopher Stevens, murieron en un ataque
contra la representación local de Estados Unidos.
Y más recientemente, el filme Exodus: Gods and Kings,
que traza la historia de Moisés, fue prohibida en varios países árabes.
Según una fatua (pronunciamiento legal en el islam) del Consejo
Islámico de teología, basado en La Meca, “representar a los profetas de
Alá generaría dudas sobre su estatus y podría incluir mentiras, porque
los personajes no serán jamás a la altura de las personalidades de los
profetas”.
© Agence France-Presse
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