Congresistas de Estados Unidos de visita en Cuba |
Más por cortesía, que por entender una supuesta
representatividad de un conjunto de contrarrevolucionarios dentro de la
sociedad actual, la representación de congresistas demócratas estadounidenses
de paso por la Habana, se reunió con un reducido grupo de estas personas el
pasado domingo, de por sí carentes de peso dentro de la sociedad civil cubana
actual.
La reunión de dos horas sirvió para que los citados senadores
Patrick
Leahy, Richard Durbin (Illinois), Debbie Stabenow (Michigan) y Sheldon
Whitehouse (Rhode Island), así como los representantes Chris Van Hollen
(Maryland) y Peter Welch (Vermont), tomaran pulso sobre las encontradas
opiniones de la contrarrevolución interna sobre el proceso de acercamiento entre
Cuba y los Estados Unidos.
Lo significativo del
encuentro es que en el mismo participaron solo aquellos asiduos visitantes a
Washington y a Miami como Elizardo Sánchez Santacruz, Berta Soler, Antonio
Rodiles, Yoani Sánchez, con la excepción de José Daniel Ferrer. Es por ello que
las posturas de los mismos eran, de antemano, conocidas por la parte
norteamericana.
Como era de esperarse, de
acuerdo con informaciones públicas anteriores al encuentro, los
contrarrevolucionarios mostraron una inexistente unidad de apreciaciones con
respecto a lo que se espera del futuro diálogo entre los dos gobiernos.
Al igual, fue casi unánime
la posición de que la contrarrevolución interna fuera partícipe de los encuentros
gubernamentales, lo que representa una burda aberración en términos de
encumbrado e inmerecido sobredimensionamiento, por cuanto ellos carecen de peso
dentro de la verdadera sociedad civil cubana. Esta realidad es de pleno
conocimiento por parte de los congresistas norteamericanos y saben que Cuba
nunca aceptará tal pretensión.
En términos generales, al
no haber una declaración oficial de la parte norteamericana sobre el encuentro,
las peticiones de los mercenarios estuvieron dirigidas a impostar peticiones de
dudoso éxito, por cuanto vulneran una condición esencial en este proceso de
restablecimiento de relaciones entre las dos naciones: el principio de respeto
a la soberanía.
En torno a este asunto,
Cuba tendría también el derecho de solicitar la liberación de personas que purgan
prisión en Estados Unidos, con independencia de su ciudadanía.
Por su parte, la desprestigiada
liderzuela de las Damas de Blanco, Berta Soler, manifestó su abierto rechazo a
la postura norteamericana de promover el diálogo diplomático de Estados Unidos
con Cuba, haciéndose eco de las posiciones más extremistas de la mafia cubano
americana.
En el caso de Antonio
Rodiles, director del proyecto independiente Estado de Sats, manifestó su
apreciación de que la delegación parlamentaria norteamericana esperaba la
aprobación de los cambios promovidos por Obama con respecto a Cuba, aunque
cuestionó que el gobierno cubano realizara una real apertura en el plano “democrático”.
Los otros participantes por parte de la contrarrevolución
interna no dieron sus posiciones públicas al respecto luego del encuentro,
aunque se sabe que ven con suspicacia el proceso de acercamiento entre las dos
partes. Tal vez, como es de esperar en los casos de Yoani y José Daniel Ferrer,
guardan sus argumentos para el encuentro que sostendrán el día 23 de enero con Roberta
Jacobson o harán declaraciones posteriormente.
Otros contrarrevolucionarios participantes en el encuenstro no han sido mencionados en los reportes de prensa, aunque se estima fueron más de una docena.
Los congresistas
demócratas llegaron el pasado sábado a Cuba, en una visita que precede a la
primera reunión que celebrarán el 21 y 22 de enero en La Habana representantes
de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, para tratar sobre el
restablecimiento de relaciones diplomáticas.
La agenda de los legisladores
estadounidenses, que terminará hoy, incluyó encuentros con varios funcionarios gubernamentales
cubanos, miembros del staff de la SINA, así como con representantes
diplomáticos de España, México, Noruega y Colombia.
Paralelamente, el llamado
Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), con sede en Madrid, intentó presionar
a la subsecretaria de Estado norteamericana para el Hemisferio Occidental,
Roberta Jacobson, para que en el diálogo con Cuba, mediante una carta, para que
su gobierno facilite la "inclusión y consideración de todos los cubanos,
antes de cualquier concesión obsequiosa".
La Jacobson se limitó a
responderla con amabilidad y prometiendo tomar en cuenta sus puntos de vista.
La carta en cuestión está
dirigida a impostar la matriz de opinión de tener en cuenta en el diálogo a la
contrarrevolución interna y externa, así como a comprometer a Washington en un
apoyo activo a la misma.
Los cuatro puntos que la
OCDH considera "esenciales", más que a facilitar el diálogo, están
encaminados a entorpecerlo, por cuanto lesionan el derecho soberano de Cuba al
pretender cambios inaceptables por parte de nuestro gobierno:
—La liberación "sin
condiciones a todos los prisioneros políticos; los que permanecen en prisión y
los que se encuentran en libertad condicional o licencia extrapenal".
—El cese de la represión
contra los activistas de derechos humanos, periodistas independientes y otros
ciudadanos.
—El fin de la
"práctica selectiva en la concesión de permisos para entrar o salir del
país (…) especialmente con aquellos forzados a exiliarse por consideraciones
políticas".
—El compromiso, por parte
del Gobierno cubano, de "una reforma política que incluya una ley de
partidos y una nueva ley de asociaciones, así como una verdadera reforma
económica que respete la libre iniciativa privada de sus ciudadanos".
Cuba tiene el legítimo
derecho soberano de decidir su destino y ha puesto en claro que dichas
conversaciones no admiten concesiones con respecto a nuestro rumbo socialista.
Al igual, tampoco aceptará la existencia de una contrarrevolución subversiva y
provocadora, dirigida a alterar o cambiar nuestro orden constitucional.
En este sentido ha de
quedar claro que, toda aquella persona que ha sido liberada a tenor de los
acuerdos entre las partes cubana y norteamericana, recibirá el peso de la
justicia mientras continúe realizando labores subversivas en contra nuestra
estabilidad constitucional. Su reciente liberación no representa un aval para
la impunidad y la provocación. Tampoco podrán salir del país aquellas personas
sobre las que pesen sanciones legales o estén bajo procesos investigativos o de
instrucción por los delitos cometidos.
Tampoco Cuba admite
presiones para liberar a aquellos individuos sobre los que pesan condenas por
su labor antigubernamental y solo dará pasos en esa dirección con espíritu
humanitario y apegado a sus normas jurídicas.
Hay que recordar a todos
los interesados en estos asuntos que Cuba mantendrá siempre la postura de
procurar un diálogo transparente con Estados Unidos, sobre la base del
reconocimiento de la soberanía, el respeto a la autodeterminación y sin
injerencia en los asuntos internos de las partes.
Hoy más que nunca hay que
hacer valer un viejo proverbio: “Cuentas claras, conservan amistad”
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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