Ucrania ha estado
sufriendo un profundo cisma interno por algún tiempo ya. Éste amenaza
con convertirse en una de esas feas guerras civiles que están ocurriendo
en más y más países. Las fronteras de la Ucrania actual incluyen una
grieta oriente-occidente que es lingüística, religiosa, económica y
cultural, y cada bando es cercano a 50 por ciento del total.
El gobierno actual (que se supone dominado por la mitad oriental) es
acusado de corrupción y autoritarismo por el otro bando en
manifestaciones publicas. No hay duda de que esto es cierto, por lo
menos en parte. Sin embargo, no queda claro que un gobierno dominado por
la parte occidental pudiera ser menos corrupto o menos autoritario. En
cualquier caso, el punto se propone internamente en términos
geopolíticos: ¿debe Ucrania ser parte de la Unión Europea o tejer
fuertes vínculos con Rusia?
Es, por tanto, quizá inesperado que YouTube muestre ahora una
filmación donde la secretaria de Estado adjunto de Estados Unidos para
Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Victoria Nuland, discutiendo la
estrategia política estadunidense sobre Ucrania vis-à-vis con
el embajador de Estados Unidos. En esta cinta, la señora Nuland plantea
el punto como una pugna geopolítica entre Estados Unidos y Europa (y más
en particular Alemania). Es capturada en la diatriba al momento de
decir:
que se jodan los europeos–los europeos, no los rusos.
Antes de proceder con el análisis, ofrezcamos un poco de compasión
hacia todas las personas importantes del momento. En años recientes ha
habido mucha discusión acerca de la pérdida de privacidad en las
comunicaciones. Pero esta discusión siempre ha estado relacionada con la
gente común que es objeto del espionaje de los gobiernos, en particular
la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense (NSA, por sus siglas en
inglés). Sin embargo, parece que esta pérdida de privacidad ahora se
extiende a gente como la señora Nuland. Hay mucha especulación acerca de
quién intervino su conversación y quién la tornó viral en el YouTube.
El punto es que la pobre señora Nuland ya no está a salvo al decir nada
–o al menos nada que ella no quiera que el mundo entero sepa.
Echemos un vistazo a quién es Victoria Nuland. Ella es una
superviviente de la clíque neoconservadora que rodeaba a George W. Bush,
en cuyo gobierno ella servía. Su marido, Robert Kagan, es uno de los
ideólogos mejor conocidos del grupo de neoconservadores. Es interesante
entender qué está haciendo alguien como ella en una posición clave
dentro del Departamento de Estado de la presidencia de Obama. Lo menos
que él y el secretario de Estado John Kerry hubieran podido hacer era
retirar a los neoconservadores de un papel así.
Ahora, recordemos cuál fue exactamente la línea neoconservadora en
Europa durante los días de Bush. El entonces secretario de Estado,
Donald Rumsfeld, fue famoso por decir de Francia y Alemania que eran
la vieja Europaen contraste con lo que él consideraba
la nueva Europa, es decir, países que compartían los puntos de vista de Rumsfeld entorno a la inminente invasión de Irak. Para Rumsfeld, la nueva Europa eran Gran Bretaña, especialmente, y Europa centro-oriental, los países que fueron alguna vez parte del bloque soviético. La señora Nuland parece tener esa misma percepción respecto de Europa.
Entonces déjenme proponerles que Ucrania es meramente una excusa
conveniente o específica para una división geo-política mayor que no
tiene nada que ver con su cisma interno. Lo que acosa a los Nulands de
este mundo no es la
absorciónputativa de Ucrania por Rusia –una eventualidad con la que ella podría vivir. Lo que la acosa a ella y a quienes comparten sus puntos de vista es una alianza geopolítica de Alemania/Francia y Rusia. La pesadilla de un eje París-Berlín-Moscú ha amainado un poco desde su clímax en 2003, cuando los esfuerzos estadunidenses de hacer que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas respaldara la invasión de Irak de 2003 fueron frenados por Francia y Alemania.
La pesadilla amainó un poco, pero sigue acechando justo bajo la
superficie, y por alguna buena razón. Una alianza así tiene mucho
sentido geopolítico para Alemania/Francia y Rusia. Y en geopolítica, lo
que tiene sentido es una restricción a la que no puede afectarle mucho
insistir en diferencias ideológicas.
Las opciones geopolíticas pueden torcerse por parte de los individuos
que ostenta el poder, pero la presión ejercida por los intereses
nacionales de largo plazo permanece fuerte.
¿Por qué hace sentido un eje París-Berlín-Moscú? Hay buenas razones.
Una es el viraje de Estados Unidos hacia un Pacífico-centrismo, lo que
remplaza su larga historia de Atlántico-centrismo. La pesadilla de
Rusia, como la de Alemania, no es una guerra China-Estados Unidos, sino
una alianza China-Estados Unidos (una que incluyera a Japón y a Corea
también). La única manera que tiene Alemania de disminuir esta amenaza a
su propia prosperidad y poder es una alianza con Rusia. Y su política
hacia Ucrania muestra precisamente la prioridad que le otorga a resolver
los asuntos europeos incluyendo a Rusia, en vez de excluirla.
En cuanto a Francia, Hollande ha estado intentando encantar a Estados Unidos actuando como si fuera parte de la
nueva Europa. Pero desde 1945 el gaulismo ha sido la postura geopolítica básica de Francia. Presidentes supuestamente no gaulistas como Mitterrand y Sarkozy, de hecho han proseguido políticas gaulistas. Y Hollande descubrirá pronto que no tiene mucha opción, sino la de ser gaulista. El gaulismo no es
izquierdismo, sino el entendimiento de que es Estados Unidos lo que amenaza el papel geopolítico de Francia, y que Francia tiene que defender sus intereses abriéndose a Rusia para contrabalancear el poder de Estados Unidos.
¿Quién ganar este juego? Eso sigue por verse. Pero Vicotria Nuland se
asemeja un poco al rey Canuto al ordenarle a los mares que amainen. Y
los pobres ucranianos pueden descubrir que son forzados a coser sus
heridas internas, les guste o no.
Immanuel Wallerstein
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
Tomado de http://www.jornada.unam.mx
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