Tony Blinken |
Mientras el secretario de
Estado de EEUU, John Kerry, manifestó optimista que podría viajar a Cuba “cuando
sea apropiado", con vistas a abrir formalmente una embajada estadounidense
en La Habana, en dependencia del avance de la normalización de relaciones entre
ambas naciones, y cuando se inicia en encuentro entre Roberta Jacobson y
Josefina Vidal para desbrozar ese complicado camino, los senadores
ultraderechistas comienzan a hacer de las suyas para cuestionar y entorpecer
este proceso.
Una de las primeras
acciones fue cuestionar al subsecretario de Estado, Tony Blinken, anteriormente
sub-asesor de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, por no haber consultado a
miembros del Congreso sobre las negociaciones para normalizar relaciones con Cuba.
El corrillo inquisidor, realizado en forma de audiencia pública, estaba
integrado por varios reaccionarios anticubanos como Marco Rubio y Bob Menéndez.
Blinken, comprometido con
los planes de Obama, descartó hacer público el secreto proceso de
conversaciones que condujeron al 17D y solo pudo disculparse ante Rubio,
declarando: "Senador, lamento no
haber cumplido el estándar que establecí durante esa audiencia".
No obstante, Blinken
reconoció que varios legisladores sí tuvieron conocimiento de estas conversaciones
secretas, aunque se rehusó a identificarlos. Obviamente, se refería a aquellos
que no estarían abiertamente opuestos a cualquier diálogo con Cuba.
Lo cierto es que la
derecha norteamericana trata a toda costa de poner escollos a la normalización
de las relaciones entre ambas naciones, tratando de mantener a toda costa la
arcaica e inútil política de aislamiento contra la Isla.
Muchas nuevas acciones
pueden esperarse de este sector reaccionario para vulnerar cualquier paso de
avance en este proceso de acercamiento, aún más cuando cuenta con mayoría en el
Congreso. Una de ellas sería presionar a Obama para que trate de imponer en las
conversaciones aquellas demandas que vulnerarían la soberanía de Cuba y que la
parte cubana se negaría a aceptar. Una lógica forma de colocar a este proceso
en un callejón sin salida.
No obstante, tanto la
administración Obama como el gobierno cubano tienen pleno conocimiento de estas
posturas y trabajan con tacto, mesura e inteligencia para lograr pasos de
avance en un proceso que, por lógica, ha de ser lento, transparente y complejo.
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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