El incumplimiento del pacto político que había sido firmado en
Managua, el 3 de abril de 1950, conocido como el “Pacto de los
Generales”, entre Emiliano Chamorro y Anastasio Somoza García, produjo
como consecuencia no esperada una conspiración armada, por parte de un
fuerte sector de exoficiales académicos de la desaparecida Guardia
Nacional, contando con el respaldo unánime de valiosos elementos
profesionales del país, entre los que figuraron los doctores Francisco
(Paco) Ibarra y Enrique Lacayo Farfán.
Somoza García, creador de su macabra regla de las tres P: “Plata
para los amigos, palo para los indiferentes y plomo para los enemigos”,
por costumbre y tradición se burlaba e incumplía todo lo que
suscribía. Eso lo corroboró faltando a los puntos básicos del convenio
político con Emiliano Chamorro que contemplaba, entre otros aspectos,
la “no reelección”.
El dictador, dándole rienda suelta a sus ambiciones pasó por encima
de los acuerdos y comenzó a tejer los hilos para alcanzar su finalidad.
Esto vino a crear las condiciones apropiadas para hacer posible lo que
se conoce en la historia como “la rebelión de abril”, que por los
preparativos militares pudo desembocar en una contundente victoria, que
diera paso al establecimiento de un gobierno pluralista, respetuoso de
todas las libertades, constructor de la democracia, y por consiguiente
impulsor del Estado de Derecho. Objetivo que aún en los presentes
tiempos no se ha podido hacer realidad. por la repetición de otra
dictadura que ha resultado más siniestra que la anterior de 45 años.
Por la infidencia de un traidor, de esos que nunca faltan en los
movimientos libertarios y que ponen al descubierto la cobardía de
algunas personas y su apego dinero, fracasó la rebelión del 4 de abril
de 1954. Y a Nicaragua se le escapó de las manos la posibilidad de
tener un gobierno que diera apertura a los postulados de la paz
social, tantas veces destruida por serias confrontaciones.
Otro de los motivos del fracaso del complot de abril del 54, fue la
incompatibilidad de criterios que se registró entre los rebeldes, lo
cual, por efecto lógico dio lugar a la anarquía. Y la otra causa fue
que el fundador de la dinastía somocista aplazó un viaje que había
programado a su quinta veraniega en “Montelimar”, a donde iría a mediar
en una fuerte controversia entre sus hijos, los hermanos Luis y
Tachito. Somoza García fue antes al Aeropuerto de Managua, para recibir
un lote de caballos de raza que le enviaba de regalo su colega dictador
de Argentina, Juan Domingo Perón, y allí fue avisado del complot, el
cual fue abortado mediante un baño de sangre contra los patriotas que
inmediatamente fueron ejecutados.
A los rebeldes que fueron apresados y conducidos a los temibles
sótanos de Casa Presidencial, ubicados en la Loma de Tiscapa, se les
sometió a intensos interrogatorios y sádicos tratamientos en las cámaras
de torturas. Entre esos prisioneros estaban: Pablo Leal Rodríguez, los
hermanos Adolfo y Luis Felipe Báez Bone, Jorge Rivas Montes y otros. En
esa ocasión, a Pablo Leal, el funesto “Tachito”, el de lentes oscuros
que “ocultaban la imagen de su alma”, como dijo una vez el doctor Pedro
Joaquín Chamorro Cardenal, en uno de sus tantos editoriales, con una
bayoneta le cortó la lengua; a Rivas Montes, con un mecate le halaba las
partes nobles y se le paraba encima del pecho.
En la rebelión de abril de 1954 murieron, cobardemente asesinados:
Edgard Gutiérrez, Manrique Umaña, Amado Soler, Optaciano Morazán, Miguel
Ramírez, José María Tercero Lacayo, Francisco Madrigal, Luis Felipe
Gabuardi, Antonio Velásquez, Adolfo y Luis Felipe Báez Bone, Guillermo
Gutiérrez, Francisco Granillo, Manuel Agustín Alfaro (padre de Indiana y
Agustín Alfaro López), Francisco Caldera, Carlos Ulises Gómez, Juan
Martínez Reyes, Pablo Leal Rodríguez, Ernesto Peralta, Rafael Praslín,
Humberto Ruiz, Pedro José Reyes y Juan Ruiz Traña.
La rebelión democrática del 4 de abril de 1954 debe perdurar como
ejemplo de patriotismo, en el espíritu de los hombres libres que buscan
la redención de Nicaragua para nuevos días y mejores tiempos.
Por: Hugo Ramón García
El Autor es Periodista de Somoto.
Tomado de http://www.laprensa.com.ni
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